22.

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22 años.

¿Por qué accedió ir a la estúpida fiesta de universidad vecina? Estaba aburrido, las luces lo mareaban y había perdido a sus amigos unas horas atrás y aunque de veras había tratado de integrarse a distintos grupos parecía realmente perdido.

Cansado de la estridente música había apagado su aparato auditivo minutos atrás cuando decidió salir por un cigarro.

Se encaminó hacia la salida entre cuerpos sudorosos, palabras arrastradas y el nauseabundo olor a vodka y marihuana combinados.

Una vez llegó a la puerta corrediza de lata, iba a arrastrarla cuando un golpe lo tumbó cayendo sin aviso al suelo, gran tarado, ¿Quién entra sin ver hacia dónde va?

-Lo siento mucho- se disculpó el desconocido, Rodrigo se paralizó, se sintió mareado y feliz, sin explicarle al chico le sonrió negando con la cabeza.

El chico sin nombre se quedó quieto en su lugar y evidentemente tenía batallas mentales y mil y un preguntas en su cabeza.

"¿Sos sordo?" Preguntó mediante señas moviendo su dedo índice desde él hacia sus labios y luego hacia su oreja esperando a su respuesta visiblemente nervioso.

Rodrigo asintió buscando que entendiera su condición. A su vez estaba nervioso, sentía que explotaba y no de mariposas sino de una estampida de elefantes africanos corriendo causando una estampida en su estómago.

Volvió a hablar en señas, señaló sus ojos y su muñeca. "¿Puedo ver tu muñeca?"

Rodrigo le sonrió mostrando su muñeca dónde descansaba la frase: "Lo siento mucho".

Rodrigo le sonrió, había aprendido con el tiempo a leer los labios, sabía que el chico lo había dicho.

Ambos se presentaron al otro mediante lenguaje de señas hasta que Rodrigo recordó su audífono, encendiéndolo para al menos poder escuchar a Iván.

Fueron por un café y por primera vez había estado interesado en escuchar a alguien más durante toda la conversación sin apagar su audífono.

𝐆𝐑𝐄𝐄𝐍 » rodrivan.Where stories live. Discover now