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—Mierda.

Cuando Adam Baek despertó, tenía la sábana pegada al cuerpo por culpa del sudor. Temblaba, respiraba con dificultad, creía que el corazón se le iba a salir por la boca y, como si eso fuera poco, sentía algo en su entrepierna que solo le demostraba lo vívido y real que había sido su sueño.

Demasiado real.

Se quitó las mantas de encima y confirmó lo que ya sabía.

—No puede ser —maldijo entre dientes al dejarse caer de nuevo sobre el colchón y se llevó los brazos a la cara.

Los «sueños húmedos» o «eyaculaciones matutinas» son muy comunes en la adolescencia y, al parecer, también al tener sueños eróticos con Gael Sorní. Recordatorio importante: Ser asexual no te hace inmune a ellas.

Se pasó una mano por los ojos con fuerza y se puso de pie para caminar. Maldecía entre dientes mientras se desvestía y se metía a la ducha, casi sin pestañear porque cada vez que lo hacía se le colaban imágenes de su sueño con una calidad 8K UHD que cualquier cineasta envidiaría. Su cerebro fue tan gentil esa noche que, si lo pensaba, rememoraba el agradable cosquilleo en la parte baja de su abdomen.

Soltó un grito que, por culpa de las baldosas, sonó más fuerte de lo que le hubiera gustado. Frustrado se quedó ahí con el agua sobre la cabeza, mientras hacía el mismo tratamiento mental en el que trabajó durante las dos semanas de vacaciones, donde se repetía que esto no significaba nada, incapaz de aceptar que, por primera vez, tenía este tipo de sueño donde anhelaba meterse en una cama con alguien y no solo para dormir.

Y no con cualquier alguien, porque soñaba con Gael Sorní.

Siempre Gael Sorní.

Le había dado una oportunidad a ser valiente esa noche de la fiesta de final de curso; quitó el freno, pero nunca pensó en desbarrancarse así. Pasó de cero a cien en el tiempo que duró un beso. Existía un largo tramo entre aceptar que el chico le gustaba y dejar fluir de una buena vez todo lo que sentía por su estudiante y besarlo con urgencia en la penumbra de una fiesta universitaria.

En toda esa noche, nunca pensó en besarlo y ahora no podía dejar de sentir el sabor de boca en sus labios.

«Espero que el próximo sea mejor», le había dicho una vez, como si hubiese sabido lo que iba a pasar.

Y lo fue.

Le hubiera encantado decir que estaba ebrio y que apenas se acordaba de lo que había pasado, pero no era así. Recordaba ese beso todos los días: lo suave de sus labios, lo seguro de sus movimientos, lo dulce que le había sabido... Estaba más sobrio de lo que incluso Gael creía, así que, al besarlo, estaba seguro de lo que hacía. De verdad esperaba no sentir nada, sentir lo mismo que siempre sintió: tierra, ceniza, arena en la boca, pero lo sintió como si probara su postre favorito después de años.

Adam sabía mucho de química, pero lo que experimentó en ese momento no lo había estudiado antes.

Estaba roto. Gael Sorní, supo dar con ese interruptor que pensó que no tenía. Ese que había buscado durante toda la vida hasta que entendió que no venía integrado con él, así como en muchas otras personas tampoco. Vivía muy bien con eso, maldita sea. ¿Qué demonios estaba pasándole entonces? Ahora parecía que sí había un interruptor, uno muy bien oculto. ¡Sorpresa! Ahí estaba, listo para hacerlo sentir todo lo que pensó que solo le pertenecía a otros.

El agua no estaba tan helada como la necesitaba en ese momento y, si quería recordar ese beso sin que cierta parte de su cuerpo reaccionara, tendría que conseguir una tina con hielo.

—No siento nada —dijo al cortar el agua de la ducha, como si fuera un mantra. Un mantra que repetía una y otra vez.

Después de la fiesta, no pegó un ojo en toda la noche, así que tomó sus cosas y se dirigió a la casa de su madre para pasar las fiestas con su familia. Navidad fue tortura suficiente para darse cuenta de que no podía lidiar con su familia en ese estado de intranquilidad en el que estaba.

My Chemical (Asexual) Love ✦ DISPONIBLE EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora