02: El hijo del pescador

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Hyunjin.

El nombre se escuchaba raro cuando lo decía en voz alta, incluso pensarlo resultaba una experiencia nueva para el joven de quince años. Pero de alguna forma le gustaba como sonaba. Le gustaba mirarse en el espejo y saber que la persona frente a él tenía un nombre. El señor Choi le había explicado que tener un nombre era muy importante, no solo porque todos tenían uno, sino porque le daba identidad. 

Un nombre es una característica única que identifica a las personas, tanto como el contraste de sus cejas pobladas con sus pequeños ojos. A pesar de que aquel grupo de letras podría repetirse, la manera en que los nombres encajaban perfectamente con su portador no dejaba de sorprenderle a Hyunjin.

Durante sus años en aquel lugar había conocido a muchos Kai, Alek y Makari. Había conocido a varias Nara, Sasha y Lara. Y a pesar de tener los mismos nombres, todas esas personas eran completamente diferentes, cada una le daba un toque especial al suyo.

Sin embargo, desde que había llegado a Myoik nadie le decía por su nombre. Para ellos solo era el hijo del pescador.

Bueno, para todos excepto para Jisung, su único amigo.

Jisung era el risueño pero tímido niño que se acercó a él cuando comía solo durante el receso. Tenía la particularidad de ser imprudente la mayoría del tiempo, así que cuando hizo algunos comentarios sobre su llamativo cabello rojo, Hyunjin decidió que Jisung no le agradaba. Hyunjin solía odiar su cabello y la gente del pueblo también lo hacía al parecer, decían que era raro. Pero Jisung continuó intentando llamar la atención del callado y reservado niño pelirrojo hasta que luego de una pelea de barro bastante infantil, terminaron riendo a carcajadas.

Desde entonces no se separaron.

—¡Apúrate, princesa! —gritó Jisung desde la cocina apurándolo.

Resopló y se miró al espejo antes de salir, su cabello aún estaba húmedo por el reciente tinte.

—Recuérdame por qué te dejo hurgar en mi comida como un parásito. —Se quejó Hyunjin mientras se colocaba la mochila.

Jisung estaba devorando una hogaza de pan como si fuera nada y el pelinegro suspiró. 

—Porque me amas y no puedes vivir sin mí —dijo con la boca llena de pan—. Me gustaba más el rubio.

—¿Sí?  A mi me gustabas más cuando no te comías mi desayuno. —Dijo Hyunjin arrebatándole la otra mitad del pan para partirlo.

En esos días había mucha escasez por la sequía y comer pan era un lujo que no todos podían permitirse. Así que Hyunjin guardó lo que quedaba de la hogaza de la semana para su padre y salió de la casa arrastrando a Jisung consigo.

—¡Adiós, papá! —Gritó desde la entrada hacia el otro extremo del río, donde estaba Choi con su perro quien ladró llamando su atención—. ¡Adiós, Don!

—¡Adiós, señor Choi. Gracias por el desayuno!

—¡Que les vaya bien, chicos! —respondió el hombre por encima de los ladridos de su perro.

El camino del río al centro del pueblo era relativamente largo por lo que ambos salían antes de que amaneciera completamente. Sus pisadas sobre el camino pedregoso era todo lo que se escuchaba hasta que Jisung interrumpió el silencio como de costumbre.

—¿Por qué lo cambiaste? 

Hyunjin sabía que se refería a su cabello, así que solo se encogió de hombros.

—El rubio era muy difícil de mantener y pronto se veía naranja, lo que era aún más raro.

—No hace falta que lo tiñas, lo sabes.

Mest Code: BrujoWhere stories live. Discover now