Día 1

4.1K 280 3
                                    

— Estaré arriba. — dijiste mientras sostenía a la pequeña en brazos.

— Si, está bien. — Dijo Ovidio. — El cuarto de alado. Es el que será de ella. Si gustas verlos y dar ideas de como amueblarlo y pintarlo... Si gusta.

— Claro. — sonreiste y subiste la escaleras con Lydia jugando con tu cabello.

...

— ¿Un cuarto? — Pregunto Vicente extrañado — ¿No te parece mucho, ya?

— Pues ocupa un cuarto. — Dijo Néstor obvio

— Creo que se están encariñando de más con esa bebé. Recuerden que en cualquier segundo tendrán que entregarla... Y se irá... Junto con su bonita niñera. — Aseguro Vicente dándole un trago a su cerveza.

Ovidio arrugó la cara mientras que sus hermanos levantaron los hombros al mismo tiempo en su típico movimento de "No me importa"

Néstor solo se giro a ver a Ovidio.

...

En tu cuarto, le pusiste canciones a la pequeña de los colores, animales. Bailaban, cantabas. Llevabas un par de juguetes didácticos.

La pequeña estaba entretenida. Cuando un olor llegó a tus fosas nasales.

— ay, Lydia... Alguien ocupa un cambio de pañal.

La tomaste en brazos y fuiste al baño. Ahí había varios pañales.

Rápido la cambiaste mientras ella jugaba con un pequeño peluche.

— Listo, preciosa. Limpiecita. — dijiste emocionada.

Desmepacaste tu maquillaje y por accidente se cayó un rimel detrás de una mesita de noche alado de tu cama.

Moviste ligeramente el mueble y viste un botón detrás de este. Extrañada lo moviste y viste como un librero que estaba ahí se movió ligeramente mostrando un pasillo.

Tu corazón se acelero. Te acercaste despacio al librero y había unas escaleras hacia la parte de abajo de la casa.

Con miedo volviste a apretar el botón para que se cerrará la puerta.

"¿Que diablos habia Sido eso?" Pensaste extrañada sentandote en el piso.

Suspiraste intentando pensar en una opción lógica. Tal vez era una puerta alternativa al sótano. O era de esa clase de casas con pasadizos secretos.

...

— Bueno, después de deshacernos de la gente castrosa del Dámaso, tendremos unos días libres. Por qué aparte, renovamos contrato con el presidente. — Anuncio Vicente alegre.

— ¿Es neta? — Pregunto Iván feliz.

Vicente asíntio. — No hay pedo, podemos salir a dónde sea. Claro, siendo discretos.

Ovidio sonrió por fin iría a ver a Adriana.

— Ya me ví con las morritas en el antro. — Dijo Iván

Ovidio se giro a verlo. — Pensé que dirías que irías conmigo a ver a la Citlaly

— Ah. Si, si, también

— Yo me iré con Elsa, entonces. — Dijo Alfredo.

— Perfecto, yo les cuido a la niñera. — Dijo Vicente divertido.

Los tres se giraron a verlo serios.

— Eeeerga. — Rio más divertido aún vicente. — Metanme el plomazo de una vez

Los tres cambiaron su cara.

— Nos da igual, pero no puede distraerse, tiene que cuidar a la niña. — Dijo Iván.

Vicente le dió otro trago a su cerveza con una sonrisa ancha en su rostro.  — Claro, la niña.

— Podemos rotarnos, — Sugirió Alfredo. — Los días que ustedes vayan con Adriana y Citlaly, Néstor y yo nos quedamos. Y cuando Néstor y yo salgamos, ustedes se quedan.

— Suena bien. — Dijo Ovidio

En eso uno de los ninis le hablo a Néstor por la radio. — Señor, tenemos información de la niña.

Todos se quedaron inmóviles

— Adelante, copiado. ¿Que averiguaste?

La pequeña luz de tu oscuro corazón Onde histórias criam vida. Descubra agora