O2O | Te quiero

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Harper se encontraba, a las cuatro de la tarde, esperando en el banco donde, en algún momento hacía unos cuantos meses, se había encontrado a aquella juguetona mariposa que revoloteó sobre ella y luego le estropeó parte de su bocadillo al posarse sobre el mismo, pudiendo observar también algunas hormigas rodearla para no ser pisadas, pero su mente en ese momento estaba más pendiente de la llegada de Pam que de unos insectos que se quisieran subir por encima de sus negros zapatos o intentaran escalar el banco en el que estaba sentada y por el que rezaba que no se le manchara el oscuro pantalón que llevaba puesto.

Nunca se preocupaba demasiado por su apariencia, demonios, una vez llegó a cortarse demasiado el pelo hasta el punto de quedarse casi calva cuando le llegó la melena a los hombros porque la molestaba de sobremanera, pero ahora lo llevaba un poco más largo y estaba bastante contenta con cómo de rizado se le había quedado gracias al producto que le aconsejaron sus amigas con la intención de estar más guapa solo para Pam; al menos quería estar lo más presentable posible a la hora de declararse.
Por otro lado, su manera de vestir había mantenido un poco la línea que llevaba siguiendo desde hacía años, pero ahora se había comprado un traje femenino nuevo con zapatos lustrosos para la ocasión; se había esforzado un montón para impresionar a la recepcionista, solo esperaba su llegada con ansias y poder expresar como buenamente pudiera sus sentimientos.

Había escuchado demasiados consejos de sus amigos, suficientes como para hartarla, y no podía recordarlos con exactitud porque todos le parecieron muy diferentes y la gran mayoría no los seguiría debido a que no iba con su manera de ser; no podía simplemente expresar todos sus sentimientos como si nada, bastante le estaba costando dar aquel paso tan grande que había dado.
No se le daban bien las palabras, era más bien un robot a la hora de expresarse en todos los sentidos de la palabra, y lo único que le habían dicho finalmente es que fuera ella misma pero, ¿cómo iba a gustarle a Pam si era así de rara?

— Hola.

Escuchó cerca de sí misma aquella reconocible y dulce voz, haciéndola despertar de sus pensamientos y que pegara un pequeño bote en el banco, provocando que sus ojos fueran lentamente hacia su derecha, aún sin girar la cabeza, para mirar de reojo a la figura que estaba a su lado, donde se encontraba una sonriente Beesly que parecía bastante contenta de encontrarla allí.

Harper sintió cómo se quedaba sin aire por un momento, sintiendo también cómo su corazón empezaba a latir a mil por hora y cómo su estómago le hacía tantas cosquillas que se tuvo que doblar ligeramente hacia delante; por un momento llegó a pensar que estaba teniendo algún retortijón pero, cuando giró la cabeza en dirección a Pam y la vio en todo su esplendor con la luz del sol incidiendo sobre ella y haciendo que un aura clara la rodeara enteramente, pensó que tenía ante sus ojos al ser humano más hermoso que alguna vez hubiera podido pisar la Tierra, como si un ángel hubiera llegado para cambiar su vida de repente.

— Hola — saludó Harper con apenas un hilo de voz, sintiendo cómo en su garganta se formaba un nudo que pensaba que era incapaz de disolver.

— ¿Qué haces aquí? ¿Estás merendando? — Preguntó Pam curiosa, acercándose a la pelinegra y ladeando su cabeza hacia un lado como si fuera un cachorro confundido —. Me dijiste que trabajabas hasta tarde aquí, ¿verdad? En la tienda de música.

— Si — afirmó la pelinegra, volviendo a tragar saliva mientras desviaba su mirada a cada parte del cuerpo de la castaña, confundiendo a la joven y haciendo que se preocupara por cómo de diferente estaba actuando a lo normal, basándose en las anteriores dos veces que se había encontrado con ella.

— ¿Te encuentras bien?

Desde el punto de vista de Pam todo parecía estar correctamente en un inicio, principalmente porque solo se había encontrado a Harper sentada en un banco, pero, al notar sus respuestas cortantes y el constante movimiento de su pierna derecha al rebotar, asumió que algo estaba martirizando la mente de la mujer, sobre todo cuando la saludó y la miró.

𝐃𝐑𝐀𝐖𝐈𝐍𝐆𝐒 ➼  𝐏𝐀𝐌 𝐁𝐄𝐄𝐒𝐋𝐘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora