XXIX

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Por problemas técnicos no sé cuándo vuelva a publicar, pero la historia no quedará en el olvido. Igual yo sigo trabajando en ella, pero le estoy incorporando otras cosas. Les pido paciencia y disfruten de lo que hay hasta ahora. Sin más que decir, continúen con la lectura...

Estaba despertando cuando mamá tocó la puerta. Le pedí que pasara mientras me estiraba para levantarme.

__ Buenos días, hija. Cariño, alguien vino a verte. Te espero en el comedor.

Salí de la cama, me di un baño rápido y me arreglé. Me abrigué, ya que era una mañana fría. El reloj marcaba las diez de la mañana, pero podía ver por la ventana el cielo nublado. Un clima perfecto para estar acostada viendo películas.

Bajé al comedor y allí estaba ella. La chica pelinegra. Yulia... Mi corazón dio un vuelco, pero no supe por qué. Me acerqué y la saludé con un beso en la mejilla.
Nos sentamos a desayunar en total silencio. De vez en cuando me lanzaba miradas y nuestros ojos coincidían. Una sensación rara pero agradable.

Cuando terminamos de desayunar, Yulia levantó los platos y los lavó. De pronto recordé que una vez comimos juntas y lo hizo.
Mamá tenía que ir al despacho pero se sentía insegura de dejarme sola.

__ Tranquila, mamá. Estaré bien. Te llamaré cualquier cosa.

Mamá se fue y le pedí a Yulia ir a la sala. Nos sentamos en el mismo sofá, pero cada una en un extremo.

__ ¿Cómo has estado, bonita? - me dijo dulcemente.
__ ehhh me estoy recuperando muy bien. ¿Cómo has estado tú?
__ La verdad... quería verte. Aunque he tenido full trabajo, siempre le preguntaba a Nastya por ti.

Yulia tomó mi mano. No pude evitar sonrojarme. No entiendo esta sensación de calor en el pecho que me da al sentir su contacto. Su mirada de embobada era un derroche de ternura.

__ Tuve un recuerdo fugaz de un almuerzo que tuvimos en mi departamento. Intento recordar más, pero nada viene, lo siento.

Noté un semblante de desilusión en su rostro, pero me regaló una bella sonrisa y me da la sensación de que ya la he visto antes.

__ No te preocupes por eso, bonita. Te voy a esperar el tiempo que sea necesario.

Bajé la mirada a nuestras manos. Mi corazón latía más fuerte, me di cuenta que ambas llevábamos el mismo anillo. Volví mi mirada a sus ojos, era como mirar el mar en calma.

Me levanté y la traje a mi habitación, ella sólo me siguió en silencio. Me senté en la cama y Yulia imitó mi acción.

__ ¿Puedo pedirte algo? - dije tímidamente.
__ Lo que quieras.
__ Por favor, bésame.

Yulia abrió los ojos lo más que pudo, mientras yo me sentí muy estúpida. En un movimiento rápido, acortó la distancia e hizo lo que le pedí. Fue un beso lento y delicado. Aunque era el primero desde que estuve en el hospital, la sensación se sentía tan familiar. No era la primera vez que Yulia me besaba.

No puedo explicar con palabras lo que sentí. Me revolvía todos los sentidos. Lo que sí estaba claro, es que no éramos simplemente amigas. Hay algo más. Pero no tengo ningún recuerdo aparte del de Ivanka. No sé si me gustan las mujeres o soy bisexual.

Yulia se separó de mí visiblemente apenada. Yo no me quedaba atrás. Miró su reloj y comprobó la hora. Mi cara de tristeza total era bastante evidente, no quería que se marchara. Y fue como si de pronto, me adivinara el pensamiento. Me acarició la mejilla y me miró a los ojos.

__ Me encantaría quedarme, bonita, pero no es correcto. Yo... es tarde, debo irme.

La acompañé hasta la entrada para que abordara su auto. Por la ventana del conductor, la besé y me metí corriendo a la casa.

Tu pecho es mi abrigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora