𖠌𝙋𝙧𝙤𝙡𝙤𝙜𝙤

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Era un día cálido, el sol brillaba con resplandor, el aire soplaba lentamente, el cielo estaba despejado.
Todo era tranquilo...
Pero no para unos pequeños rubios.
Dos pequeños de ojos amatistas y cabellos dorados que tenían que sufrir.
Sus padres habían muerto, dejándolos huérfanos y solos, hasta que los habían acogido en un orfanato, donde podrían hacer amigos y tal vez ser adoptados por alguien, esas eran las visiones de estos pequeños.
Pero no fue así.
Resulta que los demás niños del  orfanato eran crueles con ellos, se burlaban de sus ojos, de sus apariencias tan delgadas, e incluso los golpeaban con cualquier objeto.
Todo eso hizo que estos pequeños rubios empezarán a cambiar, se volvieron rebeldes, despiadados, problemáticos, incluso empezaron a golpear a cualquiera que se les acercara, en tan solo unos meses ya eran la desgracia del orfanato.
Obviamente las monjas que cuidaban del orfanato se enteraron de tales actos, y empezaron a castigarlos una y otra vez.

Nadie los protegía.

Nadie los quería.

Nadie los ayudaba.

Pasaron  2 años, y estos pequeños ahora tenían 9 y 10 años, en esos años nadie quiso adoptarlos, aunque para ellos esa no era la gran cosa.
Cuando las monjas se dieron cuenta de que los niños empezaban a ser un problema, estaban por tomar la decisión de llevarlos a una cárcel de menores, dónde probablemente estarían allí por el resto de sus vidas.

O eso fue lo que se creyó.

Una pareja homosexual conformada por un hombre joven de 29 años,  piel morena clara, ojos púrpuras y cabello albino, de baja estatura, seguido de su pareja un hombre también joven de 26 años, cabello azabache, ojos de diferente color con una cicatriz traspasando uno, era alguien alto.

Está curiosa pareja llegó al orfanato y pidieron adoptar a un niño
La monja que los atendió felizmente les entregó un formulario mientras hablaban de ciertos requisitos que tendrían que cumplir para poder adoptar, luego de que la pareja había leído el formulario, la monja los llevo al jardín donde estaban los niños.

Algunos jugaban entre si, otros jugaban solos, otros conversaban, entre más.
La monja les fue presentando algunos pero la pareja fijo su mirada en dos pequeños rubios, los cuales estaban sentados en la sombra de un árbol, uno estaba descansando mientras que el otro miraba con el ceño fruncido a todos.

La pareja curiosa preguntó sobre los pequeños, recibiendo de parte de la monja toda una charla de lo mal portados que eran y que no los recomendarían, estos solo escucharon con atención, pero de igual forma decidieron ir a hablar con ellos, la monja sin poder hacer nada se retiró mientras la pareja iba a hablar con el par de rubios.

La pareja al acercarse a los menores, el mayor que traía un par de trenzas y un pasador en el cabello se levanto enseguida y les dijo que se largaran.

—no se nos acerquen, vayanse de aquí -. Dijo el rubio mayor con una voz grave pero algo chillona por su edad, posicionándose al frente del rubio pequeño que estaba aún dormido, este contaba con un par de gafas circulares y el cabello lo tenía recogido junto a unos pequeños mechones que sobresalían.

El azabache sorprendido estuvo a punto de reclamarle al rubio, pero su pareja lo detuvo mientras soltaba una pequeña risa.
El moreno se acercó al rubio y se agachó a su altura mirándolo fijamente a los ojos.

—Eres gracioso-. Fue lo único que dijo el albino, haciendo sacar de sus casillas al rubio mayor.
Esté estuvo a punto de lanzarle un golpe, no le importaba que fuera un adulto, pero fue detenido por una caricia en su cabello de parte del albino.

—Se nota que te gusta proteger lo tuyo, eso me agrada, pequeño.-. Acariciando el cabello rubio del mayor que se sonrojo por la acción del albino, nadie lo había tratado así aparte de su hermano menor.

El albino quitó su mano de la cabeza del rubio mayor y le dijo— me puedes decir tu nombre y el del chiquito de atrás?-.

El rubio confundido solo respondió su preguntaR-Ran, ran Haitani y rindou Haitani.-.Mirando  extrañado a el albino.

El moreno sonrió y se acercó al pequeño dormido,dirigiendo su mano a la cabecita del rubio menor, acariciando lentamente sus cabellos, quitó su mano y fue de nuevo con su pareja.
Antes de que se retirarán.
El moreno le sonrió al Haitani mayor—pronto nos volveremos a ver pequeño, mientras cuida mucho de tu hermanito y no se metan en tantos problemas.-Se volteo junto a su pareja y empezaron a regresar al despacho donde la monja anteriormente los había atendido.

—ya decidieron por cual van a adoptar?-. Dijo con una sonrisa mientras se preparaba para anotar al pequeño que iban a adoptar.

La pareja se miró entre si y con una sonrisa dijeron—Queremos a los Haitani.

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Bueno este a Sido el prólogo el cual fue como Izana y Kakucho habían conocido a los Haitani.
Por cierto, cambie un poco las edades por qué me gustaba más de esta forma.
Espero que les haya gustado y no olviden votar, comentar y compartir <3🧃

♪𖠌Fᴀᴍɪʟʏ 𝖪𝖺𝗄𝗎𝖼𝗁𝗈𖠌♪Donde viven las historias. Descúbrelo ahora