EL SISTEMA DEL ORGULLOSO DEMONIO INMORTAL

CAPÍTULO XXVIII: UN ALIADO FORTUITO Y EL TAN ESPERADO JUICIO

Shen Qingqiu –como muchas personas– había tomado muchas decisiones en su vida y en ese momento tenía una crisis mientras intentaba decidir si la que recién tomó fue la más tonta de todas ellas.

¿Cómo era posible que hubiera accedido a beber sangre –no, la sangre de un demonio– y, encima de todo, la de un Antiguo Demonio Celestial?

Aunque Luo Binghe no había demostrado tener malas intenciones hacia él desde su regreso del Abismo Sin Fin no ignoraba el hecho que –como Shizun– era bastante imperfecto y –ahora que el mestizo había liberado el poder de su sangre demoníaca, volviéndose tan fuerte que incluso podría vencer a Liu Qingge– que decidiera tomar acciones para vengarse de su antiguo Maestro sería –en teoría– bastante sencillo.

Si la sangre ingerida tenía el poder de sanarlo, entonces también poseía la capacidad de dañarlo y –si tambien podía darle a Luo Binghe la ubicación exacta de en dónde se encontraba si alguna vez estaba en peligro–, entonces la pequeña bestia también podía saber fácilmente su paradero si alguna vez intentaba huir de él.

El erudito había pasado unos cuantos días de esa forma; recibiendo latigazos de la joven Maestra del Palacio hasta que ella se cansaba de azotarlo para después cuestionar y analizar en su interior todas y cada una de las decisiones que había tomado hasta ese momento a lo largo de su vida, al igual que los pros y los contras de haber bebido la sangre de su discípulo.

– Tienes cinco minutos.

La voz del guardia fuera de su celda apenas fue audible debido al ruido que la cascada de ácido hacía al caer sobre la plataforma de piedra.

Fue el sonido de esa voz lo que lo sacó de sus profundas cavilaciones.

Muy pronto el agua dejó de caer y en medio del vacío entre la entrada y la plataforma en la que él se encontraba se elevó un puente que conectó ambos extremos.

La persona –que de forma dubitativa comenzó a caminar por el puente– era una cara sorprendentemente familiar, pero bastante inesperada.

Shang Qinghua terminó de cruzar cautelosamente hasta que estuvo frente a Shen Qingqiu.

– ¿Shang... Shidi?

El inmortal pensó que –si alguien de Cang Qiong decidía visitarlo– definitivamente sería Yue Qingyuan.

– Siento decepcionarte. Soy el único al que le permitieron el acceso debido a que no tengo un cultivo lo suficientemente alto como para poder ayudarte a fugarte de la Prisión de Agua– respondió el Señor de An Ding, como si hubiera leído su mente, terminado sus palabras con una incómoda sonrisa en los labios.

Shang Qinghua –tan torpe y cobarde como siempre– caminó hacia él, arrastrando los pies mientras Shen Qingqiu lo miraba escudriñadoramente.

– Umh, Zhangmen Shixiong y Liu Shidi querían que te dijera que continúan con las negociaciones y están tratando de conseguir una audiencia con el Viejo Maestro del Palacio y los Líderes de las otras Sectas para poder hablar de todo este asunto en tu nombre, así que, umh...