09: la tradición oculta de oficialización

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Mis ganas de reírme eran inmensas. Creí que jamás me había aguantado tanto por reírme y eso que a veces hacía competencia de no reírnos con Elliot. Pero ¿cómo no querían que me riera por lo que estaba viendo?

— Puedes reírte, no te aguantes —dijo Sebastián resoplando.

Y entonces, solté varías carcajadas que hasta mis ojos empezaron a llorar. Jamás pensé que iba a ver algo así en mi vida. Sebastián me miraba con un semblante neutro, en la espera que dejará de reírme. Hice varias señas de que ya iba a parar de reírme, pero no podía.

Él me rodeó con sus brazos y amortiguo mis risas en su pecho.

— Dime algo bonito, aunque sea —dijo con ligera resignación—. No te soltaré hasta que me digas algo bonito.

Traté de apartarlo, pero era inútil. Su fuerza era mayor que la mía y sus brazos me rodeaban por completo. Sorbí mi nariz y traté de respirar despacio. Bien, ya.

— De acuerdo, suéltame —dije con mi mejilla pegada a su pecho—. Te diré algo —agregué al notar que no me soltaba.

Me soltó y di un paso atrás, traté de mantener la mirada gacha, pero no podía. Lo miré de reojo y me reí a lo bajo, presionando mis labios para no soltar otra carcajada. Cerré los ojos, tal vez así podía evitar reírme.

— No lo sabía, ¿de acuerdo? Abre los ojos.

— Es que si los abro me reiré y no quiero hacerlo —dije aguantándome.

— No creo que sea tan malo, ¿tienes un espejo?

Asentí con la cabeza, sin ver, de mi jersey saqué un pequeño y cuadrado espejo, se lo tendí y Sebastián lo agarró. Aun no quería abrir los ojos. Pasaron unos segundos en lo que supuse que él se estaba viendo en el espejo.

Sebastián me había citado en la salida interna del gimnasio, me dijo que hoy le darían su uniforme del equipo, siendo ya oficial el armador del equipo de la escuela; no podía estar cuando se la dieran porque era algo solo de los chicos, pero él quería mostrármela con orgullo. Me pareció un detalle bonito, la sensación de ser oficialmente del equipo era indescriptible y él quería compartir esa emoción conmigo.

Pero, había algo que nadie mencionó: al nuevo del equipo lo rapaban entre todos.

Y eso había pasado con Sebastián.

Me inquieté al no oírlo hablar, ¿se había ido corriendo? Quizá me reí mucho y lo había hecho sentir mal. Abrí mis ojos lentamente, vi sus piernas, seguía enfrente de mí. Elevé mi mirada, se seguía viendo en el espejo con una pequeña sonrisa. ¿Qué?

— Me veo guapo, ¿en serio te resiste a esto, Ali? —dijo con egocentrismo.

Rodé los ojos, divertida. Al menos no se sentía mal por lo que habían hecho.

— ¿No te duele?

— Cuando te cortan el cabello no due-

— Eso no, idiota. Me refiero a que, si no te dolió que te hayan rapado, se veía que cuidabas tu cabello.

— Ah... bueno sí, me lo cuido y todo, pero el pelo crece, ¿no?

Me encogí de hombros, tenía razón, pero aun así a mí me dolería si me lo cortaran. Me atreví a mirarlo bien y analizarlo, pero de nuevo me dieron ganas de reírme y desvié mi mirada rápidamente.

— Ya quiero saber que dirá Elliot de esto —dije a lo bajo con una risilla.

— Pero, me veo guapo —dijo pasando su brazo por mi hombro haciéndome caminar a su lado-. Deja de resistirte, Alida.

Casualidad por robo [EN PAUSA]Where stories live. Discover now