Chapter twelve.

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━━━━ CAPÍTULO DOCE .

❨ VOLTERRA. ❩




── ¿DEBO SUPONER QUE NO ALQUILASTE ESTE AUTO?

Olympia la miró a través del espacio entre medio de los asientos delanteros, mientras subía una ceja.

── ¿Todavía te lo preguntas, Isabella? ── Comentó con su voz teñida en burla.

Alice rió por lo bajo y forzó una sonrisa mientras balanceaba levemente la cabeza en dirección a donde Isabella se agarraba por su vida.

── Supuse que no te opondrías a un coche robado.

Olympia carraspeó para ocultar la risa.

── Hoy no.

Alice asintió con la cabeza en entendimiento, Olympia balanceó la suya en contemplación. De un momento a otro, el auto se zarandeó y Alice clavó su mirada en un punto de la acera, Olympia se estiró sobre el hombro de la duendecilla para mantener el volante derecho y no estrellarse. Isabella la miró en agradecimiento. Cuando Alice volvió en sí misma, la castaña clara se reclinó en su asiento de nuevo.

── ¿Qué?¿Qué viste? ── Isabella preguntó, con un deje de miedo en su voz, temerosa por otra visión.

── Lo rechazaron.

── ¿Y..? ── La humana no estaba entendiendo hacia dónde iba o qué significaba las muecas que Alice hacía.

── Va a armar un escándalo. Mostrarse a los humanos.

── ¡No!¿Cuándo?

── Esperará hasta el sol del mediodía...

── Cielos, Alice, debes apurarte.

── Ahí está Volterra.

Olympia cerró sus ojos, descansandolos un momento, mentalizando para lo que fuera que viniera después.

Alice apuro lo más que pudo el paso, entrando por una callecita con un umbral de ladrillos que parecía ser la entrada al cerrado lugar, al cerrado y alejado pueblo en Italia. Tocando bocina y moviéndose a través de la calle. Hasta que después de un par de vueltas en calles poco concurridas, una multitud de personas en capas y capuchas rojas sangre les impidieron el paso.

── ¿Por qué están todos de rojo? ── Isabella ya no sabía qué más hacer, estaba agarrándose el cabello con las manos y pasando estas nerviosamente por su cara repetidas veces.

── Festival de San Marcos. Conmemoran la expulsión de los vampiros de la ciudad. Es el escenario perfecto. Los Vulturi nunca lo dejaran llegar lejos.

── ¡Tenemos cinco minutos!

De algun forma, los bocinazos de Alice habían surtido efecto, pues ellas seguian en marcha con el deportivo amarillo chillon por las calles. La humana estaba empezando a hiperventilar, y Olympia no era buena con las palabras cuando la persona realmente no le importaba mucho.

── Bella, solo respira... ── Alice trataba con todas sus fuerzas de mantener a Isabella entera para que salvara a su hermano.

Mierda, la policía las había detenido.

Olympia empujó fuera del auto a Isabella.

── ¡Alice!

── Bella, eres la única a la que no verá venir. Él leerá nuestros pensamientos y creerá que estamos mintiendo y se apurara.

── ¿A dónde voy?

── Debajo de la torre del reloj. ¡Ve!

Olympia se pasó al asiento delantero con Alice y suspiró, esperando que todo resultara bien. Ellas deberían responderle al oficial ahora, Edward quedaba en manos de Isabella.

── Mierda. ── Y acto seguido le sonrió al oficial que seguía golpeando en el vidrio para que lo bajaran. Ellas se encargaron de encontrarlos más tarde.

(...)

Isabella corría con todas sus fuerzas, impulsandose con personas y piedras sobresalientes de la calle para seguir corriendo. Debía llegar a tiempo... y este se le acababa. Nunca había sido buena en nada deportivo, era un cero a la izquierda, pero por él...ella haría hasta lo imposible si se trataba de él. Incluso si lo salvaba y Edward no quería saber nada más de ella, Isabella diría que estaba bien y se volvería a Forks, sin importar su salud o lo que ella quería. Lo había entendido, había sido una malcriada, una caprichosa e inmadura. No se detendría a excusarse, porque sabía que había sido su falla, pero ahora lo entendía. Era consciente de ello. Y por sobre todo, se arrepentia del mal que había hecho. Corrió más rápido, subió escaleras y escalinatas, empujó gente y pechó otras. Hasta que la vio; la torre del reloj de la que Alice hablaba, estaba a unos metros, solo debía esforzarse un poco más. El problema era que había mucha gente más, amontonados y en medio un desfile conmemorativo. No le importaba, Edward era más importante, así que volvió a correr y empujar gente, buscando una salida de aquel mar rojo.

El reloj marcó las doce del mediodía, y a ella todavía la separaba una fuente de agua y más encapuchados.

De la puerta debajo del reloj apareció Edward, desabrochando la camisa, listo para realizar aquella causa por la cual lo matarían... solo para estar con ella en el más allá, si es que eso existía, y sino, para no tener que vivir una eternidad sin su presencia.

Isabella corrió y atravesó la fuente, mojándose las zapatillas y el jean a su vez, no teniendo mente para preocuparse por ello, ella solo lo quería salvar, quería abrazarlo y hacerlo entrar en razón. Así que a tropezones y empujones, corrió hacia él.

Quería sentirlo otra vez, quería decirle lo mucho que lo amaba y hacerlo sentirla también.

Porque demonios, ella daría todo por él. Su alma, en el proceso.










©orilovespieceofyou.

1000 palabras.

GUYS MY AGE, carlisle cullen.Where stories live. Discover now