C:11 | NOAH BULLOCK Y OTROS DESASTRES INEXPLICABLES

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Bajé de la motocicleta y fue cuestión de segundos para que él teléfono me bombardeada con mensajes.

Caminé hasta entrar en el edificio, y empecé a revisarlos.

Un par de Ale, algunos insultos por parte de Asher, y como mil llamadas perdidas de Noah.

Hoy lo ignoré más que de costumbre, incluso hoy me había levantado más temprano para no tener que irme con él a la universidad.

No le había respondido el teléfono y tampoco planeaba hacerlo.

Volví a guardar mi teléfono en mis bolsillos, y dejé las manos dentro, mientras caminaba escaleras arriba, hasta llegar a mi piso.

Me dolía un poco el labio, no demasiado pero sí lo suficiente. Julie había intentado calmarme y me había explicado que si me lo quitaba ahora se cerraría y sería como si nada hubiera pasado, pero no era tan fácil, al menos no para mí.

Así que no me lo quité y tampoco planeaba hacerlo.

Caminé por el corredor con la vista fija en mis pies, la levanté al estar casi frente a mi puerta, y entonces deseé no haberlo hecho.

Mis intenciones de correr a las escaleras y esconderme con la señora Beth eran realmente tentadoras.

Un Noah bastante enojado me esperaba en la puerta, empecé a retroceder lentamente, y justo entonces mi teléfono volvió a repicar,  maldecí internamente por no haberlo apagado.

Es que de plano a mi la vida no me quiere.

Los segundos que tardó en voltear y llegar a mi fueron probablemente los más largos de mi vida.

Estaba en problemas.

Entreabrí los labios, e intenté decirle algo, pero lo que hizo no me lo permitió.

Noah me tomó por la cintura, me acercó hacía él, y sin darme tiempo de reaccionar, estampó su boca contra la mía.

Y solté todo lo que traía en las manos.

Entonces supe que Asher tenía razón, había estado ignorando a Noah porque en el fondo sabía que no iba a poder controlarme si volvía a verlo.

Que el verdadero problema no era el maní, sino la persona que quería comérselo sin importar las advertencias.

Noah era la combinación perfecta para que ocurriera un desastre.

Y lo malo de los desastres, era que solían salirse de control.

Justo como ahora.

Usé mis manos para enredarlas en su cabello, tirando de él hacia mí, y profundizando el beso.

Estaba mal, estaba malditamente mal, y eso no me molestaba en absoluto.

Su boca se movía con furia sobre la mía, nuestros labios se movían sincronizada y violentamente, dejando escapar algunos quejidos.

Podía apostar a qué había vuelto a romperme el labio en el mismo jodido lugar de siempre, pero no me importaba, ni siquiera me importó la punzada de dolor que me recorrió cuando empezó a jugar con el piercing tirando levemente de él.

No lo entendía, pero la manera en que ambos queríamos tener el control era realmente excitante, con un ritmo que incrementaba todas aquellas sensaciones que traspasaban lo normal.

Escuché un sonido parecido a un vibración, pero no le di ninguna importancia.

Noah era la fantasía de cualquier chica heterosexual, tenía esa mirada que te llenaba de promesas que sabías que nunca iba a cumplir porque todo le importaba una mierda, su voz era posiblemente el sonido más sensual que había llegado a escuchar, su piel clara hacía que sus venas resaltarán cada que ejercía algo de fuerza, y por si fuera poco; era un completo misterio.

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