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Phillip observó cómo el joven bajaba, enredando sus manos en raíces sueltas, la punta de sus pantalones se estaban manchando con la tierra húmeda, pero no pareció percatarse de ello.
  Con cada centímetro más cerca Pip sintió las brechas abiertas de su piel palpitando, no podía ver con claridad las heridas de sus rodillas, se preguntaba que tanto se le habría desgarrado la piel, si la carne estaría expuesta, y si acaso el barro cubriendo cada parte sus piernas afectaría negativamente en la recuperación de las mismas.

   -Dios, estás hecho un asco-

Escuchó la voz de Damien tan cerca que instintivamente dio un brinco en su lugar, con los nervios y la adrenalina aún de punta.

   -Wow- exclamó poniendo en blanco los ojos -Gracias, eso es de mucha ayuda, Damien-

   -Solo digo lo que veo- afirmó - Y veo que estás hecho un completo desastre-

  -Bueno, cuando caigas de un acantilado de 2 metros, luego de haber huido 5 kilómetros de un monstruo, me llamas y vemos si te ves mejor, ¿Te parece?-

   Damien bufó, como si el comentario lo hubiera puesto repentinamente de mal humor.

    -Kancerbero no es un monstruo, es un perro, niño. Supongo que tienen de esos por aquí-

    -Sé lo que es un perro, y esa cosa no lo es-

    -No te atrevas a decirle "cosa", él está más limpio que tú y que todo este asqueroso pueblo juntos-

   Y allí estaba de nuevo, otra vez esa impetuosa necesidad de hacerlo sentir inferior. Lo cual causó que se arrepintiera al menos un poco de haberle pedido que se quedara.

    -Dios, acaso te mataría dejar de ser un imbécil por al menos 5 minutos?-

  -Mmmmm- hizo silencio mientras una media sonrisa se formaba en sus labios -Probablemente, digo, mírate a ti-

  Pip gruñó, listo para estirar la mano y tirarle en la cara la primera cosa que pudiera encontrar, para poder borrarle esa pestilente sonrisa del rostro.

    -Bien, suficiente, por mucho que me divierta dejarte en ridículo- paro, meditando sus palabras -Ya es tarde, a mi no me conviene que se sepa que nada de esto pasó, y a ti seguramente nadie vendrá a buscarte, así que supongo que podemos colaborar al menos por esta vez-

   Después de unos segundos de quietud Phillip simplemente asintió, Damien tenía razón, por mucho que detestara admitirlo. Así que se quedó en silencio, listo para el siguiente movimiento.

   -Okay, bueno, dices que no puedes pararte, verdad?-

   Preguntó mientras se ponía de rodillas, sin darle mayor importancia al hecho de que ahora sus pantalones también estarían cubiertos de lodo y suciedad.

    -Así es-

    -Puedes mover las piernas?-

   Cuestionó, dirigiendo sus manos a sus rodillas, donde los pantalones de mezclilla viejos de Pip habían cedido, la tela había quedado reducida a tiras, dejando dos huecos del tamaño de unas manzanas en donde se habían roto.
    Pip movió las piernas de un lado al otro, sintiendo un escozor que corría desde sus rodillas hasta la punta de los pies, como si los tendones se hubieran desgarrado y estuvieran colgando en finas hebras. Gimió del dolor, mordiéndose los labios para acallar su voz.

-Ya veo- murmuró, prestando especial atención a los destellos rojos que brillaban a través de la suciedad que cubría su piel- Bueno, te diré la verdad, no es lo peor que he visto- y por el silencio que prosiguió Pip estaba seguro que había algo más -Pero, si no te limpias eso rápido, me temo que puede terminar muy mal para ti.

Esta profecía (Damien x Pip)Where stories live. Discover now