Hola

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La joven que había abierto la puerta miraba a Ovidio asombrada. Atrás de ella estaba Adriana midiendose una blusa por encima.

- No puede ser. - Dijo Adriana asombrada.
Miraba a Ovidio con los ojos bien abiertos.

Ovidio solo sonrió y estiró los brazos. Adriana camino despacio a la puerta y lo abrazo muy fuerte.

- Pero... ¿Cómo? ¿Cuando llegaste? ¿Que haces aquí?

- ¿Cómo que, que hago aquí, flaquita? Te extrañaba y quise venir a verte.

- ¿Pero no es peligroso?

- No, todo bien, mi vida. Te extrañe mucho. ¿Por qué no vamos por algo de comer o a algún lado por aquí donde podamos platicar estar los dos solos?

- Pues... Es que iba a salir con mis amigos a una cena. - Dijo Adriana al tiempo que Ovidio se asomaba atrás el hombro de ella y vio a unos jóvenes mirando curiosos. - Una amiga se irá de intercambio mañana y llevamos semanas planeando está cena. ¿Por qué no vamos a la cena y mañana vamos salimos solos tu y yo?

Ovidio puso una mueca. - Puedo esperarte aquí, si quieres. Ve con tus amigos.

- Noo... Vamos amor. Quiero que los conozcas.

- Buenas tardes. - Dijeron unos jóvenes nerviosos.

- Buenas tardes. - Dijo Ovidio.

Dos hombres y dos mujeres se acercaron nerviosos.

- Vamos

Llegaron a un restaurante lleno de gente, tenía aspecto hippie pensó Ovidio.

Estaba algo incómodo y se acomodo la cachucha.

— Bueno, ¿Vieron el nuevo informe de gobierno? —Pregunto un joven

Rápido los demás empezaron a debatir del tema.

Adriana platicaba emocionada con sus amigos, Ovidio solo se sentía invisible.

Después de una media hora, uno de los jóvenes se giro a Ovidio. — ¿Y que estudiaste tu?

— Yo no estudie. — Dijo Ovidio. — Pero aprendí de agricultura por mi padre y mis hermanos.

Todos en la mesa se quedaron callados y solo asíntieron

— ¿Y tienen varias hectárea? ¿O viveros o algo así?

Ovidio sonrió, se imagino cuidando un vivero. — Tenemos ambas, unas cuantas hectáreas y transportamos las plantitas también

— ¿En serio? Suena súper bien. Muy orgánico. — Dijo una joven asombrada.

Ovidio solo sonrió burlon. — Si, amamos la naturaleza.

Adriana parecía cada vez más nerviosa.

Los jóvenes tomaron a mal el tono burlón de Ovidio.

— ¿Y cuentanos, cuánto tiempo llevan juntos?

A ovidio le tomo por sorpresa la pregunta.

— Pues en realidad dos años. — Dijo algo extrañado. — ¿No les habías contado de mi? — Pregunto despacio a Adriana.

— No hubo tiempo, mucha tarea muchas clases. — dijo ella riendo apenas

— ¿Oye, y es cierto que hay mucho narco ahí de donde vienen? ¿No les da vergüenza decir que son de ahí?. Son puros animales, gente inculta sin nada en la cabeza.

Ovidio se quedó asombrado cómo hablaban de dónde él venía y vio que Adriana rio divertida. — Son unos exagerados. — Dijo ella. — La mayoría apoya a las personas y no es lo único por lo que es famosa la ciudad.

— Claro que sí, es por qué aparece más de un muertito al día.

Ovidio estaba serio.

— ¿Animales? — Pregunto extrañado.

— Bueno, una disculpa. Pero para elegir ese camino debes estar loco. Solo un tonto lo haría. Es el camino fácil.

— En cualquier momento pueden matarte, no entiendo lo fácil.

— Bueno, es lo que se ganan.

— ¿Ellos están mal pero el gobierno está bien? — Pregunto Ovidio irónico

— El gobierno se preocupa por nosotros.

Ovidio casi escupe su agua soltando una carcajada

— Pero que más da, así piensa la gente de bajos recursos. — Dijo el joven burlón.

Ovidio sentía la cabeza a reventar.

— ¿Son la clase de persona que dice que "El pobre es pobre por qué quiere" no? — Pregunto Ovidio achicando los ojos

— ¿No tan así. Pero en parte es lógico, no? Por no buscar una vida mejor.

Ovidio sonrió de lado. — ¿Me permiten?

Se levantó y se dirigió a la salida sin decir nada.

La pequeña luz de tu oscuro corazón Where stories live. Discover now