Heavy Clash

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—Ese chico...

—¿Qué clase de esteroides divinos se acaba de meter?

—No sé que decir...

—Eso es extraño.

El joven se miró los ahora gigantescos brazos y apretó los puños con emoción, se sentía fuerte, mucho más poderoso de lo que jamas se había sentido.

"¡Mierda, esto es genial!"—pensó el semidiós para sí mismo.

Percy sonrió confiado y se llevó la mano al bolsillo, extrayendo de nueva cuenta a su confiable bolígrafo letal, Contracorriente.

El chico destapó el utensilio, pero en lugar de únicamente expandirse y transformarse en la espada de siempre, Anaklusmos comenzó a refulgir con un luminoso destello verde esmeralda que se hacía más y más intenso.

Un pilar de luz fue disparado desde donde el semidiós hasta el infinito, y el poder dentro de las runas del nombre la tercera hermana valquiria se manifestó ante todos los espectadores.

HRIST: LA QUE TIEMBLA

¡¡RE-VÖLUNDR!!

El brillo remitió, permitiendo observar como, en manos de Percy, Contracorriente se había transformado en una nueva espada. Ahora era muchísimo más grande y larga, ajustándose así a la nueva masa y tamaño de su portador, sin embargo, su peso y equilibrio seguían siendo perfectos, y su filo relucía con destellos broncíneos.

Geir comenzó a derramar lágrimas de emoción.

—Ah... hermana Hrist...—murmuró mientras se ponía de pie una vez más—. Que bueno, realmente creí que ese era el final... ¿pero qué acaba de pasar? ¿Sólo soy yo o Percy se paree ahora un poco al hermano Heracles?

—En efecto, así es—respondió Brunhild con tranquilidad—. En el pasado, ante las puertas de una amenaza capaz de acabar con los dioses, Perseus Jackson se sumergió en las sagradas aguas del Río Estigio, siendo así marcado por la Maldición de Aquiles.

Geir miró confundida a su hermana.

—¿La... maldición de Aquiles?

Brunhild asintió con la cabeza.

—En su mundo, el héroe legendario contaba con el poder del Estigio corriendo por sus venas, lo que mejoraba su fuerza, velocidad, reflejos y habilidad en batalla. Ademas, por supuesto, de otorgarle una piel completa invulnerable al daño—explicó la mayor de las valquirias—. Pero en nuestra realidad, el poder del mítico Aquiles no venía de las aguas de Estigia, sino de la Ambrosía.

Geir ladeó la cabeza.

—¿Ambrosía...?

—Ambrosía, la sangre de Zeus. La leyenda dice que si es consumida por un verdadero héroe, le concederá un cuerpo eterno. Sin embargo, si alguien más la bebe, morirá de forma instantánea. Esta fue la misma sustancia que le otorgó su fuerza al dios Heracles.

Geir se volvió una vez más hacía el campo de batalla, con la esperanza reluciendo una vez más en sus ojos.

—Sólo tengo una pregunta—dijo—. Si Percy tenía esta Maldición de Aquiles desde el comienzo de la batalla, ¿cómo fue posible que Poseidón lo atravesara con su lanza?

Brunhild negó con la cabeza.

—Percy no tenía la maldición cuando comenzó el combate—explicó—. Su maldición fue rota hace tiempo ya, cuando cruzó el río Tiber y entró al territorio de los dioses romanos, limpiándose del poder griego de Aquiles.

Una Nueva Frontera (Reescribiendo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora