🌺 Capítulo 7

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🎧 Canción del capítulo: Cat Stivens — Wild World.


La cena de la noche anterior al final había acabado siendo de lo más agradable y tranquila. A decir verdad, fue bastante mejor de lo que habría esperado con su antipático acompañante.

Mientras que otras parejas se habían levantado para bailar las lentas melodías muy pegados, ellos habían optado por compartir unas copas en la barra y seguir con la entretenida charla. Afortunadamente, porque Sienna era un verdadero desastre bailando.

Al final el señor Kyong resultó ser realmente interesante y entretenido. También era verdad que podía ser bastante encantador cuando quería, el problema, había notado Sienna, es que no solía desearlo muy a menudo. Pero aun así era difícil aburrirse con él, ya fuera por su buena conversación o por ese toque de seriedad y misterio que siempre le daba a todo.

Tampoco es que fuera realmente antipático, si no más bien reservado y tal vez algo tímido, aunque pretendiera lo contrario. Lo que le daba ese aspecto de inaccesibilidad y frialdad que sin duda volvería loca a más de una mujer, que querrían descongelarlo para descubrir el corazón blando que imaginarían que escondía detrás de tantas capas de hielo.

Sienna todavía dudaba de que tuviera uno de esos operativos para más que bombear sangre, pero era solo su opinión.

Continuaron hablando de trabajo y de infinidad de cosas más, increíblemente sin aburrirse. Lo único malo de la noche es que él la habían descubierto, pero por alguna razón estaba segura de que Cailean guardaría su secreto, al menos de momento. Además, ahora que sabía quién era, no tenía dudas de que intentaría convencerla para que se uniera a su empresa a toda costa, no parecía precisamente de los que se daban por vencidos fácilmente.

Seguramente se mostraría de lo más amable e insistiría hasta que a ella no le quedase más remedio que aceptar, aunque fuera solo para que las dejara en paz.

Bueno, se lo pensaría durante las vacaciones, le concedería eso. La verdad es que lo que le ofrecía Lord Antipático era bastante tentador, eso debía admitirlo, pero también le daba pena dejar atrás su trabajo en la universidad. Estaba cómoda allí, su entorno de trabajo era de lo más agradable y, además, tenía relativa libertad para desempeñarse como quisiera.

O al menos así había sido hasta que llego el premio.

Pensaba ella a la mañana siguiente, acabando de atarse las zapatillas para salir a la excursión a pie que tenían programada para ese día y con la que se iniciaban oficialmente todas las actividades de su calendario de viajes.

Se miró al espejo tratando de acomodarse un poco mejor el moño despeinado que se había hecho en la parte superior de la cabeza. Sus rebeldes rizos estaban aún más alborotados de lo normal debido al calor y la humedad de la isla, por lo que desgraciadamente no había mucho que hacer con ellos más que mantenerlos apartados de la cara, donde no molestaran.

Daba igual, no esperaba conseguir un marido real allí, ni impresionar a nadie de todas formas, ¿a quién le importaba su pelo? Iba algo despeinada, pero ¿y qué? Se encogió de hombros dejando atrás el tema, hacía años que había hecho las paces con su descontrolada melena natural y la aceptaba tal cual era, un desastre con vida propia, pero su desastre, a fin de cuentas.

Ya no se avergonzaba de verse como una oveja a la que arrastró un tornado, como solían decirle sus no tan queridos compañeros de clase, entre otras cosas. Aunque su madre, tan buena siempre, decía que era todo lo contrario, que su cabellera era hermosa, como la de una criatura mítica de las fabulas, como una encantadora hada saltarina y alegre. Sienna en realidad nunca le creyó, es bien sabido que las madres lo ven todo a través de los ojos del amor y no son realmente objetivos.

Quince días para enamorarnos [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora