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Una capa de sudor comenzaba a cubrir su cuerpo como consecuencia de los movimientos rápidos que estaba haciendo. Su mano se movía con rapidez y agilidad, escuchando los suspiros que salían de la boca de la pelirrosa.

— Más, más... —pidió, clavando sus uñas en la espalda de la pelinegra quien obedeció sus suplicas—. ¡Dios mío!

Continuó moviendo sus dedos por unos minutos hasta que alcanzó el punto máximo de placer. Satisfecha, mantuvo por algunos minutos más sus dedos dentro de ella hasta que terminó de temblar.

— Eso fue... Genial —musitó apenas audiblemente. Lisa sonrió y gateó hasta su lado.

— ¿Te ayudé a relajarte un poco?

— Mucho, diría yo —depositó un suave beso en sus labios y recostó su cabeza en el pecho de la pelinegra—. ¿Qué tal las cosas con Jennie?

Lisa casi se ahoga con su propia saliva al escuchar el nombre de la castaña en ese momento.

— ¿De verdad quieres hablar sobre eso ahora mismo? Después de que... Ya sabes.

— ¿Te incómoda? —cuestionó, levantando su mirada hacia la menor—. Me siento culpable, se supone que hoy tendríamos una noche tranquila para conversar sobre cómo había estado nuestra semana y terminamos haciendo otras cosas. No quiero que te sientas utilizada o algo por el estilo, no es mi intención.

— Linda —murmuró Lisa antes de darle un beso—. No me siento utilizada, para nada. Además, yo la fui la que tuvo la idea... Y bueno, las cosas con Jennie han ido bien, ya sabes, lo normal, hemos salido un par de veces para que la gente nos vea.

— Vi las fotos del restaurante ayer, ustedes realmente parecen una pareja —dijo Miyeon con un brillo en sus ojos que Lisa no supo descifrar.

— Supongo que ayuda el hecho de que siempre hemos sido buenas amigas, hace las cosas más sencillas, ¿sabes? —explicó—. Al menos me alegra que no me hayan obligado a estar con un hombre.

— Tu corazón homosexual no lo soportaría.

Lisa soltó una carcajada y asintió, tenía la intención de responder a su broma pero escucharon unas voces afuera de la habitación. Ambas voltearon a verse confundidas, ya que el departamento era únicamente de Miyeon.

— ¿Esperabas a alguien?

— No —escuchó las voces cada vez más cerca hasta que por fin pudo reconocerlas—. ¡Mierda, la voy a matar!

— ¿Quién es? — susurró Lisa, levantándose detrás de Miyeon para comenzar a vestirse.

— Mi hermana, le di una copia de las llaves por si ella tenía alguna emergencia —comentó, colocándose con rapidez su ropa interior—. ¿Sabes cuál fue su última emergencia? Una maldita fiesta con sus amistades, dejaron mi departamento hecho un asco, tuve que cambiar los muebles porque tenían manchas raras.

— ¿Y crees que está sea otra de sus emergencias?

— Espero que no, no quiero adolescentes hormonales en mi departamento ahora mismo —terminó de colocar su blusa y se acercó a Lisa para darle un suave beso en su mejilla—. ¿Puedes esperar aquí? Veré cuántos son y buscaré la manera de que salgas sin que seas vista.

— Claro, ve —le sonrió y se dieron un último beso.

Lisa la observó salir y sonrió. Las cosas con Miyeon eran sencillas, no había drama y ambas se entendían, podían pasar horas hablando de cosas sin sentido y aún así divertirse, sin embargo, había algo que todavía faltaba y a la pelinegra le molestaba ese sentimiento porque realmente disfrutaba pasar tiempo con ella.

Public Relationship (Jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora