Extra #5

22 2 0
                                    

Jungeun estaba en un gran aprieto. Vaya que sí, sentía la necesidad de quedarse dormida una eternidad y huir de la realidad. ¿Qué le sucedía? Lo mismo de siempre. Era muy obvio: Ha Sooyoung. La chica más irritante, tierna y lenta del mundo. Todos en el instituto pensaban que Jungeun la odiaba, antes era así o al menos eso creía ella, ahora no estaba tan segura.

Según Hye, su mejor amiga había descubierto lo que le sucedía por andar de chismosa en su diario, decía que era una confusión. Jungeun debería quemar ese jodido cuaderno, tal vez. Una confusión, se repetía ella, le repetía su amiga, lo decía incluso internet. Por qué si, Jungeun había buscado en Google como saber si estabas enamorada de una chica cuando también eras una.

¿Útil? La verdad, no. Decía lo mismo que esperaba ella, que seguramente era una confusión hormonal común a su edad. Jungeun al principio se lo creía, pero ella no era tonta. Iba más de una atracción física. La forma de pensar de Sooyoung, con las pocas veces que habían compartido ideas en la biblioteca, sus increíbles notas en Biología, o con solo ver los libros que leía, le parecía maravillosa.

Como la ojinegra era tan amable con todos, trataba con cariño y afecto a sus amigas, le hacía sentirse enternecida. También lo lenta y adorable que parecía algunas veces cuando no comprendía inglés, era mucho que soportar para la castaña.

Además, Sooyoung dibujaba espectacular. Captando el arte en un objeto simple o creando dibujos que cualquier otro nunca pensaría. ¿Cómo lo sabía? La ojinegra de vez en cuando dibujaba en la biblioteca, algunas veces parecía tan absorta que podía acercarse con sigilo y observar el dibujo a sus espaldas. Sobra decir que el arte de Sooyoung atrapó a Jungeun. Incluso cuando le peleaba era astuta, siempre sabía con qué responderle para molestarla y salirse con la suya.

Después estaban sus ojos. Joder, sus ojos. Le quitaban el sueño a Jungeun dejándola perdida en un mar negro infinito. Siempre sentía ganas de solamente verla durante horas, su cabello, su nariz, sus cejas, sus pecas. Sooyoung era perfecta.

Oh, claro que Jungeun no era idiota. Ella sabía que esto era más que una confusión, mucho más. Querer besar a alguien sólo por encontrarla tierna, sin sentir algún deseo sexual, o darle abrazos todo el día no era normal. Jungeun ya lo sospechaba, llevaba tiempo desde que tuvo una conversación con su madre. Pero no quería aceptarlo, y ahora que pensaba en la posibilidad, sentía miedo hasta la médula.

Posiblemente, tal vez, Jungeun gustara de Sooyoung. Y puede que un indicio, uno muy pequeño, de enamoramiento hacia la morena . Aunque no estaba del todo segura, creía. Obviamente no pensaba decírselo a Hyejoo aún, esta sufriría un ataque cardiaco y Jungeun no estaba segura de que tuviera seguro médico.

¿Qué has hecho, Kim? En qué momento, no podías fijarte en el repartidor de pizzas sexy y moreno ¿verdad?

O sea ¡Era el lote completo! Hermoso, alto y amaba la pizza. El chico soñado. Pero nooooo. Debía fijarse en una chica ¡Vaya royo! Y además, una chica que la detestaba. Maldecía el día en que cruzó palabras con la perfección que conformaba Ha Sooyoung. También maldecía el día en que se interesó en conocerla quedándose en la biblioteca, pensando que así la superaría, tuvo el efecto contrario y terminó enamorándose.

—¿Todo bien?—Hyunjin, una de sus amigas, la sacudió en el pasillo. Jungeun había estado observando a la nada, pensando en su desgracia de vida. Ella estaba con Heejin y la chica de cabello rojo, acompañando a la rubia mientras recogía sus libros.

—¿Sabes dónde está Hye?—Heejin preguntó mientras guardaba sus cosas. Ella se encogió de hombros, llevaba un rato sin verle.

—Mira, allí está el grupito—Hyunjin sonrió.

Rivales [Lipves ver.]Where stories live. Discover now