De patronus y apariciones

935 88 1
                                    

Harry estaba en la biblioteca intentando encontrar algo entre la multitud de libros y pergaminos que tenía extendidos sobre la mesa. Se llevó la mano a la cicatriz y suspiró, se quitó las gafas, se pasó las manos por la cara y revolvió su pelo con frustración.

Esto era algo que Hermione hacía a diario pero Harry sentía que en aquella sala, con aquellos libros, estaba más cerca de su amiga y ahora, con la culpabilidad carcomiéndole por dentro al no haber podido mantenerla a salvo, necesitaba estar allí.

Ron se fue a dormir en cuanto Remus y Tonks se marcharon, pero él ni siquiera lo intentó, demasiada tensión acumulada, demasiada preocupación, demasiada angustia, demasiado todo.

Llevaba tres horas leyendo, intentando encontrar algo para destruir el horrocrux, porque sabía que si Hermione estuviera con ellos haría precisamente eso. Pero era incapaz de encontrar nada.

Se echó la mano al cuello, palpando sobre la camiseta el guardapelo y suspiró una vez más.

—¿Qué haces? —Ron entró bostezando y se acercó, dejándose caer sobre la silla de al lado de Harry.

—Intento encontrar algo, lo que sea, que nos ayude a destruir los horrocruxes.

—¿Y hay algo?

—Nada —se recostó sobre el respaldo levantando las manos con impotencia.

—Ojalá Hermione estuviera aquí —Ron miró los libros con una mueca de disgusto —es como volver a Hogwarts a buscar información en la biblioteca sobre cómo encontrar la Camara Secreta mientras ella estaba petrificada—dijo frunciendo la nariz — completamente inútil.

Harry no pudo evitar una sonrisa recordando que su amigo tenía razón. Hermione era la que encontraba respuestas entre los libros, la que conseguía interpretar una frase o una palabra en medio de todas aquellas hojas de papel y tinta. Y cuando fue petrificada en segundo año, Ron y él estuvieron completamente perdidos hasta que encontraron la respuesta que ella les dejó.

Cerró los ojos con fuerza. Si le había pasado algo... no podría soportar la culpa de saber que lea había arrastrado en aquella misión suicida.

—Todo es culpa mía —dijo en un doloroso susurro.

—¿Culpa tuya? —Le miró desorientado, como si no supiera de qué estaba hablando —¿Qué dices Harry? ¿Por qué iba a ser culpa tuya?

—¡Por esto Ron! —Se sacó de un tirón el guardapelo y se lo mostró, levantándose de la silla —Esto es MI responsabilidad, MI misión.

—¿Estás loco? —Ron se levantó también y le miró sacudiendo la cabeza — Esto no se trata de ti y los demás, Harry, sabes que somos un equipo, te guste o no. No tienes la culpa de que se cayera del dragón.

—Si no hubiera estado ahí...

—¡Eso es una tontería Harry! Es Hermione, ella está bien. Seguro que está bien. Lo único que no me hace gracia es que esté con Malfoy —su rostro reflejó malestar.

—Mejor con él que sola, Ron

Él gruñó aunque parecía estar de acuerdo con Harry.

—Deberíamos seguir con....

Ron se calló y se giró cuando las llamas de la chimenea comenzaron a crepitar con fuerza y oyeron la voz de Remus

—¡Harry! ¡Ron!

Ambos chicos corrieron hacia las brasas en las que se materializó la cara de Lupin.

—¿Remus? —Harry se arrodilló en el suelo — ¿Qué ocurre?

El precio de la redenciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora