XXXIII

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_ Volkova, tienes visita - dijo la celadora con su mal humor característico - mueve tu trasero.

Misha me sonrió y se quedó en la litera, mientras yo me acomodaba para seguirla. Me sacaron de la celda y me esposaron, para llevarme a la sala de visita.

__ Tienen una hora - dijo y cerró la puerta del cuarto.

En la mesa se encontraba Lena. Mi pelirroja bonita. Llevo seis meses aquí y me ha venido a ver dos veces cada mes. Las otras veces ha venido Katya, porque es una visita a la semana. Ellas se han puesto de acuerdo para verme.

__ Cariño - Se levantó y me abrazó fuerte - te he extrañado tanto.

Yo no le podía corresponder, ya que no me quitaban las esposas. Sé que pasar por todo esto ha de ser tan difícil para ella.

__ También yo, cielo. Lamento que tengas que verme así... ¿Acaso eso es lo que creo que es? - le señalé la bolsa de papel.
__ Sí, amor. Sé que son tus favoritos. Te traje suficientes para que compartas con tu amiga. Y también esto.

Mis ojos se cristalizaron y un par de lágrimas resbaladizas salieron. Lena puso una cara de preocupación, pensando que había hecho algo malo. Como pude subí mis manos y acaricié su cara.

__ Bonita, te lo agradezco tanto. Gracias por quererme.
__ por amarte - me corrigió - te amo, Yulia.

Nos sentamos y estuvimos hablando. Me contó que ha mejorado bastante con la nueva terapia y le cambiaron los medicamentos por unos menos fuertes. Va dos veces al mes a ver a su madre y a su psicóloga.

__ Mi amor, por poco lo olvido. Te tengo una noticia - me dijo emocionada.
__ Se acabó el tiempo - dijo la celadora - Volkova, a tu celda.

Lena me dio un beso en los labios y la celadora me llevó de nuevo al pasillo.

*****

__ ¿Y cómo te fue? - me dijo Misha para alegrarme un poco.
__ Bien, es sólo que...

Misha y yo nos volvimos buenas amigas. En varias ocasiones la consolé cuando despertaba en medio de la noche llorando. A veces las pesadillas la atormentaban y yo la protegí. La quería como a una hermana menor.

__ Te sientes culpable - dijo ella - Yulia, no hagas eso. Ella sabe todo de tí y aún así se quedó. Es su elección.
__ Lo sé, Misha - suspiré - la amo tanto, pero hay momentos en los que quisiera que no estuviera atada a mí.
__ Cómo me gustaría que alguien me quisiera así - dijo mirando a la nada - oye, no me restriegues a tu perfecta novia - dijo en tono de broma - y sé más agradecida.
__ Tienes razón - le pasé mi brazo por su hombro - por cierto, esto es para tí. Le comenté que te gusta leer y pues - le entregué el libro.

Misha me abrazó emocionada. El libro se titulaba "Un Sueño Lejano". Era de una trilogía.

__ Qué linda que es... Irina y yo crecimos con este libro. Nunca pude tener los otros dos. Dile que muchas gracias de parte de las dos - me dijo efusivamente.

No es que hubiera nadie más. Para aclarar, Irina era su otra personalidad.

*****

Los meses pasaron tan rápidamente que no me di cuenta. Si bien no soy muy amante de la vida en la calle, no hay nada más valioso después de la vida que la libertad. La libertad de salir a donde quisiera y no estar confinada a estas cuatro paredes.

La misma celadora amargada se acercó a la celda y me ordenó recoger mis cosas. Sin entender nada, lo hice. Misha se despidió de mí con un abrazo.

__ No te voy a olvidar, te quiero amiga - le dije - te sacaré de aquí, lo prometo.

Seguí a la celadora hasta la oficina del director y allí estaba la Sra Inessa. Me invitaron a sentarme y se dispusieron a explicarme que iba a ser trasladada a un Instituto de salud mental.

Mi suegra había apelado a la sentencia y en un año, lograron ese acuerdo. Para mí seguía siendo una prisión por otra, pero me explicaron que luego de un tratamiento me podrían dejar ir antes de lo previsto.

Y fue así como me llevaron al Instituto de Salud Mental Dinamo, el cual estaba ubicado en San Petersburgo.

*****

El proceso de ingreso fue parecido al de la prisión, con la excepción de que en vez de barrotes, era un cuarto acolchado color blanco sin ventanas y con un pequeño vidrio en la puerta.

Tenía una cama individual, una mesa tipo escritorio con una silla. Allí reposaba una libreta y un bolígrafo. Las personas con depresión necesitan desahogarse escribiendo.

Ya había saldado mi deuda con la sociedad, pero tenía que estar encerrada en un maldito manicomio. No fue fácil el cambio, pero trataré de mantenerme cuerda.

Tu pecho es mi abrigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora