Capitulo 10

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EL calor, sol en mi rostro y el sonido de mi celular sonando es lo que hace que me despierte de tan profundo sueño que estaba teniendo. Extiendo mi mano a la mesita de noche y me llevo el celular a la oreja sin siquiera revisar de quien se trata.

— Hija, buen día — la voz de mi mama hace eco tras el auricular al tiempo que se me escapa un bostezo.

— Buen día ma — me levanto y voy a abrir por completo las cortinas de la habitación para que el sol entre del todo y le de vida al espacio.

— y cuéntame, ¿ya son novios? — era inevitable no reírme ante la pregunta de mi madre.

— Ya imaginaba que algo tuviste que ver en todo esto, ¿Cómo se te ocurre dejar entrar a un hombre en mi casa a las tantas de la noche? — coloco el altavoz para disponerme a tender la cama.

— ah hija, ustedes son dos adultos, además confío en ti y sé que no harás algo que pueda poner en riesgo tu testimonio y salvación.

— ya ok, y no le hemos puesto título a esto todavía, supongo que somos novios, no lo sé — suelto de golpe un suspiro

— Ya quiero verte en traje de novia hija, y a mis futuros nietos, serán tan lindos.

— Mami, basta, vas muy pero que muy rápido

— Naaaa hija. Lo de ustedes es algo confirmado por Dios, ustedes se aman y con lo bonito que es ese muchacho yo no lo pensaría mucho y me casara ya con él.

— Pero como no eres tú y soy yo, no será así. Aunque si quizás sea pronto pero no sé qué tan pronto, veremos cómo fluye todo.

— QUIERO NIETOS¡¡¡¡¡ — Su grito nos hizo reír a ambas, — Te dejo hija, suerte en el trabajo, te amo.

— Te amo, bay.

Miro la hora y me despreocupo un poco, apenas son las 7 de la mañana, aun me queda mucho tiempo para llegar al hospital. Justo en ese momento recibo otra llamada la cual me hace sonreír como boba y respirar profundo antes de responder.

— Hola

— Buen día, ¿Cómo amaneció esta princesa?

— La felicidad de esta princesa se debe a cómo está su caballero. — escuchar su risa fue como la dosis de café que necesito diario, reconfortante.

— Yo estoy bien, mejor ahora que te escucho

—Me alegro que estés bien, yo también lo estoy

— Con solo saber eso mi día será estupendo — voy a mi closet con el celular sujetado a mi oreja mientras examino que ponerme hoy — A qué hora tienes que entrar al trabajo? Yo voy de salida ya

— mm, 8 cuarenta y cinco. Espero te vaya bien en el día

— Por supuesto, si Dios es conmigo, ¿Quién contra mí? — reí ante su ocurrencia, mis padres siempre se contestan con versículos bíblicos y es de lo más bonito. — te dejo, nos hablamos más tarde.

Nos despedimos y me dispuse a vestirme para luego irme al hospital. Me decidí por una falda tubo rojo oscuro, una blusa de mangas acampadas color crema y mis zapatos altos camel, una vez lista me dispuse a hacer de desayunar, por lo que fui a la cocina y tomé una galleta de soda y un vaso de jugo de naranja, que fui comiendo mientras revisaba el correo electrónico.

Lista para un día de trabajo.

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Las carcajadas se hacen resonar por toda la casa mientras Elías era avergonzado.

— Mi turno — Grita Mariela levantando su vaso de refresco por encima de su cabeza y riéndose a carcajada. — Yo nunca nunca — hace una pausa para seguir riendo — he olvidado por completo la letra de una canción en plena presentación.

Los ojos de todos los chicos incluyendo la mía se dirige hacia Luisa, para verla tomar de su vaso a lo que todos explotamos de la risa, recuerdo ese día, estábamos en una reunión de jóvenes y ese día habían invitado a algunos chicos de otra iglesia dentro de ellos estaba el hombre que le gustaba a Luisa y al momento de ella dirigir la canción que le tocaba pues se le olvido por completo y pues, Carlos tuvo que entrar de improvisado a cantarla por ella.

Luisa se levantó del piso y con una sonrisa fue donde estaba Gonzalo, le agarró de los lados de la cara y le plantó tremendo beso ruidoso.

— Por la culpa tuya fue — dijo sonriendo y todos le celebramos su osadía.

Volvió a su lugar y levanto su vaso, — bien, me toca a mí — por un instante examinó la sala entera pasando por los rostros de los más de 10 que estábamos reunidos y su mirada se detuvo en mí con una sonrisa triunfante.

— oh no, no, no, no, presiento que viene para mí. — dije viendo que su felicidad se extendió más si se pudiera decir.

— Bien, yo nunca nunca he besado a alguien — sabía que venía para mí y reí con mi derrota viendo que todos en la sala levantaban el vaso al aire como si fuera un brindis colectivo y bebían a lo que yo solo pude reír con más fuerza haciendo que otros se una a mi risa incluida Luisa; no nos exponemos por maldad sino por diversión y nadie lo hacía por mala voluntad, somos un grupo donde todos nos respetamos entre si y compartimos el amor de Dios.

— Está bien, acepto la derrota, — digo con las manos en alto — pero no por mucho tiempo, pronto los sorprenderé a todos — ahora la que sonreía triunfante era yo y varios me miraban con caras de asombro felices.

— ¿En serio? Felicidades Ros — Maira, quien está casada con el pianista de la iglesia y por eso está aquí me da un fuerte abrazo y le siguen las felicitaciones de los demás que están presente. PRONTO HABRA BODAAAAA grita ella y todos hacen ruido ante la afirmación de mi amiga.

En ese momento llega la pizza que habíamos pedido hace alrededor de una hora y todos nos ponemos a comer entre conversación, risas y bromas. Una de las cosas que como líder de adoración me propuse hacer es cada mes elegir un día para reunirnos a jugar, comer, conversar y pasar tiempo de calidad con ellos.

De igual modo siempre tomamos días en el mes para reunirnos a orar, ensayamos todas las semanas y así todo se mantenía en un flujo oportuno.

Cuando regresé a casa eran ya las 11 de la noche, mañana jueves no tengo que trabajar sino hasta las 2 de la tarde, por lo que tenía toda la mañana libre.

Empiezo a arreglar un poco mi armario en lo que me da sueño, y al parecer va a tardar mucho porque me da tiempo terminar de organizar toda mi ropa y acostarme a pensar infinidades de cosas sobre mi futuro con Ethan.

Supongo que tendremos que hablar sobre donde viviremos una vez nos casemos, si en su ciudad o la mía, si en su casa o comprar otra, tendré que ir pensando en idear pedir traslado del trabajo y uff, de solo pensarlo me da nostalgia tener que dejar a mis pacientes de psicología, cada uno es especial a su manera, y me encanta ser una guía para ellos en el camino de encontrarse consigo mismo, ver que llegan a resolver sus conflictos internos me da una satisfacción sumamente grande; me especialicé en relaciones interpersonales por lo tanto los pacientes que llegan a mi consulta vienen con este tipo de casos y me llena de gozo poder realizar mi trabajo de manera eficiente y completa. Y claro, a pesar de ser cristiana no mezclo una cosa con otra, ni les busco solución a los conflictos internos de las personas basándome en lo espiritual ni nada, sin embargo, si alguno de ellos es cristiano también pues puedo recomendarles ciertas cosas que van ligadas a la fe como técnica de tratamiento y de igual modo los ayuda.

Me duermo con el pensamiento de que pronto ya no tendré que abrazar a una almohada para dormir, sino que podré abrazar a mi hombre de carne y hueso todas las noches.

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El esposo que pedí - ROMANCE CRISTIANODonde viven las historias. Descúbrelo ahora