Capitulo 3

768 46 1
                                    

Letale

Alejandro

Me considero de las personas que piensa que toda en esta vida se gana, desde muy temprana edad mis padres me enseñaron que a pesar de siempre tener todo, nada seria fácil para mí por ser quien soy. Si quería portar nuestro apellido orgullosamente debía ser alguien sin escrúpulos y calculador para lograr ser tan grande como todos los miembros de la familia Astori, sin embargo me puedo dar el lujo de decir que soy mejor que cada uno de ellos, incluso más que mi propio padre que de vez en cuando se ve afectado por sentimientos y baja la guardia.

Siempre he creído que es el poder lo que mueve al mundo, cuánto dinero tienes define el valor de tu vida, es decir, no tengo ningún problema con las clases sociales pero si la gente entendiera que ellos son los únicos dueños de su vida y son ellos los que deciden si morir en la miseria o tener una vida más decente definitivamente no existiera tanta pobreza, pero no, prefieren perder el tiempo en mierdas como los sentimientos o los miedos que al final solo te llevan a mismo lugar un corazón roto y muchas personas lastimadas. Nunca he sido un hombre de demostrar afecto siquiera interés ya que no me permito sentir nada por nadie, estoy vacío, muerto por dentro.

Jamás permitiría que las personas vean lo que verdaderamente soy. Una escoria humana, una enfermedad letal que acaba con todo a su paso cuando está en su peor estado, el dominio y el control corre por mis venas, tener bajo mi poder la merced de cualquiera que desee es lo que necesito para ser alguien medianamente estable, la mente es el órgano más complejo del ser humano, si logras controlarlo definitivamente tienes todo en perfecto orden, que posiblemente no sea mi caso, pero se ocultarlo muy bien.

Mi apellido siempre ha representado personas de casi infinito poder e inteligencia y digo casi porque solo una cosa nos puede hacer daño. Nos conocen a nivel mundial por todo lo que hemos y seguimos fabricando.

Somos la empresa más exclusiva y grande en el mercado de armas de alto calibre y mortíferas, mi padre heredo este imperio de mi abuelo y ahora soy yo el que lo maneja.

Las armas son parte de mi vida desde que tengo uso de razón, sabía que esto sería lo que haría por el resto de mi vida, soy el creador de más de 50 tipo de armas no solo de fuego sino también biológicas, soy el creador miles de experimentos, que definitivamente en las manos equivocadas destruirian una nación completa, soy creador de el oro Astori, un potente suero de la verdad que no solo te ayuda a saber los planes de tu victima sino que también es un fuerte intoxicante que va acabando poco a poco las células del cuerpo.
La alarma me indica que es hora de levantarse, hoy es un día bastante ocupado ya que muy pronto cerraré un gran contrato y tengo que tener todo listo hoy.

Me levanto de la cama para dirigirme al baño me meto bajo la regadera y dejo que el agua fría me empape luego de unos minutos salgo con la toalla en la cintura, escojo un traje de color negro y una corbata que hace juego con pequeños puntos blancos, coloco mi reloj de oro blanco en mi mano izquierda y perfume.

Salgo de la mansión directo a la oficina.  Siempre he vivido a las fueras de la cuidad en el barrio más exclusivo de todo Londres la casa de mis padres fue mi paraíso personal por mucho tiempo hasta que un día ese “maravilloso lugar” se volvió mi infierno por todos los recuerdo que un quedan ahí, por eso evito ese lugar, lo frecuento muy pocas veces, solo cuando es necesario.

No me gusta hallarme afectado por nada ni nadie y ese lugar lo único me genera es culpabilidad y vulnerabilidad.

Mis padres y hermano siguen viviendo en ese lugar y por ende tengo que ir a visitarlos pero si por mi fuera ya hubiese quemado la maldita casa, luego de unos minutos llego a mi lugar favorito en el mundo, el laboratorio de mi empresa, desde niño he sabido que yo no era igual a los demás, tengo jodida la mente desde que nací, no soy un hombre bueno y tampoco planeo serlo. Que mi negocio sea legal no significa que no sea igual de despiadado que los lideres de las mafias que mis propias armas han acribillado.

Jaque mate ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora