C:15 | QUE SEA UN RETO NO QUIERE DECIR QUE NO PUEDA SER DIVERTIDO

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Para cuando sonó el timbre que me liberaba de la clase en la que había estado atrapada las últimas dos horas de mi vida, me alegré de que por primera vez en semanas le estaba tomando el hilo.

Siendo sincera, la idea de todo lo que implicaba convertirme en una universitaria me abrumaba hasta el punto en que sentía que debía parar, congelar el tiempo y esperar a que mi cerebro lo procesara todo antes de seguir.

Aceptar que era una adulta, hacer un intento por comportarme como tal, mudarme, existir por mi cuenta y cortar los hilos que me mantenían atada a lo que era antes, me parecía imposible cuando ni siquiera sabía quién era ahora y la única forma de descubrirlo parecía ser hurgar en tu pasado.

Pero más allá de todo el pánico que me generaba existir bajo esas circunstancias, me gustaba la etapa de mi vida por la que estaba pasando, aunque está implicara un sinfín de cambios abruptos sobre los que realmente no tenía demasiado control.

Era raro, pero me gustaba que ya no se sentía como yo.

Recordé que hace un par de semanas estaba convencida de que había llegado a Hamsville para perderme, y que Julie me había dicho que una vez que si nos perdemos, nunca volvemos a encontrarnos tal como éramos, porque aunque a primera vista nos parecía imperceptible: nuestra composición interna nunca sería la misma.

Y ahora mismo me pareció que tenía bastante sentido, en especial porque yo sabía que en este engañoso juego al que jugábamos todos los vivos, solo se podía perder si al final seguías siendo la misma persona que cuando lo empezaste.

Por un momento me planteé a mí misma como sería mi vida en ese momento si nunca hubiera salido de mi habitación aquella noche hace tres semanas atrás, si Hamsville nunca me hubiera hecho tropezar con Noah y lo que hubiera pasado si nos hubiesemos conocido sin ningún reto de por medio o si no lo hubiésemos hecho en lo absoluto.

Me dije a mí misma que de haber sido así, nunca habría salido de mi zona de confort y que seguiría siendo la misma persona que tanto odiaba ser.

Y a pesar de todo, sabía que aún podía elegir cuando había tenido suficiente, pero por ahora me sentía muy capaz de resistirlo, y confiaba en mí inteligencia y en mi casi nulo sentido común para saber en qué punto debía detenerme.

Cuando el timbre por fin dejó de taladrar mis tímpanos, tomé mi teléfono y envié el mensaje que había estado practicando en mi cabeza desde que desperté por la mañana.

Su respuesta llegó unos treinta segundos después.

Noah Idiota Bullock:
Pensé que tu hora de comer era demasiado sagrada para desperdiciarla conmigo.

Estuve a punto de sonreírle a la pantalla pero me reprimí a mi misma.

«Controlar nuestra atracción por Noah, ¿Recuerdas?»

Si alguien me estaba espiando en ese momento, seguro debí haberle hecho el día con la cara que le puse a mi teléfono, una mezcla entre el horror y la desfachatez.

Por primera vez agradecí a mi consciencia, ahora menos que nunca podía perder la cabeza, no por Noah, jamás por Noah Bullock.

Jamás.

Puse la cara más seria que tenía aunque sabía que Noah no me estaba mirando, y respondí el mensaje.

Allyssa Muller:
Nos vemos en la cafetería, idiota.

Al mirar la hora me dí cuenta de que todavía tenía cinco minutos, así que me apresuré hasta llegar al baño donde me aseguré de que no hubiera nadie antes de dejar mis cosas sobre el lavabo y mirarme a los ojos fué suficiente como para darme cuenta de que no había una forma de que cambiara de opinión en ese jodido momento.

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