El Chico Que Una Vez Me Amó

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«Cuando conozcas a alguien que sea bueno para ti, no te llenará de inseguridades al concentrarse en tus defectos. Te llenará de inspiración porque se enfocará en la mejor parte de ti»

All your perfect
-Collen Hoover -

...

Renovar nuestros votos fue un gran paso para nosotros, no sólo por el significado que tenía, sino también por lo bien que se sentía volver a recordar el amor que compartíamos. Y aunque me sentí triste porque la casa me parecía demasiado vacía, como siempre, lograste sacar el lado positivo.

Eso hizo que con el tiempo empezara a asimilarlo y años tranquilos y muy productivos, llegaron.

Volvimos a la misma rutina y no sé si también pudiste notarlo, pero gracias a eso empecé a darme cuenta de algunas cosas que, sin querer, adoptamos. Como un pequeño hábito que se formó entre los dos.

—buenas noches, Kohaku — me dijiste una vez que me recostados y, al igual que muchas noches anteriores, me besaste.

— buenas noches, Senku — te devolví las palabras con una sonrisa antes de aferrarme a tu pecho, sentir tus brazos envolverme en un cálido abrazo y luego sentir tu mano acariciarme el cabello.

Confieso que era algo que me gustaba mucho, porque estar a tu lado y besarnos antes de dormir era la mejor manera de recordar cuanto nos amábamos. Incluso en esos días en el que todavía llegabas tarde a casa por causa de tu trabajo.

Puede que pareciera cursi para una pareja como nosotros, lo sé, pero era algo tan natural y espontáneo que quizás ni siquiera nos dimos cuenta desde cuando empezó. Pero sólo puedo decir que nuestra casa volvió a ser aquel lugar en donde volvimos a amarnos y disfrutar del resto de nuestro tiempo juntos.

Solo tú y yo.

Al igual que antes.

Incluso en aquellos escasos día en el peleábamos por alguna tontería.

— te dije que no, Senku. No quiero que toques nada — te decía mientras podía escuchar tus pasos detrás de mí cuando me salí del baño e intentaba vestirme.

— pero Kohaku, será beneficioso para nosotros después.

Lo que decías no era mentira, pero el sacrificio que implicaba, eso era lo que para nada me gustaba.

— que no. — volví a repetirte cuando nos recostados, no pudiendo dejar de pensar que la causa de discusión era totalmente absurda. — Las habitaciones de nuestras hijas, no. — me mantuve firme.

— pero ya no están y solo te estoy pidiendo que reconsideres ocupar una de las habitaciones para los nuevos materiales que pedí.

— no, las habitaciones de nuestras hijas no se convertirán en un almacén, Senku.

Tu insistencia era lo que me molestaba. Peor cuando te recostaste a mi lado y volviste a tratar de convencerme. Hasta tuve que darte la espalda por tu perseverancia, el cual era muy claro que ya empezaba a parecerme irritante.

— kohaku, escúchame, sé que te preocupa que algo cambié, pero juro que me encargaré de que no sea así.

Tú aún seguías persistiendo con esa idea de usar las habitaciones de nuestras hijas para tus cosas de ciencias. Y aunque nuestras hijas no estaban, sus habitaciones continuaron siendo igual.

Así tenían que serlo siempre.

Es decir, ellas podrían regresar en algún momento, como las veces que Shizuku venía de visitas a Japón sin avisar o Tsukiku cuando tenía días de trabajo seguido y, por la corta distancia de la casa y su lugar de trabajo, solía quedarse a pasar la noche con nosotros.

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