Capítulo 31 -Final

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Arwen no murió en realidad, todo había sido parte de una ilusión.

Su pecho subía y bajaba con fuerza, le dolía un poco cada vez que respiraba grandes bocanadas de aire fresco. Creyó que moriría en ese momento por falta de aire. Por instinto, llevó sus manos hacia su cuello, aun podía sentir la mano del Séptimo Rey sobre su piel, esto la hizo sentir un poco de miedo. Después revisó su pecho, no tiene sangre, no hay ni una sola herida en su cuerpo.

Alzó un poco su mirada, lo qué hay frente suyo no es más que una puerta con un par de camelias pintadas, las cuales están desgastadas debido al tiempo que tienen. No puede reconocer esa puerta, pero a juzgar por lo brillante que es, puede apostar que se encuentra afuera del gran salón principal del palacio.

¿Cómo llegó ahí?

¿Cómo es que cayó en un ilusión? y lo más importante, ¿quién hizo que ella estuviese atrapada en esa ilusión? Por un momento pensó que se trataba de algún juego del Séptimo Rey, ya que él parecía ser amante de la diversión.

Suspiró.

Recordó que la Alta Alma Ruin le había dicho algo sobre tener cuidado con las ilusiones, quería soltar una leve risa al darse cuenta de que Ruin sabía lo que sucedería en el futuro. Ganas de maldecirla no le faltaron, pero sabía que no era un buen momento para maldecir a alguien.

Antes de que pudiera empujar la puerta, escuchó un ruido detrás de ella, parecía ser un tintineo, por lo que se quedó quieta y pensado en lo que podría ser ese ruido. Una vez más, el tintineo se hizo presente.

Dio un paso hacia atrás, miró la puerta con sumo cuidado, solo para darse cuenta de que no se encuentra afuera de un salón, sino adentro. El simple hecho de no saber cómo había llegado hasta ese lugar la hizo sentir nerviosa y con miedo.

«Quien está detrás de mí es...».

Tragó saliva.

Su espada está en el suelo, tiene esa cosa rocosa en la empuñadura y en la cuchilla, lo cual le resultó extraño..., todo lo que vio, todas esas personas a las que asesinó habían sido parte de la ilusión ¿verdad? Ella no sería capaz de asesinar a personas que fueran inocentes, no sería capaz de iniciar un incendio en el palacio sin importarle quién esté dentro, ¿o si?

Desearía que alguien le dijera que solo su muerte fue parte de una ilusión, incluso quiere que alguien venga y le diga que la muerte del séptimo príncipe también fue parte de su ilusión, incluso aquellas personas a las que asesinó. Pero, la cruda verdad es que, los asesinatos de las doncellas y de los guardias no fueron parte de su ilusión, solo su muerte lo fue.

¿Acaso era un..., monstruo? ¿Qué pensarían los demás si se enteran de lo que ha hecho? Lo más probable es que le dieran la razón, después de todo, en una guerra se vale todo, o al menos eso le dijeron antes de partir del sexto reino.

—Te atreves a darle la espada a este rey — su voz la hizo temblar, es intensa, con mucho sentimiento que le da ganas de llorar en ese momento. Una vez más, se escuchó ese tintinear que le pareció un poco conocido —, deberías estar de rodillas, inclinada ante mi.

—¿Inclinarme ante el Séptimo Rey? — no pudo evitar soltar  una risa, todavía sigue mirando la puerta, ya que todavía no tiene el valor para girarse.

Por un momento le pareció escuchar al hombre que se encuentra detrás suyo suspirar, por lo que trató de tomar una bocana de aire, de ese modo pudo continuar hablando.

—Soy la primera princesa Arwen Claarasien, yo no me inclino ante nadie, todos se inclinan ante mi.

Tomó su espada rápidamente y giró para ver a la persona que se encuentra a sus espaldas.

La princesa renacida Donde viven las historias. Descúbrelo ahora