7 de Destanso de 4557

Hoy mi creación ha tomado un nuevo giro. Se la he presentado por fin a Rove. Parecía muy impresionada, e incluso un poco temerosa a la idea de esta nueva especie que yo mismo había creado. Unos robots creados con el cadáver de un hombre, encerrado en una carcasa de metal. La parte que más le impresionó fue cuando le presenté el ojo Esmeralda, señalándola que para que el cadáver reviviese hacía falta el Ojo de un Dios.

Aquello me costó mucho encontrarlo. Los mitos cuentan que los ojos del Dios Sealer fueron desperdigados por un lugar desconocido de nuestro mundo, Cuorata. Hay dos ojos, un ojo rubí y un ojo esmeralda. El ojo rubí da la muerte, y el ojo esmeralda da la vida. Por ello tardé tres meses en encontrar el verdadero ojo esmeralda, caí en dos falsificaciones y finalmente encontré el verdadero comprándoselo a un mercader en un pueblo del campo.

Pero por desgracia, siento que mi invención va a caer en malas manos. Helena, la mujer con la que mi padre se ha casado desde hace dos años ha entrado en mi taller, encontrando mi invención. En principio no me parecería nada malo si fuese una persona cualquiera, pero tratándose de ella, una general muy a favor de la esclavización y la segregación de los mejorados y el resto de las personas, una armada como la que yo he creado, que en principio esperaba que se convirtiese en la protectora de los más débiles se podría convertir en todo lo contrario.

A partir de ahora debo tener cuidado, creo que cerraré mi puerta con llave para asegurarme de que no ocurrirá nada que no deba ocurrir. Nunca me ha caído bien Helena, desde que despidió a Martara, la mujer de servicio y la persona con la que más había empatizado en toda la casa desde que mi madre había muerto. Ella había estado allí mucho más que mi padre y me había incluido dentro de su gran familia. Desde entonces iba dos veces a la semana a contar cuentos a los niños de la aldea donde vivían aquellos martirizados.

Esta región y el mundo en general está siendo cada vez más martirizado, mientras que aquellos vivían ya de por sí arriba ahora están ascendiendo. Las milicias llamadas "Trant" aprovechan su poder superior para agredir a aquellos que no están mejorados genéticamente. Los llaman raza inferior, puesto que no son capaces de vivir tanto como nosotros, puesto que tienen imperfecciones. A mí aquello me parece demasiado cruel.

Quizá por eso llevo tanto trabajando en este proyecto. Creo que en el fondo necesito una especie de igualdad en este mundo tan distópico. Si los débiles mueren antes, permitirles una segunda vida, una vida infinita. Darles cierto poder. Quiero crear a un líder, un rey al que los demás robots escuchen. El que tenga el Ojo Esmeralda. Pero si el Ojo cayese en malas manos, como las de Helena, no acontecería nada bueno, seguro.

Por eso estaba tan nervioso al enseñarle mi proyecto a Rove, pero no podía impedirlo. Aquella mujer es la persona más hermosa que he conocido en toda mi vida. Me encanta su pelo rizado y pelirrojo, me encantan sus ojos tan penetrantes que serían capaz de atravesar la armadura de aquellos robots. Incluso me encanta su voz cada vez que me llama "Jerván". No sé de dónde se sacó aquel nombre.

En todo caso, me gusta mucho. Si este mundo no fuese tan estricto, me haría llamar Jerván. Que todo el mundo me llamase por ese nombre. Olvidar mi título nobiliario otorgado por la Gran Canciller, olvidar mis orígenes esclavistas y mi presente también esclavista. Dejar atrás todos mis privilegios, incluso mi inmortalidad, para ser un ciudadano normal. Para que todos viviésemos en una igualdad infinita.

El futuro no es esto. Yo quiero ser inventor porque deseo convertir el futuro en Utopía, no en esta Distopía en la que vivimos actualmente. Y todo por culpa de esa odiosa Gran Canciller. Me confío a ti, amado diario, porque no puedo hablarlo con nadie más. En casa es horrible, con mi padre fiel al Cancillerato, y mi madrastra que trabaja para a favor de las armas, es imposible hablar libremente de política.

El Hipólito modernoWhere stories live. Discover now