Flores en el cielo

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El sol apenas salía el domingo por la mañana cuando ya se encontraban sacando un montón de valijas de la casa compartida.

Hinata y Sakura ayudaban a Sasuke a organizar algunas cosas en una pequeña nevera de plástico en la que habían metido un montón de agua y refrescos para el camino por carretera.
Por otro lado Ino y Shikamaru intentaban hacer que Chouji decidiera cuáles patatas fritas llevar de todo el arsenal que había sacado de su cuarto y Naruto se las ingeniaba para acomodar el tetris de maletas en la cajuela.

Cuando Sasuke le comentó a su madre sobre los planes que habían hecho, le insistió en que utilizara una de las camionetas de la empresa de su padre para realizar el viaje más cómodamente. Él había intentado negarse, pero Mikoto Uchiha era bastante terca y lo había prácticamente obligado a aceptar la mini van negra que ahora estaba estacionada frente a la cochera. Ni siquiera su hermano Itachi había podido interceder, no se diga su padre, el cuál naturalmente no era capaz de negarle nada a su mujer, cosa que demostraba su devoción como esposo, pero que creaba un contraste abismal con la personalidad tan severa de un hombre como Fugaku.

Sin lugar a dudas la familia Uchiha era única.

—¡Ino, ¿Por qué llevas cuatro malditos bolsos-ttebayo?!— Naruto gritó fastidiado por las valijas rosadas que parecían reacias a acomodarse.

—¡¿Qué tiene de malo?! ¡¿No sabes que las chicas llevamos lo más esencial para cuidar nuestra belleza?!

—¡Pero ni Sakura-chan ni Hinata-chan llevan tanto!— replicó.

—Mejor no alegues Naruto, es un fastidio tratar de discutir con ella por eso—Shikamaru lucía bastante soñoliento y desganado.

—Dobe cállate, no queremos oír tus chillidos tan temprano— gruñó Sasuke mientras levantaba la hielera para acomodarla en la van.

—Claro, para ti es fácil decirlo, no estás atrapado con esto-ttebayo.

—Ya está, me voy a llevar las de BBQ, Teriyaki, Especias y Wasabi, dejaré el resto en mi habitación para cuando regresemos— Chouji terminó de separar los empaques de frituras e Ino aplaudió por ello.

El Akimichi regresó velozmente al interior de la casa para dejar los que no se llevaría.

—Deberíamos decidir los lugares de una vez... — Sakura se llevó una mano a la barbilla en ademán pensante mientras miraba fijamente el interior de la camioneta y torció la boca al no poder decidirse entre los lugares del medio y el final.

—Eso es sencillo-ttebayo—Naruto se paró junto a ella una vez terminó de luchar con las maletas de la Yamanaka.

—Yo estoy bien con cualquier asiento, pueden escoger primero—Hinata sonrió y Sakura la miró un par de segundos.

—Aww, tu eres demasiado linda Hinata—la estrechó en un abrazo bastante fraternal.

La Hyuuga respingó, pero casi de inmediato relajó el cuerpo. Comenzaba a acostumbrarse a ese tipo de expresiones por parte de sus compañeros de casa. Aunque usualmente la futura médico respetaba su espacio, había ocasiones en las que era incapaz de no demostrarle la ternura que evocaba en ella.

Debía ser un pecado ser tan adorable.

Usualmente era una persona ruda, después de todo por años había dependido no solo de su inteligencia sino también de su fuerza física, había pasado sus días de secundaria y preparatoria en el club de judo, por lo que palabras delicadas no eran precisamente algo con lo que la gente describiría a Sakura, por ello, nadie hubiera pensado que tenía una debilidad muy grande por las cosas lindas y tiernas.

Buenos días, CariñoWhere stories live. Discover now