Capítulo 31

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Arista

El príncipe me dirigía hacía mi habitación con una mano sobre mi espalda, lo agradecí porque estaba comenzando a sentirme mareada, ¿Era por el estrés acumulado? Eso creía. Cada paso que daba me costaba más que el anterior, terminé de subir el último escalón. Ya había sentido momentos de cansancio extremo durante mi estadía con Aryan, pero lo había asumido a mi estado de animo. Ya estaba a salvo, ¿Por qué me sentía peor? Me sostuve disimuladamente de la pared para continuar caminando, miré el suelo antes de levantar la mirada y encontrar al rey caminar en mi dirección, parecía molesto. Retrocedí por instinto chocando con el pecho del príncipe y fruncí el ceño al ver gotas de sangre en el suelo, justo donde había estado. Enoch se detuvo y yo llevé mi mano hacía mi nariz, que sentí demasiado húmeda, vi las gotas de sangre caer sobre mi palma. Todo se volvió negro.

No supe cuanto tiempo había pasado, de vez en cuando me parecía escuchar voces ahogadas y las manos cálidas de alguien pasar tela húmeda por mi frente para calmar la fiebre. Me sentí tan débil que no podía recuperar por completo la conciencia. Sentía que estaba muriendo, tenía la garganta seca y mucha sed, pero no podía tomar ni comer nada, incluso sentí como si mi energía vital me abandonara para perderse en algún lugar desconocido. Había un dolor en mi pecho que me hacía sentir desconsolada, el dolor solo se detuvo cuando una mano se puso sobre mi frente, era una voz femenina que me transmitió paz y mi cuerpo se relajó ante su toque, ella cantaba una suave canción con el lenguaje antiguo de sanación de las hadas, finalmente sentí mi cuerpo libre de todo y podía sentir que entraría en un sueño tranquilo. Escuché un último susurro antes.

- Descanse, su majestad.

Caliope

- No veo el problema.- Max se hizo el tonto mientras trataba de desenredar el cabello castaño del niño, quien se mantenía quieto como una estatua bajo los cuidados del príncipe de los vampiros.

- Yo si lo veo, no creo que pueda hacerse pasar por nuestro fácilmente.- Dije, mirándolo con calma. No planeaba dar marcha atrás a mi decisión, pero... suspiré.- Claramente no era suciedad como creías.

El tiño tenía ojos color esmeralda, cabello castaño, pero su tez era de un moreno claro y eso, despertaría muchos rumores en la nobleza. Miré el miedo a ser tirado en sus grandes ojos, sacudí la cabeza y me acosté en la cama a lado de los dos y finalmente me rendí.

- Bueno, será el príncipe, tendrán que callarse.- Murmuré y Max emitió un sonido de acuerdo, se veía tan concentrado en la tarea que sin saberlo hacía esa mueca en la que le salían  sus colmillos a la vista, me reí en silencio. Era un cuadro muy adorable, pero sabía que no llegaría a ningún lado por lo que le pasé las tijeras.

- Esta tan enredado que será imposible, colmillitos. Mejor córtalo.- Max me miró con duda, tomó las tijeras y se las enseñó al niño.

- ¿Estás de acuerdo en que te corte el cabello? - Le preguntó y él infante asintió con energía. Max sonrió y comenzó a cortarlo después de colocar una manta debajo de ellos para no llenar las sábanas de cabellos. Al final me miró con suficiencia por el buen resultado de su primer intento cortando el cabello. Toqué los cortos mechones del niño, era suave. Me mordí la lengua para no mencionarle que algunos mechones se veían irregulares de cerca, pero en sí era un buen trabajo. Max se levantó y tomó la manta para tirarla. 

- Hay que pensar en un nombre.- Dije, mirando su hermoso y pequeño rostro, sería un chico muy atractivo en el futuro. Puse mis manos en sus mejillas.- Serás rey de las hadas en el futuro, ¿Qué te parece Malek? Significa rey.- El niño asintió, el nombre de Malek estaba relacionado con la cualidad de un ser sabio, esperaba que tuviera esa energía para ser compasivo, el pueblo necesitaría eso cuando yo comenzara a limpiarlo todo.- Tendrás grandes responsabilidades, la corona pesa mucho. 

Villanos (La guerra eterna parte III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora