Chapter nine.

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« ──

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« ──...¿Puedo pasar?»

La castaña parpadeó saliendo del trance. ── Eh, si... si, entra. Te traeré una toalla para secarte un poco.

Olympia corrió al baño y buscó una toalla, cuando no habían pasado ni 5 minutos y ella ya le estaba dando la toalla a Carlisle se sorprendió, ¿hace cuánto no se movía tan rápido y mantenía memoria de lo que hacía?

── Perdón por venir sin avisar, solo quiero hablar, ¿crees que podemos? ── Carlisle fue invitado a sentarse, lo cual hizo después de poner primero la toalla arriba del sillón para no mojarlo.

── Claro. ── Olympia tomó asiento junto a él tranquilamente, cómo si la última semana no hubiera existido y ella nunca se hubiera enterado de la verdad. La realidad de la situación pronto la golpeó y frunció el ceño, ¿que le estaba pasando?¿por qué repentinamente todo lo que había pasado se le hacía una miniatura en comparación con poder verlo a él?¿por qué estaba tan extasiada?

── En esta semana no te acercaste a los chicos y ellos me comentaron que no te veías bien. Quería darte espacio para que pudieras pensar la decisión que quisieras, para que procesaras lo ocurrido pero la preocupación me ganó. ¿Cómo estuviste?

Olympia boqueo como un pez. ── Yo... estuve rara. Después de que saliera de su casa caminé, no recuerdo el transcurso, solo que llegue aquí y me acosté en mi cama, me quedé dormida, cuando quise acordar ya era lunes y no tenía idea de cómo había llegado al colegio. La semana se pasó como un sueño, sentía que flotaba y que nada tenía color. Ahora de alguna forma me siento mejor, siento que estoy en mi nuevamente. Es muy extraño, Carlisle. Me siento mejor desde que le abrí la puerta.

El rubio asintió y la observó detenidamente. ── Bien, creo que es hora de explicarte la otra parte de los vampiros, pequeña.

Olympia se estremeció mientras miraba los ojos dorados, producto de lo que ella ya sabe es sangre animal. Carlisle sonrió levemente, quizás había sido una semana infernal pero las cosas no habían cambiado mucho.

Dejando que Carlisle siguiera hablando ella solo asintió.

── Los vampiros tenemos algo así como un alma gemela, alguien que es solo para nosotros y nos acompañará por el resto de los días. Se les llama "compañeros". Cómo los vampiros somos eternos, necesitamos alguien a nuestro lado que haga más ameno la existencia restante, alguien en quien volcar el profundo amor que sentimos. Mismo como nuestros sentidos se desarrollan mejor, nuestras emociones también. Todo es más intenso.

Olympia frunció levemente el ceño. ── ¿Alice es compañera de Jasper y Emmett de Rosalie?

Carlisle asintió con una sonrisa amable en su cara.

── ¿Y Esme?

── Ella todavía no encontró a su compañero.

Las apenas notorias arrugas en la frente de Olympia se profundizaron. ── ¿Qué hay de Edward?

Carlisle negó. ── Él tampoco.

El silencio reinó durante unos minutos que se sintieron cómo horas.

Finalmente, Olympia preguntó. ── ¿Y usted, Dr. Cullen? ── Su voz fue baja y suave, más como un arrullo que como una oración.

Carlisle se mordió el labio inferior con nerviosismo. ── Yo si la encontré.

La nariz de Olympia le comenzó a picar, sus ojos se empañaron ligeramente como un augurio.

── Ah... ── Su voz salió entrecortada. ── Que bien... ¿y quién es?

Una voz en la lejanía de su cabeza le decía a Olympia que debería de haberlo despedido en vez de preguntar, pero su curiosidad esta vez sí logró ganarle.

A Carlisle le brillaron los ojos, Olympia sintió que se le caía el mundo. ¿Esa compañera hacía que a él le brillarán así los ojos?¿Ella logró eso alguna vez en él?

Todo sucedió en cámara lenta. Carlisle abriendo la boca para contestar, ella conteniendo la respiración inconscientemente, sus ojos y nariz picando, los ojos del rubio rebosantes de amor y su pecho doliendo como si le hubieran pegado allí.

── Eres tú.

El tiempo se paró. Ella estaba quieta como si medusa la hubiera petrificado. Sintió sus pulmones liberarse y llenarse de aire. Sus ojos se aclararon y las lágrimas que estaban amenazando con salir desaparecieron. Se sintió genial, afortunada. Pero todo lo que pudo decir fue...

── ¿Qué?

Carlisle le tomó la mano que ella sin darse cuenta estaba cerrando en un fuerte puño.

── Tu eres mi compañera, pequeña. Desde que te vi esa vez en la carretera lo supe, use cada oportunidad para verte, para conocerte, para saber de ti. Mis hijos te aceptaron, la que yo considero mi hermana también. Todos te quieren, yo te quiero. Eres tan especial para nosotros, para mí... ── Carlisle dejó de hablar para darle la chance a ella de hacerlo, sin embargo, Olympia tenía los labios fuertemente sellados. ── Quiero tenerte a mi lado todo lo que tú me dejes estar, quiero que estés en mi casa tanto como quieras y que me visites en el hospital como lo habías estado haciendo. Quiero verte seguido y sentir tu cariño. Quiero que me abraces fuerte como si yo fuera tu propio lugar seguro, cómo si todo estuviera bien solo con el otro a nuestro lado...

Los ojos de Olympia habían dejado caer las lágrimas hace bastante tiempo ya, pero sus mirada no se movió de los ojos opuestos.

── Por favor, quédate conmigo... ── Carlisle se acercó un asiento más. ── ¿Serías mi novia, Olympia LeBlanc?

Las comisuras de los labios de la menor se estiraron hacia arriba sin que ella se diera cuenta, las palabras estaban grabadas a fuego en su mente, repitiéndose en un eco interminable. Su cuerpo se movió más rápido de lo que su cabeza enviaba la señal. Ella asintió cómo si esa fuera su última voluntad.

Pronto, la separación entre ambos cuerpo se terminó y se fundieron en un abrazo rompe costillas ─ no literalmente ─, que de un momento a otro, sin ninguno haber pensado en eso como posibilidad, se convirtió en su primer beso. Los fríos labios del rubio se calentaron con la calidez que desprendía el cuerpo vivo de la castaña. Sus pechos tocándose advirtió a Carlisle del acelerado ritmo cardíaco de Olympia. Él sonrió en medio del beso, era reconfortante saber que aún tenía ese poder en ella, de hacerla emocionar, de hacerla un manojo de nervios. Cuando se separaron, sus cabezas aún estaban bobas, pero sus ojos tenían cierto brillo, que hasta un tonto podría haber descifrado.

Ese día ellos volvieron a la casa Cullen con las manos entrelazadas, sonrisas brillantes y la noticia de un noviazgo.






























©orilovespieceofyou.
1075 palabras.
[actualizado/ 17.01.23]

GUYS MY AGE, carlisle cullen.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora