Una cita a ciegas puede salir muy mal... o quizás no tanto. Un match en Tinder podría dar inicio a una historia realmente interesante, o ser el encabezado de una tragedia en los titulares. Hay muchas cosas que suceden por la noche, algunas buenas, o...
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Es extraño el ver cómo dos personas que se amaron con locura, ahora caminan apartados, evitando verse directamente a los ojos o simplemente estar a menos de dos metros de distancia el uno del otro. Recuerdo cuando los veía fundiéndose en caricias y con el amor rebosándolos a ambos, quedando al descubierto sus sentimientos con una simple mirada. Aunque, aún quedan remanentes en su interior de ese fuego que los consumió en el antaño, ardiendo con fiereza al observar ambos las escenas en las que los personajes, quienes guardan partes esenciales de los dos, comparten escenas en dónde se aferran el uno al otro, luchando contra el mundo que busca separarlos. Los veo sonreír ligeramente, evocando sus propios recuerdos de un tiempo pasado, sintiendo como sus corazones se contraen dolorosos, deseando con locura cerrar la distancia que los separa, pero, al mismo tiempo, haciéndolos caer en cuenta de que eso se ha esfumado y que lo que conservan no es más que un grato recuerdo.
El joven director grita con fuerza que el rodaje ha terminado, haciendo que el equipo presente reasuma sus labores, moviéndose de un lado a otro, llevando consigo equipos, materiales y accesorios que han utilizado y que deberán tener a la mano para cuando graben nuevamente. —¿Qué te pareció? —Pregunta Franz a Levi, quien observa atento las imágenes que se reproducen en la pantalla.
—Pienso que, el basurero que creó tu equipo, se ve mejor en la pantalla que en vivo.
—Es parte del trabajo de la cinematografía, James es un genio en lo que hace. —Señaló con la cabeza a un hombre de cabello blanco que observaba con ojo crítico las escenas junto a los actores. —Así que, interpretaré tu comentario como que estás satisfecho con lo que hacemos.
—Sí, un poco.
—Recuerda que aún falta la postproducción. Todo se verá aún mejor. —Dijo alegre.
—Tú eres el experto, Franz. Yo de cine no tengo ni la menor idea. —Respondió sin ánimos.
—Y, aun así, hiciste un maravilloso trabajo.
—Un vídeo en youtube de diez minutos sobre cómo escribir un guion y listo. Pan comido. —Habló sin emoción, dando vistazos curiosos a un par de mujeres que dialogaban observando diferentes prendas colocadas sobre un colgador.
El hombre rio sonoramente. —Deberías escribir historias de comedia, eres hilarante.
—Gracias, pero, no gracias.
—Por cierto, ¿Vendrás mañana?
—Sí. Mañana será mi último día aquí. Creo que ya no me necesitan, a menos que quieras seguir con tu estúpida idea. —Advirtió.
—No. Me quedó en claro tu punto, gracias. —Contestó nervioso el director. —Espero que estés aquí para la fiesta de cierre de rodaje.
—No lo sé aún.
Hannah, quien evaluaba junto a una cabizbaja Mikasa la última selección de vestuario, levantó la cabeza, curiosa sobre la conversación que se llevaba a cabo cerca de ambas.
