Chapter seven.

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LOS VIERNES ERAN INDISCUTIBLEMENTE LOS DÍAS MÁS ANSIADOS POR LOS ESTUDIANTES

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LOS VIERNES ERAN INDISCUTIBLEMENTE LOS DÍAS MÁS ANSIADOS POR LOS ESTUDIANTES. No obviemos el hecho de que también eran los más aburridos, ningún viernes a la mañana en la secundaria de Forks era algo sorprendente. Los profesores no querían dar clases, los estudiantes no querían asistir y cada movimiento o respiración se sentía como un capítulo de relleno en alguna serie televisiva. Olympia específicamente no la estaba pasando muy bien, extrañaba exageradamente a Edward. Sumando que Isabella Swan no dejaba de observarla, lo cual la estaba empezando a hartar. 

A la hora del almuerzo, Olympia se sentó nuevamente con los Cullen ─ obviando al cobrizo ─ y Alice estuvo todo el rato mirándola con expectativa, cómo si algo grandioso fuera a salir de ella. Jasper mantuvo una mini sonrisa también, Emmett no salía de su estado de diversión absoluta por sí mismo ─ porque en realidad se mantuvo callado, lo cual fue aún más extraño ─ y por último, Rosalie, quien había adorado a Olympia tan pronto se conocieron y a quien le brillaban los ojos cuando la castaña tan solo parpadeaba. Rose era la más extraña de todos, ella no podía ahogar ni esconder la emoción avasallante de sus expresiones. 

Cuando el timbre volvió a tocar y cada quien se fue a sus clases, la castaña pudo tomar tiempo a solas para repasar los hechos del día. Ella sabía que los Cullen eran algo y que todavía no le querían contar, ella estaba bien con eso, pero que actuaran así de extraño era en cierto modo preocupante, o quizás solo estaba pensando demasiado. El día fue demasiado para ella, fue demasiado que tragar. Isabella y sus miradas penetrantes, los Cullen actuando extraño y la ausencia de Eddie. ¡Que el Señor tenga piedad, ella es solo una persona! 

El ambiente en la clase ya era imposible de llevar, todos estaban al borde de sus asientos esperando a que el timbre sonara. El profesor mismo había dejado de hablar los últimos 5 minutos para proceder a observar de la misma forma el gran reloj colgado arriba del pizarrón, justo detrás de su asiento. 

Hubo cierto momento donde Olympia dejó de prestar atención y se sumió en sus propias preocupaciones diarias. Cuando cayó en cuenta de dónde estaba y miró alrededor ya no había nadie. Cada alumno había desaparecido. Así que recogió su mochila y guardó sus libros, tomó su abrigo y se encaminó hacia el estacionamiento. Ahora que lo pensaba, no tenía quien la llevara a su casa, pero siempre era una buena idea caminar, así que no le dió mucha importancia. 

Cuando salió por la puerta el viento hizo revolotear su cabello, que ya de por sí era lo suficientemente fino y sedoso en un día normal. La atmósfera y el clima solo provocaba que su belleza natural se acentuara más. 

Camino despacio hacia el estacionamiento, dándose cuenta que quizás se tomó más tiempo del debido, puesto que sólo quedaban menos de 20 autos allí, incluído el de los Cullen. Dando una mirada más profunda logro distinguir un flamante Mercedes aparcado unos espacios lejos de los Cullen, y esperando apoyado de una forma elegante y llamativa estaba el hombre que la traía hipnotizada. Carlisle ese día se veía aún más deslumbrante que de costumbre, no llevaba la bata de doctor, en su lugar había una remera negra lisa de mangas apretadas y largas, con cuello en v que lograba acentuar su físico y un precioso pantalón negro de vestir, cómo le es habitual. Los zapatos negros iban pulcros cómo de costumbre y su pelo rubio iba bien peinado. 

GUYS MY AGE, carlisle cullen.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora