El Chico Que Una Vez Me Amó

295 13 5
                                    

«Si solo arrojas luz en tus defectos, todos tus perfectos se atenuarán»

"All your perfect"
- Colleen Hoover-

...

No recuerdo el día exacto en el que me empecé a sentirme atrapada entre esas cuatro paredes, en el baño, pero no había mes que no llorara al ver que nuestra esperanza se esfumaba y la decepción venía cada vez que la sangre aparecía.

Y de la nada, los dos nos convertíamos en dos silencios.

Solía mirar mi cuerpo inútil en el reflejo del espejo de baño cuando no estabas, y cada vez que lo hacía siempre me detestaba. Era una mujer atractiva a simple vista, pero en ese tiempo deje de sentirme de ese modo.

No me importaba el buen cuerpo que tenía, no me importaba la belleza en mi rostro, para nada me importaba si me veía bien o no, esas cosas no me importaban en lo absoluto. Porque de nada me servía, de nada me servía cuando lo único que verdaderamente me importaba y deseaba no lo tenía.

"¿Por qué aún no lo tenía?" "¿Por qué los dioses aún no me escuchaban?" "¿acaso era una mala persona?" o "¿acaso no merecía convertirme en madre?" esas fueron las preguntas que me hacía muchas veces mientras acariciaba mi vientre, deseando que las cosas fueran diferentes.

Nosotros solíamos hablar de todo, Senku, de cualquier cosa. Pero ninguno tocaba el tema del que nos interesaba a ambos en realidad. Simplemente la evadíamos. Los dos nos habíamos convertido en veteranos en eso.

Sin embargo, sabía que también pensabas en ello, porque a pesar del silencio que detestaba aún podía ver en tus ojos que había algo que querías decirme cada vez que nos topábamos. Pero nunca lo hiciste.

No sé si era miedo, pero llegó un momento en el que tú ya no confiabas en mí y no te culpo, Senku, porque yo tampoco ya no confiaba en ti. Y eso estaba bien, estaba bien para poder seguir viviendo juntos. Incluso si era egoísta. No tenía caso que fuéramos a visitar a un doctor porque los dos ya sabíamos que yo era la que no estaba bien.

Lo descubrí el día en el que fui al laboratorio al llevarte la cena. No estabas allí así que tuve esperarte y mientras trataba de matar el tiempo arreglando la pequeña mesa que había en ese lugar, por error terminé tumbando algunos de tus documentos. Al juntarlos logré visualizar tu nombre en uno de ellos.

Sabía que no debía meterme en tus cosas, pero mi curiosidad fue mayor y terminé revisando aquellos papeles. Y fue el contenido lo que me hizo consiente de lo que nos estaba sucediendo.

A pesar de saberlo, estuve agradecida contigo por nunca habérmelo mencionado. Porque gracias a eso, en esos eventos, cuando teníamos alguna entrevista, fiesta o cualquier cosa que implicaba estar con otras personas, fue más fácil poder fingir una sonrisa y decir que teníamos un matrimonio feliz.

Odiaba esas cosas y la principal razón era porque las personas suelen lastimar mucho y a veces ni siquiera se dan cuenta de ello. No sé si lo hacían a propósito o no, pero de nuestro matrimonio, todo el mundo ya esperaba la noticia que nosotros ya habíamos empezado a buscar desde hace un tiempo atrás

y a veces también nos preguntaban sobre el cómo de nuestro enamoramiento, el cual cuando lo recordaba me dolía por dentro. Odiaba eso, Senku. Odiaba extrañar los viejos tiempos, esos días en el que todo era felicidad. Aquellos días en donde tú y yo malgastábamos el tiempo haciendo cualquier cosa que nos apeteciera. Juntos, siempre juntos.

Porque a pesar de seguir estándolo, ya nada se sentía bien, Senku. Porque podía estar muy cerca, te podía tener muy cerca, pero sin importar lo que haga o piense, también te sentía muy lejos.

El Chico Que Una Vez Me Amó Where stories live. Discover now