20.

1.2K 120 31
                                    

20 años.

¿Era posible que alguien de veinte años no haya tenido una sola pareja hasta ahora? Sí. ¿Era descabellado? No, pero en un mundo donde las almas gemelas eran encontradas a diario no era sencillo no encontrar una relación. Había tenido citas, había dormido con varias personas, pero nada serio, nada era real. Nadie era su alma gemela.

Él quería sentir aquellas mariposas que todos comentaban, el destello automático al ver a esa persona a los ojos, saber que todo estará bien porque estaría junto a vos el resto de tu vida y nada más importaba.

Pero las cosas no jugaban a su favor. Esperó dos años a que saliera, cada año en su cumpleaños anhelaba despertar con su frase, pero una vez más era una ilusión.

-Hola- se acercó a él un chico en la famosa "Fiesta de la victoria" del equipo de fútbol del campus. -¿Sos Iván, no?

-Sí, soy yo- Iván sonrió, esperaba que al menos fuera un buen sujeto. Hasta ahora no había preguntado acerca de...

-¿Sos al que no le salió su frase?- habló muy pronto. -¡Ja! Te vas a quedar solo de por vida- rió burlándose. -Escuchen amigos, miren, es Iván Buhajeruk, el imbécil sin alma gemela- señaló, burlándose sobre la música, casi todos voltearon, algunos rieron, otros lo miraron con desaprobación por tal broma. Iván solo oía las risas hasta que logró salir de la casa.

Llegó a su departamento después de haber corrido y se tumbó sobre la cama, llorado contra la mullida almohada con forro verde oliva. Sollozaba pesadamente, estaba cansado.

Cansado de la miradas curiosas y lastimeras, de las preguntas directas y las malintencionadas. De seguro no era la primera ni la última persona sin aquella estúpida frase y la estúpida alma gemela. Y de seguro moriría solo también.

Con los ojos rojos e hinchados se levantó hacia el baño, mojando su cara. Bajó la mirada de su reflejo en el espejo a su muñeca y comenzó a tallarla con fuerza, tallaba cómo si su vida dependiera de ello, la veía roja y casi sangrante pero no había nada que lo detuviera.

Ni el ardor ni la racionalidad. Su dolor emocional era más que el físico. Se detuvo cuando la primera gota grande de sangre cayó. Se tumbó en el suelo del baño hundiendo la cabeza entre las rodillas. Todas esas frases, las preguntas, las miradas, todas calculaban su cerebro.

-¿Ivi?- preguntó esa voz lentamente entrando a su habitación. Se sentó a su costado tomando su quijada y levantando la mirada de Iván.

-Lili- exclamó ahogado Iván, abrazando a su mejor amiga y roomie, la chica de cabello rosa había sido de aquellas personas que se acercó apenas llegó, y gracias a quién fuera, ella no preguntó acerca de nada más que la tarea, se habían mudado juntos para el segundo semestre cuando fue suficiente tiempo como para llamarse mejores amigos.

-Ay, mí bebé grandote- lo abrazó fuertemente, la chica tenía pinta ruda pero era un total amor cuando de sus amigos de trataba. -¿Quién fue él o la tarada? Voy a cortar sus bolas o sus tetas y las voy a clavar en la pared del living- declaró molesta, acariciando su cabello.

Iván rió agradeciendo tener una amiga con Lili e inclusive como Fede, el cincuenta por ciento del tiempo no sabía lo que ocurría pero era un buen amigo. No suplantaba a sus amigos de la infancia, pero le brindaban un hombro en el que llorar y un chiste del cual reír, lo defendían de las burlas y contestaban preguntas estúpidas hacia él.

Y él estaba más que agradecido.

𝐆𝐑𝐄𝐄𝐍 » rodrivan.Where stories live. Discover now