Juegos de Pasión.

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Advertencia: Esta historia NO ES MÍA, es una adaptación del libro "Juegos de Pasión" de NALINI SINGH, por lo tanto todos los derechos de la historia son para ella, al igual que los personajes de Masashi Kishimoto usados en esta adaptación, ahora si disfruten de su lectura.

Dos días después del inicio de la danza de apareamiento, Sakura se encontraba en una cima en el extremo norte de su territorio gracias a un informe de Gaara. El teniente había conseguido «escuchar» una reunión a hurtadillas entre dos miembros de alto rango de Supremacía Psi y había elaborado un perturbador informe sobre lo confiados que estaban de ser capaces de acabar con los Akatsuki cuando quisieran.

—Hay algo más en la tierra que no hemos hallado —había dicho en su último mensaje—, algo que están seguros de que les dará una ventaja táctica insalvable.

Obito había otorgado prioridad a la tarea, poniendo a Sakura al mando.

—Hemos rastreado esta zona y no hemos sacado nada —dijo Sakura a Neji y Kisame, que estaban con ella—. Así que, ¿qué se nos está pasando?

Aun en ese momento los técnicos se desplegaban bajo ellos como un ejército de hormigas, pero podía ver que estaban desanimados.

—¿Cabe la posibilidad de que los psi se adentraran en regiones que no hayamos rastreado? —inquirió Neji.

—Si me lo preguntas a mí, ninguna —respondió Kisame—. Somos demasiado impredecibles en esas zonas. Un lobo adulto decide salir a correr en cualquier momento, de día o de noche.

—Estoy de acuerdo con Kisame. Los sectores lejanos son las únicas partes donde habrían tenido la seguridad de disponer de un período de tiempo sin interrupciones. —Dejando que su loba saliera a la superficie, pues su vista era mejor, Sakura se centró en la distancia... para ver a un lobo muy musculoso con el pelaje de un intenso color plateado, como la corteza de un abedul, dirigiéndose hacia ella a grandes zancadas. Sus labios se curvaron.

—¿Tenemos que desaparecer? —preguntó Kisame con una tos que a Sakura le resultó sospechosa. Cuando ella miró enarcando una ceja, el hombre le guiñó un ojo—. Parece que arrastrarte a tantos rincones oscuros como pueda forma parte del estilo de cortejar de Sasuke.

Neji rió con disimulo.

Sakura decidió encajar la broma con elegancia.

—¿A ti no te pillaron una vez con el culo al aire con Yuki? —le preguntó a Kisame—. ¿No estabais cubiertos de salsa de chocolate en esos momentos?

—Cierra el pico. —Kisame cruzó los brazos—. Y para tu información, era miel.

Neji se estaba partiendo de la risa, y aunque su hilaridad era en parte a expensas de ella, la loba de Sakura se alegró de ver que, si no feliz, al menos era capaz de encontrar cierta alegría. Cuando se giró, vio a Sasuke coronar la última montaña con el fin de rodearlos y detenerse a su lado, y ella acarició con los dedos aquella orgullosa cabeza.

Una vez se recuperó de su ataque de risa, Neji señaló un pequeño valle al oeste.

—Podrían haber escondido algo allí. No le hemos prestado demasiada atención a esa zona porque es propensa a las riadas.

Sakura, con su loba frotándose muy contenta dentro de su piel mientras Sasuke apoyaba su peso contra ella, asintió.

—Los cuatro estamos libres ahora mismo. Podemos coger un par de escáneres e ir a realizar un examen preliminar. —Pero cuando bajó la mirada a los ojos cobrizos de Sasuke, vio su desacuerdo—. ¿Qué? —Él levantó la vista—. ¿Estás poniendo los ojos en blanco? —Su loba se mosqueó. Sasuke exhaló un largo suspiro y luego levantó la vista de nuevo. Fijamente. Sakura siguió su mirada—. Kisame, Neji, ¿estoy ciega?