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-Wanda-

Suelto una risita nerviosa al subir al auto de Loki escuchándolo a él y Sylvie comenzar a hacerme burla sobre lo que sucedió hace unos instante con Romanoff, estúpida pelirroja tenía que llegar a activar de nuevo aquellos sentimientos que me había obligado a reprimir tras enterarme que nuestro viaje se adelantaba unos meses más, por que los cálculos de mamá con sus nuevo jefes fallaron y el viaje ya no sería a final del año escolar, si no que sería a mediados del año justo cuando terminara mi primer cuatrimestre.

Y si se que seria al inicio después de la ceremonia de la exposición, pero después mamá habló con sus jefes y le dijeron que a finales del año por que tenía todo bajo control, sin embargo terminaron con el plan inicial que tenía por la urgencia con la que la necesitaban en Italia para que pusiera el control en el sector al que se integraría en su nueva empresa.

Ahora ya no me quería ir después de lo que pasó esta noche.

Maldita princesita. -murmuré cerrando los ojos con fuerza borrando la sonrisa de mis labios.

Suspiró llevándome la mano al cabello para peinarlo hacia atrás antes de bajar la mirada a mi regazo en donde se encontraba aquella flor que Romanoff me regalo, sonrió tomando el girasol en mi mano acercándome a la nariz para olfatear aquel aroma perteneciente a la pelirroja que se impregnó en la flor, un aroma que me hace cosquillas en el estómago por aquellas mariposas que revolotean como locas tras su confesión.

Ella siempre olía de una manera deliciosa.

Ya deja de soñar con tu novia, bruja, llegamos. -me sacó de mis pensamientos Loki estacionando su auto a las afueras de nuestra tienda de donas favorita.

Loki para que carajos me trajiste aquí, se supone que debo de estar en casa a las doce de la noche. -gruñí mirando el reloj del estéreo notando que solo faltaban veinte minutos para que dieran las doce y tendría que llamar a mamá diciéndole que ya estaba en casa.

Tranquila cenicienta, tu mamá sabe que estarás conmigo toda la noche. -dijo Sylvie abriendo la puerta de mi lado para que bajara del auto.

Oigan, la cenicienta aquí es Sam. -murmuré bajando del auto dejando el girasol en el asiento trasero para que no se dañara.

Que grosera eres, voy llegando y ya me estás insultando. -se quejó una voz tras de mí haciendo que girara para encontrarme con mis dos amigos y la nueva novia de Scott.

Que haces fuera de casa tan tarde cenicienta. -dije con gracias escuchándolo gruñir dándome un empujón antes de abrazarme mientras reía.

No nos podíamos perder tu fiesta de despedida. -mencionó Scott envolviéndome entre sus brazos cuando Sam se alejó de mí.

Fiesta, qué fiesta. -pregunté confundida sintiéndolo tensarse mientras se alejaba de mis brazos de manera nerviosa.

Scott. -gritaron al unísono los cuatro para llevarse las manos a la frente soltando un golpe como si se hubieran coordinado para hacerlo.

Todavía no se lo decían, verdad. -pregunto rascando su nuca mirando a Sam quien negó.

Algunas veces eres algo distraído, cariño. -le dio un beso en la mejilla su pelinegra novia colgándose de su brazo.

Ya que arruinaste la sorpresa, será mejor entrar. -suspiro Loki tomándome del brazo para hacerme caminar a su lado hacia la tienda cerrada.

Los cinco me hicieron caminar hacia la parte trasera de la tienda de donas en donde se encontraban las escaleras de emergencias, me tuve que quitar las zapatillas para subir aquellas delgadas barras de metal negra a remilgos sobre por que me hacían esto en mis hermoso piecitos, remilgos que quedaron calladas cuando llegue a la azotea del lugar en donde se encontraba aquel rubio parado frente aquel viejo sillón en el que nos conocimos todos cuando entre a la primaria, con una mesa llena de aperitivos al frente, algunas luces que iluminaban el lugar, unas mantas en el suelo con almohadas, algunos sacos de dormir apilados en el sillón y al final una tela blanca en donde se proyectaba una serie de imágenes con algunas canciones de fondo que solíamos escuchar.

Privilegiados Donde viven las historias. Descúbrelo ahora