| CAPÍTULO 6 |

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¿Nunca os han dicho que cuando dormís con amigos hay que dormir con un ojo abierto y otro cerrado?

Al parecer, Axozer y Daniela no lo sabían, así que Carola, Laia y Karchez aprovecharían para despertarles de una manera especial.

– Se te va a caer el cubo – susurró Laia ayudando a Karchez.

– No hagáis mucho ruido – avisó el de ojos verde táctico – ir a por hielos.

El gallego y la asturiana le hicieron caso, abrieron el congelador y cogieron una bolsa de hielo cada uno.

– ¡Cuidado! – susurró el gallego al ver como su amiga se resbalaba – casi te matas.

– No tendré esa suerte – bromeó la castaña.

Ambos llegaron junto a Karchez, volcaron los hielos sobre los dos cubos que tenían preparados.

– Yo me encargo de grabar – avisó Karchez.

– Cuidado si vas a subir algo – dijo la joven pensado en Axozer.

– Obvio, tranquila.

Los tres amigos subieron las escaleras, entraron en la habitación sin hacer ningún tipo de ruido, Laia se acercó a Daniela, mientras que Carola caminaba hacia Axo.

La castaña miró a su compañero, él asintió con la cabeza y en menos de un segundo el agua helada había caído sobre sus amigos.

Karchez no paraba de reír, mientras que las caras de los dos jóvenes empapados demostraban el sentimiento contrario.

– ¡Laia corre!

Carola cogió a la joven por la muñeca y comenzó a correr, sabía que, por la parte de Axozer obtendrían venganza.

Corrieron por el jardín, Axozer no parecía cansarse, mientras que los otros dos jóvenes estaban ya sin ánimos de correr mucho más.

– Aquí me quedo – dijo Laia tirándose al suelo.

– Pues ataque de cosquillas.

Esas palabras fueron suficientes para que Laia se pusiera alerta, pero no fue eficaz, pues ya tenía a Axozer haciéndole cosquillas.

– ¡Carola, por favor! – gritó Laia en busca de ayuda.

– ¡No puedes meterte con alguien de mi equipo! – gritó el gallego actuando como un guerrero que sacaba su espada.

– ¿Quieres guerra? – preguntó Axo entrando al juego.

El más joven se puso frente al de ojos claros, los dos se miraron fijamente durante unos segundos.

– ¿Cuando llega la escena del beso? – preguntó la castaña aún en el suelo.

Los dos jóvenes miraron a la chica, ella les regaló una tierna sonrisa.

– ¿Tenéis pensado venir a desayunar? – preguntó Daniela apoyada en el marco de la puerta.

– ¡Si, que hambre tenía! – dijo Carola caminando hacia la casa.

(...)

Todos se encontraban desayunando, se hacían alguna que otra foto para el recuerdo y hablaban de cualquier tema.

Por la tarde tenían pensado hacer una barbacoa, música a tope y sobre todo, tenían pensado pasárselo en grande.

Los cinco jóvenes salieron de la casa para ir a comprar todas las cosas necesarias para el día.

– Laia, mira esto – dijo Carola, acercándose a la castaña entre risas.

– ¿Qué te pasa? – preguntó la joven con una pequeña sonrisa en sus labios.

Carola le pasó su móvil a Laia, ella lo cogió y vio el video con el que su amigo se estaba riendo sin parar.

En cuestión de segundos, la asturiana estalló en carcajadas, nunca se había imaginado tener ese humor tan malo.

– Dime que no os estáis riendo por el pingüino – dijo Daniela.

– ¿No ves que si? – dijo Karchez mientras cogía el móvil de Carola y mostraba el vídeo.

– A buenos dos hemos juntado, ¿no? – dijo Daniela mientras negaba con la cabeza.

– ¿Compramos más? – preguntó Axo llegando a donde los chicos.

– Con todo esto creo que es más que suficiente – opinó Laia.

Todos estuvieron de acuerdo en que ya era suficiente, se acercaron a la caja y pagaron los productos.

(...)

De nuevo en la casa, estaban en la piscina, disfrutando del gran día soleado.

– ¿Sabéis tiraros a la piscina haciendo una voltereta? – preguntó Axo mientras salía de ésta.

– No, pero me gustan los retos – dijo Laia siguiéndole.

– Coged el móvil, lo vamos a necesitar para llamar a la ambulancia – dijo Carola.

– ¡Me apunto! – exclamó Karchez juntandose a los más jóvenes.

– Aprender del maestro.

Axozer comenzó a correr y justo al llegar al borde de la piscina, se impulsó para dar una voltereta y caer al agua.

– Mientras que vosotros hacéis vuestras ideas suicidas, yo voy a animar un poco esto – dijo Daniela con idea de poner algo de música.

La música le había dado mucho más vida a todo, ahora estaban más animados y bailarines.

Por algo más de tiempo, continuaron saltando a la piscina de distintas formas, algunas bastante raras.

Las risas eran las más presentes en el pequeño jardín, eso demostraba lo bien que se lo estaban pasando.

Ninguno parecía querer que estos días terminasen, si ya se llevaban bien de antes, ahora su relación había mejorado a grandes pasos.

Daniela se había acercado bastante a Karchez, había descubierto que realmente era una persona que valía la pena, la calma que le transmitía era muy de su agrado.

Por otra parte, Laia se dio el lujo de mirar a todos sus amigos, estaba realmente agradecida por como se habían portado con ella desde un principio, sobre todo tenía que agradecer a Karchez, sin él, Laia no sería la misma.

Su mirada se posó en Carola, también estaba agradecida por haberle conocido, se había convertido en una persona muy especial para ella, estaba más que segura de que no quería perderle.

Su increíble personalidad, su cara, el azul de sus ojos, su nariz, sus labios...

Ante los ojos de Laia, todo lo que proceda de él, es perfecto.

Y la imagen de él sobre ella no es muy distinta, había sentido una conexión con la chica que le daba la sensación de tenerlo todo...

[…]

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