Capítulo 24👑

260 33 1
                                    

Me di vuelta, tomando su mano para marcharnos de allí

Ups! Gambar ini tidak mengikuti Pedoman Konten kami. Untuk melanjutkan publikasi, hapuslah gambar ini atau unggah gambar lain.

Me di vuelta, tomando su mano para marcharnos de allí.

Al salir de la sala, decidí que iríamos a la habitación, ahí veríamos cual sería el siguiente paso, pero, en medio del camino, decidí detenerme un momento y mirarlo:

—¿Puedes hacer magia? —le cuestioné, tenía que decir que si, de lo contrario estaríamos en graves problemas. El negó, agachando la cabeza.

Mierda.

—¿Cómo es qué no puedes? —fruncí el ceño, la última vez, cuando nos habíamos desaparecido, había sido él quien nos había llevado hasta donde Meir, ¿cómo es que ahora no podía hacerlo?

—Es por esto —levantó su mano derecha, en ella había otro brazalete similar al mío.

Bufé internamente, no veía la hora de salir de ese lugar, no quería quedarme ni un momento más, tendría que pensar una manera de salir. Definitivamente, tendríamos que hacerlo a la antigua.

—¿Mamá? —giré a mirarlo de uno— Tengo hambre —Lo que me faltaba

Era de noche, no sabía con exactitud qué hora, ni siquiera le había puesto atención al detalle

Ups! Gambar ini tidak mengikuti Pedoman Konten kami. Untuk melanjutkan publikasi, hapuslah gambar ini atau unggah gambar lain.

Era de noche, no sabía con exactitud qué hora, ni siquiera le había puesto atención al detalle. Lorcan estaba durmiendo en la cama mientras yo paseaba de un lado al otro a su alrededor.

Había decidido salir del palacio por nuestros propios pies, sin embargo, la idea no me convencía del todo, tenía el leve presentimiento de que aquel intento no saldría bien. De seguro había guardias por todos los lados, sin contar que no sabía por dónde irnos, tampoco es que pudiera atravesar la puerta principal como si nada.

Mientras pensaba por dónde salir, recordé aquella puerta de la cocina, debía de estar abierta o de lo contrario, debería de abrirla a las malas, pero, esa podría ser la única más confiable. No conocía muchas otras salidas del lugar, ni siquiera las recordaba, pero haría el intento con esa, después de todo, no había mucho que perder.

Me acerqué a la cama, él estaba durmiendo boca abajo, aferrado a la almohada, ¿cómo lo llevaría sin despertarlo?

Era nueva en el arte de jugar a ser madre, apenas llevaba poco más de dos meses en ello, no sabía muy bien como sobrellevarlo y eso, a veces, me desquiciaba por completo. Ni hablar de todas las frustraciones que debía ocultar o calmar para no afectarlo a él, no quería que viera ese lado oscuro, pero mantenerlo escondido era demasiado difícil.

Lo tomé cuidadosamente, con extrema lentitud para que no se despertara, no quería tener que responder sus preguntas, demasiadas ilusiones por un día para él, tampoco estaba preparada para sobrellevar sus decepciones ni para tratar de alivianar aquellas que pudiera provocárselas.

Hice una mueca cuando lo levanté, pesaba mucho, ¿cómo lo llevaría?

Lo coloqué en contra de mi pecho, pasé mis manos alrededor de su cuerpo rezando para que no se me cayera, jamás lo había cargado. Mis ojos se fueron tornando vidriosos, jamás había tenido de oportunidad de alzarlo de esa manera. Negué quitando esa sensación de angustia.

Debíamos salir e irnos lejos. Lejos de todos, especialmente de Brais y Agni, no merecíamos nada de lo que estaba sucediendo, ni yo ni mucho menos, él.

Abrí la puerta con una mano, fruncí el ceño al notar que se había abierto con facilidad, ¿por qué no estaba bajo llave? No tenía nada de sentido.

Caminé hasta la cocina, no había nadie rondando alrededor, absolutamente nadie. Un escalofrío recorrió mi columna, ¿cómo podía ser qué no había nadie?

Más de una vez esa pregunta recorrió mi mente, me aferré más al cuerpo de Lorcan, él seguía durmiendo sin reaccionar ante nada, me asustaba no solo que no hubiese nadie dando vueltas, sino también el hecho de que él tuviera el sueño liviano y se despertara.

Abrí la puerta de la cocina que daba al jardín, con rapidez la cerré cuando vi un par de soldados que caminaban cerca de allí. Me escondí detrás de esa misma puerta y, pasados unos minutos, volví a abrirla. De nuevo, no había nadie.

Debatí unos instantes hacia donde debía dirigirme. Pensé de inmediato, la cocina estaba en hala derecha, entonces debía dirigirme hacia la izquierda para encontrar una salida al pueblo, pero, para pasar por ahí tendría que distraer a los guardias de los portones del palacio, ¿cómo haría eso?

No, no podía salir por allí.

De todas maneras, me dirigí hacia la izquierda, tal vez no iría por la puerta principal, pero, podría encontrar algún otro sitio por allí.

Caminé recorriendo los pasillos de la galería, no había nadie por ahí tampoco, no podía ser posible eso, cuando llegué a lo que creía que era el camino que llevaría al portón principal, decidí tomarlo, al demonio con todo. Tal vez tenía suerte, o sino acabaría tirándome entre los arbustos de ser necesario.

Anduve por un largo trecho, los brazos ya comenzaban a pesarme demasiado, a pesar de ello, no estaba dispuesta a detenerme.

Abrí los ojos sorprendida al ver como las rejas no tenían a nadie custodiándolas, fruncí el ceño por enésima vez, algo no andaba bien en toda esa ecuación. No era normal que un castillo estuviera tan descuidado de la seguridad, menos tomando en cuenta que Eber estuviera en la cuerda floja rumbo a una pelea con Brais y Agni. No entendía que sucedía, no tenía ni la menor idea de nada.

Me acerqué a las rejas de hierro, coloqué mi mano izquierda sobre una de ellas, envolviéndola, estaba fría, demasiado, así que quité mi mano de ella.

La empujé y para sumar más asombro a mi lista, esta cedió, la abrí un poco, también era pesada, por lo que la empujé por lo que fuese necesario para salir, pero, cuando intenté cruzar por el hueco que se había formado, algo me lo impidió.

Mis pies no parecían reaccionar, no podía cruzarla, por más que quisiese o luchase por hacerlo, no lo lograba. La mano de Lorcan se aferró a mí, aún estaba dormido, pero, aquello hizo que bajara mi vista hasta mi mano.

El brazalete que tenía, había cambiado de color, tonandose en un gris luminoso. Suspiré echando mi cabeza hacia atrás mientras veía el cielo.

¡No podía ser cierto!

—¿De verdad pensabas que sería tan fácil salir de aquí? —me sobresalté cuando escuché ese susurro en mi oreja.

Me di vuelta de inmediato, encontrándome con Eber seguido por unos cuantos —no conté con exactitud cuántos, porque en ese momento no me interesaba— guardias. Él sonreía mientras quitaba las manos de sus bolsillos.

Se acercó aún más hacia mí, por lo que intenté retroceder, sin embargo, tomó a Lorcan entre sus brazos mientras con su mano izquierda hacia una señal para que guardara silencio. Acomodó a Lorcan dejando su cabeza sobre su hombre y con una mano lo sostuvo, mientras que la otra, se enroscó alrededor de mi brazo izquierdo al mismo tiempo que él me estiraba para que caminase de regreso.

Polvo de CristalesTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang