San Fu 2.

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"—Joder. —El pie de Duan Feifan que acaba de levantarse media pulgada...".







Dapao dormía profundamente en el asiento del copiloto y se veía relajado, como si confiará completamente en las habilidades del conductor.

Jiang Kuo abrió la ventanilla del automóvil, y una suave brisa le acarició el rostro. El aire mezclado con un olor a hierba y a tierra le llegó a la nariz, haciendo desaparecer parte del intenso estado de ánimo de «correr por su vida» en el que se encontraba. Con la mente un poco vacía, bajó todas las ventanillas del automóvil.

El viento húmedo llenó instantáneamente el auto y voló la gorra de la cabeza de Dapao hasta el asiento trasero.

—¡Maldita sea! —Dapao se sentó y se quedó un poco aturdido durante unos segundos antes de decir—: Joder, pensé que el auto había volcado.

—Si realmente quieres, puedes saltar ahora mismo. —Jiang Kuo lo miró.

Dapao se frotó la cara y echó un vistazo rápido al velocímetro mientras estiraba la mano hacia atrás para recoger su gorra.

—¡Salta mi trasero! ¡Deja de mirarme y mira cómo conduces! —Dapao lo miró fijamente—: ¡Ciento ochenta¹•! ¡¿Estás loco?! La policía estará detrás de nosotros en poco tiempo.

—Solo llevo menos de tres segundos a esta velocidad—, dijo Jiang Kuo mientras soltaba un poco el acelerador y la velocidad se reducía a ciento cincuenta—. Ni siquiera estamos en la autopista todavía, solo es la carretera nacional.

Dapao se congeló durante dos segundos y miró hacia delante, estaba oscuro más allá del alcance de las luces del auto. Levantó la voz y gritó: —¿Tu cerebro todavía está ahí? ¿Crees que esta velocidad está bien incluso en la carretera nacional? ¿Puedes siquiera ver lo que hay delante? ¡El chasis está solo a la altura de una soja del suelo! ¿Estás listo para hacernos volar?

—Mira lo poco preciso que eres. Es por lo menos la altura de un frijol. —Jiang Kuo pudo escuchar el zumbido de sus oídos tras el grito de Dapao. Sintiéndose molesto, volvió a pisar el acelerador y la velocidad volvió a ser de 180.

No fue hasta que Dapao comenzó a mezclar dialectos y su voz superó a la del motor cuando Jiang Kuo finalmente redujo la velocidad y estacionó el auto al lado de la carretera.

—¿Qué tal si conduces tú? —Jiang Kuo abrió la puerta y sacó una lata de Coca-Cola de la mininevera.

—¿Tienes sueño? Vamos a tomar una siesta aquí. —Dapao también tomó una lata y se recostó en el asiento—: Tengo mucho sueño. De ninguna manera voy a conducir así.

—¿Y si los hombres de Jiang Zong nos alcanzan? —Jiang Kuo salió del auto y se sentó en el capó.

—¿En qué estás pensando? Jiang Zong nunca habría pensado que un niño mimado como tú se desviaría por la carretera nacional—, dijo Dapao—, si realmente va en serio contigo, simplemente hará que la gente te detenga en las puertas de la escuela... pero probablemente sea reacio a hacer eso.

—¿Alguien te ha llamado? —preguntó Jiang Kuo mientras abría la lata de Coca-Cola con una sola mano. Tomó dos grandes tragos.

—Jiang Zong debe haber hablado con mi padre, y mi padre me ha enviado un mensaje diciendo que puedo morirme aquí, sin necesidad de regresar. Ahora soy oficialmente un sin hogar. —Dapao también abrió su lata con una mano y se sacudió la poco de Coca-Cola que le salpicó en la mano—, ¿te escondes dentro para practicar esto cuando no tienes nada que hacer? Fue muy suave.

RICKY RICÓN Y UN CARNICEROWhere stories live. Discover now