Feel Invincible

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Por segunda vez, la humanidad sufrió la desesperación de la derrota.

Y aún así, toda la humanidad se mantuvo de pie en ese momento. Porque aunque el mortal más poderoso había muerto, revelando así su verdadera naturaleza como poco más que un niño, dejó un gran legado a toda la humanidad.

Si había algo que el Capitán Maravilla les había enseñado, era el poder de la esperanza. Pues aunque perdió la batalla, todos supieron que pudo vencer con facilidad, y si él pudo, el resto también habría de lograrlo.

Geir se movía a toda prisa por los pasillos del Valhalla. Incluso sabiendo que Shazam había peleado sólo, y por lo tanto ninguna de sus hermanas se había ido con él, estaba ciertamente desesperada.

Mientras que los humanos se habían llenado de esperanza, la joven valquiria la había perdido. Si el Mortal Más Poderoso que Existe había perdido, ¿quién podría ganar?

Las imágenes del combate pasaban una y otra vez por su mente, estaba anonadada con el hecho de que el gran Capitán Marvel fuese sólo un niño de trece años. Incluso siendo una semidiosa bastante más antigua de lo que parecía, Geir sabía bien que apenas y aparentaba unos quince años humanos, y acababa de ver como un chico aún más joven que eso acababa de dejar en el suelo al dios padre del cosmos.

Nada tenía sentido, nada lo había tenido desde que su hermana había invocado al Ragnarök.

Geir abrió de golpe las grandes puertas del oscuro salón en el que se encontraba Brunhild, la más joven de las hermanas necesitaba respuestas, quería creer que el enorme riesgo y peligro que habían tomado no había sido en vano.

—¡¿Qué significa esto, hermana Hilde?!—exigió saber la valquiria.

Brunhild sólo respondió con silencio, dandole la espalda mientras se sentaba frente a una mesa en la oscuridad.

—Geir, cálmate—pidió una nueva voz.

Una tercera figura emergió de las sombras: una mujer alta u delgada, con un cabello largo y de color oscuro peinado en un flequillo que cubría su ojo derecho y una trenza larga que iba desde el lado izquierdo de su cabeza hasta la cintura. Tenía una gorra de guarnición en la cabeza y una chaqueta militar abierta con un corsé sin tirantes y jeans debajo. También usaba unas largas botas militares, guantes sin dedos y calcetines hasta los muslos y un par de rodilleras de metal.

Geir abrió mucho los ojos.

—Hermana Hrist...—reconoció al mirar de frente a la segunda de las valquirias—. Tú también lo viste, ¿verdad? Nuestro peleador más poderoso fue derrotado. Primero Thor y Randgriz, y ahora Billy también. Este torneo sólo nos ha traído muerte.

Hrist miró con tristeza a su hermana.

—Geir, al aceptar hacer el Völundr, como valquirias nos hemos comprometido a la causa de los humanos. El Capitán luchó con honor y murió como un héroe, prefirió dejarle el regalo de la esperanza a la humanidad que huir y seguir con vida—explicó con calma—. Y Randgriz... el Völundr no sólo consiste en convertirse en un arma, es una técnica donde el humano y la valquiria se vuelven uno. En otras palabras, se confían todo el uno al otro, luchan como uno, y también viven y mueren como uno.

Geir trató de contener las lagrimas mientras recordaba una vez más la sonrisa de su ahora difunta hermana y volvía a tragarse la amarga decepción al asimilar de nueva cuenta que jamas la volvería a ver, ni a ella ni a cualquiera que cayera en la batalla.

Hrist se aceró a ella y la abrazó cariñosamente para reconfortarla, permitiéndola desahogarse entre sollozos.

—No llores...—dijo la segunda hermana con voz suave—. Griz era consciente del... tipo de batalla al que nos estamos enfrentando.

Una Nueva Frontera (Reescribiendo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora