22.

1.1K 140 17
                                    

22 años.

No tenía ganas de salir, no quería ir ala estúpida fiesta de Joaquín pero ahí estaba frente a la puerta de la bodega, dudando de si entrar o no.

Regresemos un par de horas atrás. Estaba en su habitación escuchando aquel nuevo disco de su banda favorita de rock inglés, su pie repiqueteando contra la pata de su escritorio al ritmo dela batería y su cabeza balanceándose mientras cantaba, y por si fuese poco resaltaba un par de puntos importantes en su libro de literatura latina.

Su paz se vio interrumpida cuando una mano delgada con un desgastado esmalte gris se interpuso en su sesión de estudio. Levantó la mirada y volteó la silla encarándola.

-Joda en la casa de Joaquín esta noche, Fede viene por nosotros en quince, ponete lindo- le guiñó un ojo.

-No voy- negó con determinación.

-No te pregunto, te aviso.

-No, Lili- le repitió.

-Ivaaan- se lanzó de espaldas al colchón despeinado su celta verde neón con mese sin retocar mientras reprochaba.

-Liliii- la imitó riéndose al final. -No quiero, estamos por empezar exámenes.

-El lunes, es viernes y se vienen días de estrés, podés encerrarte a estudiar todo el fin de semana y quejarte de no haber salido o salir y encerrarte con la satisfacción de haber movido tu escuálido culo- finalizó arrojándole una almohada. -Dale, no nos dejés a mí y al tarado de Fede- se levantó dándole un puchero.

-Bueno. Sólo porque Horacio, Virgilio y Ovidio de están poniendo muy aburridos.

Se puso de pie y se encaminó al baño para ducharse, salió rápidamente. Se metió dentro de unos largos pantalones negros y una remera morada con estampado negro, peinó su cabello intentado que se viera bien, cuando no lo logró optó por ponerse una gorra. Minutos después ambos subieron a la camioneta del rubio Federico.

El camino hacia la fiesta pasó veloz, dentro de un par de minutos la música se oía cada vez más cerca. La fiesta era en una vieja bodega a unos kilómetros de la universidad, llamada "La casa del Joaco" desde hace unos meses atrás cuando el adulto la había encontrado y había dado una de las mejores fiestas. La puerta debía ser deslizada para abrirse pero no alcanzaba a reunir la suficientes ganas para hacerlo.

Sus amigos habían entrado tiempo atrás. Él había dicho que los alcanzaría después y aunque ellos se negaron a aceptar segundos después de bajaron.

Ahora estaba frente a la entrada, debatiéndose entre si entrar o caminar hasta un McDonald's o cualquier otro restaurante de comida rápida cerca -en esta situación hasta la tienda sucia y vacía de una estación de servicio parecía mejor-.

Reunió el valor suficiente cuando empujó la puerta hacia la derecha y sin pensarlo impulsó su cuerpo hacia adentro, golpeando algo a su paso.

-Lo siento mucho- se disculpó tendiéndole la mano, ayudándolo a levantarse. El chico le sonrió haciéndole un gesto con la cabeza.

Iván lo pensó.

¿Podía ser?

Había tomado lenguaje de señas en la secundaria cuando educación sexual parecía una clase demasiado incómoda.

Movió las manos formando palabras, esperando no equivocarse.

"¿Sos sordo?" Preguntó mediante señas moviendo su dedo índice desde el el desconocido hacia sus labios y luego a su oreja, esperando no incomodarlo.

Él asintió, sordomudo.

Su corazón latió con brusquedad haciéndolo sentir que en cualquier momento escaparía rompiendo su pecho.

Tenía que ser.

Todo cobró sentido porque lo sintió.

Sintió las malditas mariposas.

Sintió el destello.


Volvió a hablar en señas, señaló sus ojos y su muñeca. "¿Puedo ver tu muñeca?"

Iván perdió el aliento cuando el más bajito le extendió su muñeca y una frase, tres palabras y trece letras destacaban sobre su piel bronceada.

"Lo siento mucho".

Iván sonrió hacia el chico enfrente.

El chico sonrió de vuelta. Sabía lo que había dicho, sabía leer labios, le costaba pero podía.

Se presentaron uno al otro mediante señas.

Iván le invitó un café.

Fueron a una cafetería y bajo la luz del establecimiento que olía a chocolate y granos de café pudo ver sus ojos con claridad.

Verdes.

Su color favorito.

Y la vida de cierta menta le dio a conocer al menos una cualidad de su alma gemela.

𝐆𝐑𝐄𝐄𝐍 » rodrivan.Where stories live. Discover now