Chapter twenty.

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LO QUE ANTES ERAN APENAS MURMULLOS ININTELIGIBLES AHORA ERAN VOCES QUE HABLABAN EN SU OÍDO, LA MAGNITUD EN LA QUE LAS COSAS CAMBIARON ERAN GIGANTESCAS

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LO QUE ANTES ERAN APENAS MURMULLOS ININTELIGIBLES AHORA ERAN VOCES QUE HABLABAN EN SU OÍDO, LA MAGNITUD EN LA QUE LAS COSAS CAMBIARON ERAN GIGANTESCAS. Podía escuchar la voz de Jessica siendo tan irritante como siempre y a Ángela pidiendo que no hable así, todo se sentía tan extraño y tan normal al mismo tiempo. Estaba acostumbrada a ser objeto de charlas y chismes, ya se había dado por vencida, Thomas no hizo más que elevar su estatus y popularidad en contra de sus deseos, mientras que los Cullen hacían exactamente lo mismo pero con apoyo emocional. Había una diferencia y ella lo sabía. También sabía más cosas de las que debería, en realidad, pero ya no había vuelta atrás, de forma bastante literal.

Estar afuera de la cafetería ayudaba mucho, aún podía escuchar el viento en las ramas más altas de los árboles y oler la densidad pura del bosque. Sabía que debía estar en calma, sabía que debía controlarse, lo había estado haciendo muy bien últimamente y es por eso que se le permitió regresar. Carlisle se había encargado de ello, había hablado con los directivos y los había endulzado lo suficiente como para que le dieran un respiro, algo así como unas mini vacaciones. Usando la excusa de problemas personales urgentes o algo por el estilo, el patriarca realmente no le había dicho muchos detalles, él solo quería que ella se tomara su tiempo y se sintiera cómoda en su nueva piel, su nueva naturaleza.

Su rostro se ensombreció un poco al darse cuenta que Edward ya estaba dentro del lugar con la joven Swan y que de hecho, la tenía básicamente bajo su brazo y pegada a él, con el temor de una catástrofe a flor de piel. Bufó molesta, era patético.

Jasper posó su mano suavemente en su hombro, demostrando apoyo. Rosalie detrás de hizo lo mismo, sujetando su mano. Iba a ser la primera vez que la familia Cullen entrarían en el recinto por separado de sus respectivas parejas, pero creían que era algo completamente necesario dada la situación. Olympia necesitaba su apoyo, lo requería casi desesperadamente, sabía que ella sola no podría con tanta presión. Quizás antes sí, pues no tenía nada que ocultar, nada que temer. La situación era ciertamente diferente a lo que era.

Alice le sonrió abiertamente cuando Emmett abrió la puerta y entraron primeros, seguidos de los Hale y Olympia. La atmósfera cambió repentinamente en el segundo en el que la castaña clara pisó el lugar. Las voces se callaron y luego de tres pasos suyos, las voces se volvieron casi gritos en sus tímpanos, mantenía la cabeza gacha, con miedo de que alguno pudiera ver el cambio en sus ojos. Maldita sea, ¿cómo no había pensado en eso? Se había emocionado mucho con la idea de volver al colegio, lo pasó por alto.

Los ojos dorados de la nueva vegetariana se incrustaron en su mano, donde el anillo que su prometido le había dado se hallaba. Brillando sonriente, luciendo hermoso y sentimental, con aquel recuerdo mágico de ellos bailando en la noche y con la promesa tácita de un para siempre juntos.

Sus emociones bailaron despavoridas, sumergiéndose y elevándose, corriendo desesperadas por salir. La poca calma que había logrado adquirir se evaporó al unísono en que la voz irritante de Jessica Stanley se abría paso.

GUYS MY AGE, carlisle cullen.Where stories live. Discover now