Mama soltera

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Ovidio estaba sentado en la cama tallandose los ojos. Se sentía cansado, le dolía la espalda, no había podido dormir bien.

— ¿Néstor? — Pregunto atraves del marco de la puerta cuando vio una sombra pasar.

— ¿Que paso wey?

— Ven aquí, pero no hagas ruido. — Dijo ovidio cansado.

— ¿Que te paso wey? Parece que no dormiste nada.

— No pude. — Dijo Ovidio algo irritado. — Cuida a la bebé en lo que me baño. — Dijo buscando un cambio en los cajones

— ¿Pero...?

— Ya wey, ya dejen de mamar con que "No se cuidar un bebé" — Dijo Ovidio arto cansado. — ¡Solo cuida, que no se caiga de la cama!

Néstor sintió algo de lastima de Ovidio y solo asíntio.

Ovidio se bañaba sintiendo como recuperaba algo de energía.

Néstor se sentó en la cama y miraba a la pequeña dormir. Cuando está se levantó la pequeña empezó a intentar sentarse.

— Néstor apúrate tenemos que... — Alfredo se interrumpió. — ¿Que pedo que haces?

— Cuido a la bebé en lo que Ovidio se baña.

— Déjala ahí, no le pasa nada. Ocupamos irnos a llevar la mercancía y... — Decía Alfredo caminando pero paro al darse cuenta que Néstor no lo seguía. Se giro nuevamente al cuarto y Néstor seguía sentado en su mismo lugar.

— Es que Ovidio dijo que se podía caer. — dijo inocente.

— Ay por Dios. — Dijo Alfredo.

Tomo a la pequeña y bajo las escaleras con ella en brazos. Néstor caminaba apurado detrás de él.

— Tu. — Dijo Alfredo a una de las muchachas de la limpieza. — Siii, tu ven. — Dijo señalando a una.

Está dejo la escoba y se acercó.

— Cuidala. — ordenó Alfredo estirando sus brazos para darle a la pequeña. La joven miro extrañada a la bebé pero la tomo. — Ya vámonos.

Néstor no se quedó cómodo viendo como la joven no podía ni tomar bien a la pequeña. Pero Alfredo caminaba apurado a la salida y debía seguirlo, así que opto por salir apurado detrás del mediano de los Guzmán.

Ovidio cuando se sintió relajado salió del baño. Arrugó la cara cuando vio que ni la bebé ni Néstor estaban. Pensó que debía estarla paseando. Se cambió tranquilo y bajo las escaleras. Miro a una de las jóvenes de la limpieza de Iván cuidando a la bebé.

— Buenos días. — Dijo Ovidio.  — ¿Y Néstor?

— Se fue con Alfredo. — Explicaron las jóvenes.

Ovidio miro como una de las muchachas cargaba a la bebé incómoda.

— ¿Sabes cuidar bebes?

— No mucho... Pero se que si llora es hambre, o pañal sucio o llevarla al doctor.

"Por lo menos" pensó Ovidio.

— Está bien. Vendremos en un rato.

Ovidio se fue en su camioneta al almacén donde cargaban la avioneta.

— Llegó la mamá soltera. — Dijo Alfredo burlesco.

— Wey, yo no la quería dejar pero Alfredo se la dió a una de las muchachas. — Se excuso Néstor.

— Si, si no te preocupes. Si me di cuenta.

— Son viejas, wey. Deben saber cuidar chamacos. — Dijo Alfredo.

Ovidio miro a su hermano con la cara arrugada.

— Ni al caso. Pero bueno. Aparte son chamacas. Ahorita no quieren averiguar de plebes. Ahorita solo andan viendo de fiestas y alcohol. — Dijo Néstor.

— Aparte las contrato, Iván. — Dijo Ovidio. — Casi puedo apostar que están ahí por qué se las echa.

En eso llegaron unos hombres con las personas que habían levantado el día anterior.

— Les quieren hacer unas preguntas. — Dijo El hombre empujando a los secuestrados.

— Habia una chamaquita en la camioneta. ¿De quién es? — Pregunto Ovidio sin rodeos.

— No sabemos. — Contesto uno.

— ¿Cómo no van a saber? ¿Cómo no van a saber? — Pregunto Néstor molesto.

— Robamos esa camioneta en un semáforo. — Dijo el hombre de los ojos vendados.

Los chapitos y Néstor se quedaron pensando.

— ¿En que parte se robaron la camioneta?

— En Sinaloa de Leyva.

— ¿Que? — Pregunto Néstor asombrado.

— Si, estuvimos robando en varias partes. Ahí robamos esa camioneta.

Ovidio suspiro. — Llevenselo

— ¿Y ahora que? — Pregunto Alfredo.

— Pues... Esperar. Algún anuncio que digan que la buscan.

— Ya debe de haber. Pediré a los muchachos que busquen. — Dijo Néstor.

— Si, que bueno que la nena volverá a su casa. Pero estamos aquí por otra cosa. ¡La merca!

— Buenos días.— Dijo Iván llegando.

— Tardes. — Dijo Ovidio molesto

Iván miro a su hermano divertido. — ¿Que paso? ¿Tu retoño no te dejo dormir?

— Que te importa. — Dijo Ovidio tallandose la cara. — Ocupamos una niñera.

La pequeña luz de tu oscuro corazón Where stories live. Discover now