𝐓𝐀𝐋𝐊 𝐓𝐎 𝐇𝐄𝐑

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Talk to Her [The Marías]

Era destacable el frío que cubría a la ciudad. Últimamente parecía que todo se encontraba más frío de lo normal. Que apropiado.

Tal vez eran tiempos difíciles, pero tenía una promesa a la que atender. Era un poco tardé y eso me molestaba considerablemente. La impuntualidad no era una cosa de la que yo quería presumir, desde luego.

El lugar en cuestión se encontraba en una calle de la cuál había escuchado unas cuantas veces, sin embargo jamás me había visto en la necesidad de atravesar. Tristemente, esa fue la razón por la que pasé más de quince minutos vagando, hasta que por un golpe de suerte, el único lugar con buena iluminación se dió a destacar entre los demás locales. Finalmente había llegado.

Estaba en el lugar correcto. No había nadie más, aparte de las tres siluetas cerca de la ventana.

Entré al lugar, y lo corroboré: el lugar estaba casi vacío, ¿En serio habían rentado todo el lugar? No esperaba menos, pero igual estaba intrigada por eso. Dentro del lugar, fui bienvenida por un caniche de apariencia familiar.

—Sí... definitivamente es aquí —dije mientras trataba de mantener distancia con el caniche—. Hola de nuevo Makkachin.

Incluso sabiendo lo amigable que era Makkachin, seguía siendo un perro, y eso nunca iba a dejar de ponerme nerviosa.

Mientras más lo pensaba, más extraño era. Hace mucho me había preguntado lo que era estar cerca de toda esa gente que se veía tan intocable; personas a quien seguramente tenía en un extraño pedestal. Ahora las cosas eran muy diferentes, sólo podía encontrarme entrando a un restaurante y viendo como un par de gente importante se peleaban por un pedazo de pastel (qué se veía tieso) mientras un alterado perro daba vueltas por todo el lugar.

Sabía que debía de existir una regla que dijera algo sobre que tú nível de popularidad estaba en el pico más alto cuando había mercancía de tu perro por todos lados. Lo digo muy en serio, por todos lados.

Me quedé un momento en medio del lugar, tal vez a probar suerte, sí es que uno de los presentes notaba que yo había llegado. Eventualmente pasó, gracias al cielo.

Entre tantos gritos que no entendía del todo, una voz dió a destacar otro tema en su aparente muy seria discusión.

—¡Bianca! ¡Sí viniste! —Mila fue la única en notar mi presencia.

Si haber sido violentamente recibida por Makkachin, no hubiera sido suficiente, un entrañable gesto por parte del único rubio en todo el lugar, tal vez me dejó muda, y más sorprendida de lo que me hubiera esperado. Un abrazo, desde luego, y uno de esos que duran bastante tiempo.

No conté el tiempo, pero se sintió extenso, cosa que apreciaba. Tal vez apreciaba demasiado.

—Regresaste antes —susurré rápidamente a mitad del abrazo—. Es lindo verte aquí otra vez.

—Sí, sí —Yuri respondió de vuelta—. Ya sé que me extrañabas Bianca.

Tal vez era cruel, no presté mucha atención a los demás presentes en este lugar, sino hasta que una pequeña conversación se robó mi atención.

—Yo también quiero a alguien que me mire de esta forma, que pena. —Mila suspiró con melancolía.

—Deberías intentar —le respondió Viktor, mientras le guiñaba un ojo al chico de lentes—. Solo digo.

—Claro, tú siempre comiendo enfrente de los pobres —refuñó la chica mientras se afianzaba el pedazo de pastel por el que tanto habían discutido.

𝐓𝐰𝖎𝐧 𝐅𝐥𝖆𝐦𝖊 [𝐘𝐮𝐫𝐢 𝐏𝐥𝐢𝐬𝐞𝐭𝐬𝐤𝐲]Where stories live. Discover now