noviembre;;

1K 104 11
                                    

-Buen día, amor- la voz de Iván pronunció besando la mejilla de Rodrigo quien se removió ligeramente, sabía que su chico no lo escucharía hasta que se despertara y colocara su audífono pero era una costumbre muy dura que no perdería jamás, recordarle que lo amaba aún si este no lo escuchaba, aún si cinco meses después de haberse mudado juntos se lo decía. -Te amo.

La primera clase del martes de Rodrigo no comenzaba hasta las diez lo que le daba más horas de sueño y luego recibiría clases hasta las cuatro, Iván lo alcanzaría en el Subway doblando la esquina del departamento treinta minutos después y aunque Iván quisiera que su novio las aprovechara para descansar este se negaría a perder de un solo segundo. Rodrigo se sentó estirándose cuál gato y bostezando se volteó hacia donde Iván se encontraba mirándolo con devoción y anhelo, cómo solo él sabía hacerlo. El castaño se acercó dejando un corto beso en los labios de su novio antes de ponerse de pie como dios lo trajo al mundo y dirigirse hacia el baño.

Después de la larga ducha que acabarían compartiendo ambos se vistieron para el día y Rodrigo colocó sus audífonos acomodando el nivel del volúmen con ayuda de Iván quién hacia ruidos absurdos sacando risillas del más bajo.

Desayunaron juntos y se despidió de Iván como de costumbre en la puerta antes de abrirse paso hacia el campus, pasaría visitando a Isaías o quizás a Milagros, lo más probable era que se encuentre con ambos en cierto punto y terminen en algún café hasta que alguno tuviera que ir a clases.

Al final quedó con Milagros y ambos bebieron algo en la cafetería en lo que su clase de español por créditos extra comenzaba.

Cuando el reloj marcó las cuatro y siete minutos cruzó la puerta del Subway, moría por un sándwich y una de esas galletas con chispas que Iván traía para él después de clases de esas que vendían en la cafetería de su universidad.

Hablando de Iván, no había sabido de él en todo el día y debía quizá enviarle un mensaje.

Veinte minutos después no había devuelto una respuesta y para cuando el reloj dio las cinco y cuarto había tenido suficiente, se fue al departamento.

Primero sintió preocupación, preocupación cuando ninguno de sus amigos había sabido de él hasta que se marchó del campus una hora antes. Luego rabia cuando un mensaje de él llegó diciendo que se encontraba con la chica de ahora cabello naranja, Liliana. ¿Por qué rabia? Porque esta le había dicho que no lo había visto hace horas atrás.

-Buenas noches, amor- saludó entrando por la puerta ya entrada la noche. Dejó su abrigo en el perchero y se aproximó a besar a su novio cuando este lo ignoró y se encaminó hacia la habitación. -Mhm, ¿Querés hacerlo esta noche también?- pero se detuvo cuando la puerta fue cerrada en su nariz. -¿Hice algo?- preguntó abriendo la puerta, Rodrigo aún sin dirigirle la mirada. -Te dije que había tenido una urgencia con Lili, bebé.

Rodrigo por primera vez en la noche lo miró incrédulo y mediante señas le hizo sabés que sabía que no estaba con ella y que quería la verdad. -Oh, mierda, tendría que haberle dicho. Perdón por haberte dejado plantado, no volverá a pasar.

Rodrigo de nuevo demandó saber dónde había estado entonces pero este se negó excusándose con que no volvería a pasar pero que en serio no podía decirle. Rodrigo sin más remedio bajó el volúmen de sus aparatos. -Oh, ¿Vas a hacer esto ahora? Que infantil- habló más para sí mismo al saber que no podría escucharlo ahora. Rodrigo salió de la habitación cargando una sábana y una almohada. Iván le siguió el paso horrorizado. -¿Vas a hacer un berrinche por esto? No podés dormir en el sillón, Rodri- pero calló cuando Rodrigo impactó las cosas en su pecho. -Yo tengo que dormir en el sillón cuando vos sos el molesto, increíble- y así sin más se fue dejando al desconcertado Iván frente al sofá.

Para cuando el reloj marcó las nueve de la noche el sofá no lo abrazaba como los delgados brazos cálidos solían hacerlo y Rodrigo en cambio sentía la cama demasiado grande. No era ni cerca la hora de dormir de ninguno pero qué podían hacer, ambos eran tercos y ninguno daría el brazo a torcer. A no ser que Iván en serio extrañara al chico y que Rodrigo sintiera tan dolorosa su ausencia como para opacar el que no le dijera la verdad. Por eso se cruzaron patéticamente en el pasillo cuando iban en búsqueda del otro.

Rieron al ser tan ridículos y se abrazaron con fuerza inhalando el aroma del otro.

-Perdón por mentirte, solo soy un tonto que hace sin pensar por vos, porque así me tenés, odio mentirte pero lo hago porque te amo, te amo tanto que solo quiero cosas buenas para vos, llenarte de cosas buenas, de cariño, de sorpresas, por eso hice esto, no quería que...- sintió a Rodrigo reír en el abrazo y lo soltó para verlo reír con más fuerza. -No estás escuchando, ¿Verdad?- preguntó mientras hacía las señas. Rodrigo negó con la cabeza. Iván acercó ambas manos a los lados del rostro del contrario, por las orejas encendiendo los audífonos. Lo miró a los ojos y dejó un casto beso en sus labios, tan corto como un pestañeo y susurró bajito cómo un secreto, cómo un susurro del viento, solo para ellos dos, como si las paredes pudieran escuchar. -Te amo tanto.

Luego sintió una gota húmeda en su mano y otra y otra y cuando se dio cuenta Rodrigo derramaba lágrimas de felicidad mientras repartía besos por todo el rostro de Iván, ahí parados frente a frente en medio del pasillo había dicho eso que ambos sabían pero que ninguno se atrevía a decir. Se amaban, estaba dicho. Se selló cuando mediante señas Rodrigo dijo que también lo hacía, con su vida entera.

Minutos después abrazados bajo la lámpara de luz amarilla en la habitación que compartían Rodrigo seguían insistiendo en saber que no le quedó remedio que ceder ante su amado.

-Está este centro- comenzó después de reprocharle por arruinar su regalo de navidad y cumpleaños además de asegurarse que no podía guardarlo más o dormiría en el sofá y esta vez sin reconciliación. -Y tiene este programa para gente con tu condición, sordomudos y no quería hacernos esperanzas pero estuve ahorrando y puedo...- se pudo de pie y trajo un folleto de su mesita al lado de su lado de la cama. -Pueden ayudarte a hablar con terapias Rodri y sé que es duro y que no deberíamos hacernos ilusiones pero quiero que lo intentes, entiendo si vos querés pero sería un sueño para mí que algún día puedas...que pueda escucharte, que puedas insultarme y decirme que soy un tarado con tu voz, que pueda escucharte, que...no lo sé, solo- y él iba a seguir hablando cuando Rodrigo se abalanzó sobre él llorando por segunda vez en la noche, porque era lo más lindo que alguien había hecho por él nunca.

Rodrigo comenzó con señas: "Es lo más lindo que alguien ha hecho por mí" se detuvo a secar sus lágrimas, "Gracias Iván, por ser vos, por quererme y por hacerme tan feliz, te amo tanto. No sabemos si esto funcione pero si lo hace, sé que lo primero que quiero decir es que amo a Iván Buhajeruk".

Iván sonrió con ojos brillosos y lágrimas amenazando con salir. -Y que es un tonto- Rodrigo asintió.

𝐆𝐑𝐄𝐄𝐍 » rodrivan.Where stories live. Discover now