20 (EXTRA - Reparar corazones rotos)

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Hoy, hace un año, Harry tenía su primer cita con Violetta. La chica de ojos grises. La primera víctima de Luke, o eso creíamos.

En fin, eso le daba igual a Harry, su único objetivo era encarcelarlo con las suficientes pruebas para que pagase una condena eternamente dolorosa por todas las vidas que se ha llevado.

Aunque eso no parecía importarle aquel 14 de febrero. Estaba dolido, no sólo por la reciente pérdida de un ser querido, sino por hace un año. Cuando parecía aun ser feliz a lado de una gran chica como Violetta.

La extrañaba.

Tanto que daría cualquier cosa para volver a verla por última vez.

En esos momentos no quería hacer nada más que lamentarse y dedicarse a hundirse más en ese oscuro hoyo... Sólo necesitaba tranquilidad, dedicarse un día por completo a él y tratar de arreglar esas cicatrices internas. Su depresión le tenía fatigado, no quería si quiera levantar los fragmentos del vaso roto del piso de su habitación. Pero su ansiedad le pedía a gritos salir de su viaje astral, alzarse de su cómoda cama, recoger los pedazos de vidrio, recoger su habitación, darse una ducha y posteriormente asistir a su escuela ese día de jueves... ¡Y especialmente estudiar para su dichoso examen de admisión a la preparatoria quedaría lugar en tres meses!

No, no podía dedicarse un maldito día a su salud mental.

Sus ojos le dieron un vistazo a cada parte de su cuarto hasta parar en el escritorio donde reposaba su computadora... extrañamente estaba prendida, supuso que probablemente se le olvidó apagarla después de terminar su tarea a las dos de la madrugada. Se irguió y caminó hasta su ubicación, meneó el ratón de su computadora —era un ratón moderno insertado a su laptop dañada del teclado— y de inmediato le mostró la hora, eran apenas las cinco de la mañana. ¿Qué haría en la siguiente hora y media antes de emprender la ruta al colegio?

Encogió los hombros y entró a redes sociales; todo el mundo publicaba a tan temprana hora cosas referentes al día de San Valentín. Todos recibían y recibirían regalos por una larga amistad o una bonita y cursi relación adolescente. Todos tenían a alguien a quien regalarle. Y él ni siquiera contaba con una amistad, y mucho menos con un noviazgo.

Sólo pudo experimentar el ya rutinario sentimiento de soledad.

Hace un año todo era diferente —pensó, y de un momento a otro en su mente se manifestaron imágenes de chicas solitarias y tristes en un día especial—. Bienvenido al equipo, Harry.

Consumido por la curiosidad, decidió investigar el porcentaje de adolescentes que no reciben regalo el catorce de febrero, era uno considerablemente alto. Aunque no del todo comparado con el número de suicidios en esa fecha.

¿Acaso se creen Romeo y Julieta? —se cuestionó y de inmediato de enfado consigo mismo, estaba consciente de que no debería burlarse de tal hecho, pero creía que en esta década ya nadie se quitaba la vida por amor—. Idiota, no es por el amor, es la soledad.

De repente una idea indeleble se presentó, no quería que nadie sufriera por pensar en que no le importan a nadie cuando en realidad no es así. Es decir, a Harry le importa cada persona del mundo incluso sin haberlas conocido, con la gran excepción de Luke y monstruos como él. Le importan personas, aun cuando cabe la posibilidad de que ni siquiera se cruce en la mente de ellas, porque ¿quién rayos tendría en su mente a un chico como él? La gente no es como Harry, él puede ocupar su cerebro las veinticuatro horas del día en miles de personas, puede pensar incluso en Jessica cuando sólo ha cruzado tres palabras con ella y probablemente no lo recuerda.

Es una acción que no puede evitar por más que lo intente. Su mente no le deja. Es como una obligación tenerlo prófugo en mil y un pensamientos.

Claramente necesitas ayuda.

PesadillasWhere stories live. Discover now