Capítulo 10

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Anastasia

Corro por el bosque y esquivo las ramas mientras sigo a Nicolás y Nicole, suelto un gemido de dolor cuando tropiezo con una piedra caigo en suelo. Muerdo mi labio inferior con fuerza porque me duele mi pierna, pero apenas puedo verlos y no puedo salvarla. Cierro los ojos con fuerza porque esto se repite una y otra vez, nada cambia. No sé en dónde estoy, estoy perdida en una especie de limbo entre la vida y la muerte.

Siento que mi vida se me escapa entre los dedos y no sé cómo detener las voces. Todos los días y noches son iguales, por más que intente cambiar algo, siempre vuelvo al mismo lugar. Estoy tan cansada de luchar, me siento perdida y asustada en este lugar desconocido para mí.

Siento que me estoy volviendo loca y por más que intento salir de este bosque siempre termino regresando a esa cabaña que se abre lentamente. Escucho voces, pero ninguna reconozco, es como si fueran voces del más allá. Es loco pensar eso, pero sus voces son como murmuro inaudibles para mí, no entiendo qué dice, pero cada vez escucho más esas voces.

Apoyo mi cabeza en un árbol y veo como se abre lentamente esa cabaña que tiene un aspecto aterrador con sus ventanas rotas y gotas de sangre en la puerta «Si, nada tenebroso y aterrador»—pienso. Me abrazo a mí misma con fuerza ¿Qué es lo que tengo que hacer? ¿En dónde estoy? Ni siquiera sé si sigo viva o estoy muerta.

Miro el cielo y está completamente oscuro por las nubes y una ráfaga de viento azota mi cara que me hace cerrar los ojos con fuerza porque el viento trae consigo hojas secas de los árboles que chocan con mi rostro.

—¿En dónde estoy? —grito fuerte, apretando mis manos en forma de puños—. Qué es lo que tengo que hacer.

Miró de nuevo el cielo nublado como si esperar una respuesta desde el cielo, pero nada pasa y apoyo mi frente en mis piernas, mientras espero que pase algo, los minutos pasan y solo siento ráfagas de viento que hace crujir los árboles y como se abre lentamente la puerta de la cabaña.

—¿Estás perdida en tus pensamientos? —murmura esa voz y siento como se sienta a mi lado—. Siempre has sido una chica que se pierde en sus pensamientos y eso me gusta.

Lo miro por el rabillo de mi ojo y veo como Nicolás me ofrece una frutilla bañada en chocolate y niego con la cabeza.

—No quieres una frutilla bañada en chocolate, eso es como un pecado, Darling—comenta con una bonita sonrisa que hace suspirar a las chicas. No digo nada y él me mira con preocupación—. Por cierto, mi madre hará una pequeña cena por mi cumpleaños.

Aprieto mis labios en una fina línea y veo a mi alrededor donde ahora estamos en un parque de Madrid y atrás quedó el bosque tenebroso. Mi mente me tortura con los viejos recuerdos Nicolás y con el verdadero, a veces me cuesta creer que son la misma persona.

—¿Te encuentras bien, Anastasia? Te noto un poco más apagada de lo usual—dice, acariciando mi mejilla donde muevo mi rostro como si me quemara su tacto—. Si quieres nos podemos ir, estás pálida, Anastasia.

No respondo y escondo mi cara entre mis piernas porque no quiero seguir escuchando a la persona que me quitó todo. Me quito mi vida, yo antes amaba vivir la vida y era supongo muy ingenua... Solo quería un amor de romance como lo que leía en los libros. Solo quería enamorarme de una persona y que compartiera mi amor por la vida y lo que conseguí fue que me quitara la vida. Intenté seguir con la vida después de morir en vida e intenté salir adelante, pero al final él volvió a quitarme mi vida.

No puedo decir que todo fue malo después de que perdí a mi hermano, me costó volver a sonreír de forma sincera y me volví a enamorar locamente de Diego, que en un principio solo quería pegarle en esa cara de ángel que tenía. Me volvía loca que fuera tan insistente, pero eso solo me hizo darme cuenta de que era un hombre que luchaba y que no daba vencido. En fondo me hizo admirar por ser tan luchador. Yo me hubiera rendido fácilmente, pero él no.

Hermosa DestrucciónWhere stories live. Discover now