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NARRA SUKUNA

Mi nuevo juguete era delicioso, además su cuerpo no estaba nada mal no podía esperar a saber cómo se sentiría poseerlo. Y su sangre, maldita sea, era deliciosa y ya era mía.

Sin embargo, supongo que todo fue demasiado para él, se desmayó, pero no fue impedimento para que siguiera disfrutando de su esencia, durante un buen rato me inunde de su sabor mordiendo en otras partes de su cuerpo y su aroma era demasiado atractivo.

Al terminar lo cubrí con una manta y salí del cuarto.

-Maki, Mai – llamo y la chica de pelo corto y la de gafas aparecieron.

-Si señor? – dijeron al mimo tiempo

-Mai consíguele todo lo necesario a mi mascota y explícale todo lo necesario y Maki asegúrate de estar atenta, su seguridad también es tu deber.

Ambas asintieron. Entonces entre a mi habitación para darme una ducha, pero era una pena no quería que el aroma del pelinegro desapareciera, pero tendrá todo el tiempo del mundo para tener todo, absolutamente todo de él.

NARRADOR OMNISCIENTE

- ¿Porque siempre te deja cosas más importantes a ti? - Dijo Mai

- ¿Vaz a empezar con eso? - responde Maki

- Yo me encargo de ese maldito concubino y tu siempre eres asignada a cosas de mas confianza.

-Tu lo dijiste “De mas confianza”

-Odio esto, además tu ni siquiera…

-Ya basta solo has lo que se te ordena y deja de autocompadecerte. Y no se te ocurra desquitarte con el chico siempre haces eso con los concubinos.

-Que mas da, solo es uno más del montón, un juguete.

-Y tu te encargas de que sea peor

Después de eso Maki se fue así que Mai no le quedo de otra que hacer lo mismo.

NARRA MEGUMI

Desperté algo aturdido y desorientado, pero entonces comencé a recordar lo que había pasado, me levanté de golpe, pero sentí una ligera molestia. Al quitar la manta note marcas en mi cuerpo.

Fui al espejo y me quité mi ropa ya algo desgarrada logrando ver las marcas de mordida en mi piel. Maldita sea ese bastardo había seguido, aunque yo no fuera consciente, marcas de mordidas se veían. Una en mi cuello, brazo, hombro, pecho y abdomen.

Ardían un poco pero extrañamente habían empezado a cicatrizar más de lo normal.

Quería salir, pero no tenía más ropa o eso creí ya que en el closet había prendas que antes no estaban. Me cambié de pantalón y me puse una camisa.

Al salir no note la presencia de nadie más. Me acerque a lo que parecía la cocina, pero no había muchas cosas en realidad.

- ¿Qué crees que haces?

La voz de una mujer de pelo corto me tomo por sorpresa

- Yo, solo quería comer algo.

-Debiste llamar entonces- se acercó a mi- Escucha solo tengo que decirte ciertas que no puedes salir del apartamento sin permiso, nunca subas la escalera y pase lo que pase no le lleves la contraria a el amo Sukuna

- ¿Sukuna? - no podía creer lo que escuchaba.

-Viniste aquí sin saber quien seria tu amo, bueno eso es típico de sus concubinos, lo siento por ti.

La chica me dio una bolsa con comida, pero yo solo pude tomarla y quedarme estático.

Sukuna… Ryomen Sukuni, maldita sea, me vendí al peor de todos, el era el noble al cual todos le temían. Nunca lo había visto antes pero ahora se que los rumores eran ciertos y yo ya no tenia un futuro. De haberlo sabido hubiera abrazado más fuerte a Itadori. 

Estaba temblando así que rápidamente volví a mi habitación y cerré con seguro. El miedo me estaba consumiendo, pero también recordé que tenia que volver con mi hermano.

No salí de la habitación en todo el día y ya al anochecer escuche pasos que terminaron en la puerta, la perilla intento ser girada pero no se abrió, tome una lampara de un mueble, y me coloque detrás de la puerta. Con brusquedad por fin se abrió la puerta y al ver al vampiro intente golpearlo.

Él fue mucho más rápido y tomo mi brazo con demasiada fuerza, solté la lampara por el dolor en la muñeca.

-Así que el lobito también tiene colmillos.

Me aventó al suelo, intente levantarme, pero me tomo del cabello, se acercó a mi oído y susurro.

-Tienes una cara tan inexpresiva pero cuando me vez tu corazón se acelera, tiemblas y tu sangre huele aún mejor- en un segundo ya estaba de pie, pero contra la pared y con mis manos atrapados con las suyas.

Su lengua paso por mi nuca, una de sus manos paso ahora a mi pecho y empezó a desabotonar mi camisa, empezó a acariciar mi pecho y abdomen, pero de repente las caricias se volvieron arañazos, mi piel empezaba a sangrar, el ardor aumentaba al igual que sus besos en mi cuello. En un momento me volteo quedando cara a cara, bajo su mirada lasciva a mi pecho y empezó a lamerlo y acariciarlo, los gemidos querían salir de mi boca.

Volvió a verme a los ojos lamiendo una de sus labios y gotas de sangre en sus dedos.

-Mierda, tu sabor es único… si que eres una adicción… una maldición

-Ya…basta…

-Tu me perteneces, no puedes negarte a nada.

-Eres tú la maldición… un maldito noble- tomo mi cuello rasgándolo también, el dolor era un horror.

- ¿Sientes eso? Ese dolor se convertirá en placer, te hare desear mas o desear morir.

-Si hubiera sabido que terminaría aquí… no hubiera aceptado.

-Igual te hubiera encontrado, e igual terminarías siendo MIO.

Mordió mi cuello, pero esta vez con mas fuerza, pero ahora sus palabras parecían ciertas, el dolor se combinaba con placer aun así quería escapar, quería alejarme de él. Otra vez parecía querer desmayarme.

Por fin termino de beber de mí y tomo mi mejilla.

-Tu cuerpo, aunque hermoso es débil, será mejor arreglarlo ¿No crees?

Esta vez mordió su propia muñeca sin inmutarse, se acercó y sus labios se juntaron con los míos, pero también pude sentir como su sangre pasaba a mi boca, algo en mi cambio con eso. Su lengua empezó a jugar con la mía y no sé porque, pero esta vez no quería alejarme, quería que siguiera, que no parara.

Entonces por fin libero mis labios.

-Ahora, no podrás escapar de mí, jamás.


ERES MI MALDICIÓN Where stories live. Discover now