XVIII

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Mini maraton (1/2)

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Mini maraton (1/2)

–¿Por qué? – cuestione abriéndome paso por la puerta.

Theodore Nott que descansaba sobre la sedosidad de sus sabanas, alzó el rostro con una mueca de confusión.

–Claro, puedes pasar, no me molesta en lo absoluto. Es mas, ¿tienes antojo de una piña colada? – se expreso con sarcasmo.

Gire los ojos.

–¿Por qué cooperar? ¿Por qué armar una redada en mi contra cuando yo había establecido el apoyo nulo de su parte?

–Porque yo se los pedi – exclamó Pansy repentinamente haciéndome brincar en mi sitio.

Esta cruzaba por el marco del baño con una toalla enredada sobre la cabeza. Un líquido verdoso se escurría por todo su rostro hasta el pliegue de su cuello, dándole un aire completamente monstruoso.

Brinco sobre el pie de la cama de Nott, cruzando las piernas justo debajo de su cuerpo, sentándose al estilo indio, arropandose mucho más entre la tela de su bata. Chiflo justo frente al rostro de Theodore, que pareció perdido por la imagen.

–Te ves horrible – se expresó, con una mueca extraña de estupefacción y horror.

–Vaya, sabes como halagar a una mujer – declaró Pansy con una sonrisa llena de falsedad.

Tomo con mucha más fuerza de la necesaria uno de los brazos de su compañero, haciendo que este soltara un suspiro doloroso, dejando en evidencia clara la calidad del agarre.

Pansy sonrió angelical mientras pestañeaba con delicadeza.

–No entiendo como puedes usar esta mierda – comunicó Draco, cruzando la puerta del cuarto de baño.

El líquido viscoso extraño le adornaba el rostro por igual.

–Adorable – espete, ganándome un ademán profundo de su dedo medio.

–¿Ya viniste a reclamar nuestro acto de rebeldía, papá? – interrogó el rubio sarcasticamente destacando la ultima palabra antes de correr con velocidad a la seguridad de la cama de Nott.

Mis intenciones asesinas crecieron de golpe.

Nott y Parkinson soltaron risas infantiles cuando lo vieron balancearse contra la orilla del colchón por la velocidad de sus movimientos.

El trato con Chiara Beauvoir se había instituido hace tan solo un par de días, y aunque en su momento el repentino ataque de interés por los chicos dentro de sus asuntos me había desestabilizado por completo, pude notar solo un par de segundos después que la presencia de Beauvoir me hacía ignorar la sensaciones extrañas de mi cuerpo, esas que traía su figura a mis adentros.

Culpe de la sensación extraña a mi falta de desayuno balanceado.

–No vine a reclamar absolutamente nada, vine a buscar explicaciones – arremetí.

𝐂𝐀𝐓𝐀́𝐒𝐓𝐑𝐎𝐅𝐄 | 𝐓𝐎𝐌 𝐑𝐈𝐃𝐃𝐋𝐄.Where stories live. Discover now