Desconocido

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Iba a enloquecer.

Miró fijamente el techo de la habitación y trató de centrar toda su concentración en la forma de las lámparas que eran iluminadas sutilmente por la luz de la luna. Llevaba al menos dos horas intentando dormir, pero su cabeza parecía estar reacia a olvidar todo lo que había pasado durante el día. Si bien su herida le valió como una excusa perfecta para retirarse temprano a descansar y no tener que ver más la cara de la persona que le robaba la tranquilidad, todo lo que había ocurrido entre los dos parecía algo sacado de una fantasía romántica y no la dejaba conciliar el sueño por más que lo intentara.

"Me gustas... quizás"

¿En serio había dicho esas palabras?

—Ah, desearía poder viajar al pasado y coserme la boca pensó desesperada mientras giraba sobre su costado—. Si no lo hubiera dicho, nosotros no...—pronunció en voz baja.

Sus mejillas se encendieron al memorar el calor de sus manos y la sensación de su boca devorando sus labios sin ningún tapujo.

Abrió los ojos como platos al notar lo embriagada que se sentía por esas memorias que inevitablemente sacudió la cabeza sobre la almohada para espantar los demonios que intentaban seducirla.

Afortunadamente Ino y Sakura habían decidido dejarla descansar cómodamente en una de las camas. Originalmente habían organizado un pequeño sorteo durante la primera noche para saber quién de ellas dormiría sola y quiénes compartirían, y aún y cuando la Yamanaka no estaba obligada a ceder su premio, lo había hecho gustosa para que no se sintiera incómoda con su lesión. Por ello, el par de chicas dormían plácidamente una a lado de la otra en la cama contigua mientras que Hinata se removía de un lado a otro ahogada en su propia vergüenza.

Nunca se había catalogado como alguien valiente, sin embargo, aquel día se dió cuenta que no era tan cobarde como creía y aunque sentía que podía morir del bochorno, estaba, de alguna forma, bastante feliz por darse cuenta de eso.

Tan contradictorio.

Pero... pareciera que él siente...lo mismo por mi, ¿Verdad?— de pronto el hilo de sus pensamientos fue interrumpido por esa idea.

Sasuke no lo había dicho, pero sus acciones se podían interpretar de esa forma ¿Cierto?

Después de todo, el Uchiha no lucía como el tipo de chico que se tomaba a la ligera los sentimientos de los demás. Quizás no era la persona más cariñosa y suave del mundo, pero dentro de su frialdad existía una amabilidad confortable y sutil.

Su pecho vibró cálidamente al dibujar en su mente las pequeñas muestras de consideración que el moreno había tenido con ella desde el primer día que se conocieron. Sasuke era una persona muy observadora, y aunque no hablaba demasiado, siempre demostraba en sus acciones lo mucho que cuidaba de otros. Cualquiera creería que sólo lo hacía debido a su trabajo como encargado de la casa compartida, pero había un límite en cuanto a lo que un arrendador estaba obligado a hacer por sus inquilinos, sin embargo él siempre hacia cenas deliciosas para todos, incluso guardaba loncheras para aquellos que no podían cuidar de sus almuerzos por alguna razón ajena a ellos; recordaba perfectamente los eventos importantes de cada uno y dejaba pequeños recados en las listas de tareas para que no tuvieran problemas al llevarlas al cabo.

También le había visto conseguir materiales de estudio para Naruto, quien mencionó que tendría un examen muy importante en la facultad apenas se acabarán las vacaciones, los cuales discretamente dejó en la biblioteca en un sitio donde el rubio los pudiera encontrar fácilmente cuando usará la sala. Era serio, pero no estricto, hablaba de forma mordaz, pero resultaba bastante elocuente su punto de vista y sobre todo, era un chico muy firme en sus propias convicciones.

Buenos días, CariñoΌπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα