Cinco.

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—Oriana, hay algo para ti en el escritorio principal. —se dio la vuelta en su silla al oír una voz autoritaria, dejando que sus zapatos resbalen del escritorio y caigan al suelo. Oriana estaba en su descanso para almorzar, se había estado limando las uñas y viendo una serie de premios de moda en su computadora. —Una entrega privada o algo así. —dijo, odiaba que envíen artículos personales a la oficina sin otra razón que la mujer tenía problemas compulsivos.

Miró al asistente de gentes y frunció el ceño. —¿Qué es?

—Ve y míralo tú misma. —rodó los ojos y se alejó con sus zapatos altos y su falda negra ajustada. —¡Apúrate! ¡Las entregas personales ocupan espacio!

Oriana hizo una mueca ante su actitud de perra y miró a Maddie, quien ya estaba sentada viéndola con las manos en el teclado. —¡Qué crees que es!

—Quién sabe. —resopló, levantándose de su asiento, yendo al ascensor. Era un lunes por la mañana y no estaba de buen humor. La chica malhumorada que le dije que tenía una entrega en la recepción principal tampoco ayudaba exactamente a su humor. El piso estaba alto, y estaba sola en el ascensor mientras se revolvía el pelo en el reflejo de las paredes espejadas.

Se acercó al escritorio una vez que llegó al piso principal, donde trabajaban algunas mujeres igual de malhumoradas y dijo su nombre.

—Ah. —dijo. —Eres la chica de las flores.

—¿Chica de las flores?

Su pregunta fue respondida cuando trajeron un ramo de flores al escritorio y lo colocaron frente a ella. Estaba en un jarrón y lo tomó con una sonrisa irritada.

—¿Gracias? —dijo insegura, tomando el jarrón. Volvió al ascensor, buscando entre el lío de pétalos de begonias y rosas rosadas algún tipo de nota. No encontró nada, aunque tan pronto como subió, el ceño fruncido en su rostro mostró comprensión. —Dios. —se rió, llevándose la mano a la cara. —Ese idiota.

Los ojos de Maddie se abrieron al ver a su amiga ahogándose bajo la pila de flores cuando venía caminando, colocando el jarrón de vidrio en el escritorio y relajando su respiración.

—¿Qué demonios es eso?

—Me envió flores. —dijo, poniendo las manos en sus caderas. —Me envió unas malditas flores.

—¿El adolescente?

—El adolescente.

—¿Ustedes dos...?

—No. —Oriana rodó los ojos. —No es un agradecimiento por tener sexo, Maddie.

—Ah. —Se rió de sí misma por asumir. —Me equivoqué.

Oriana sacó su teléfono y fue a su chat.

Yo:

no esperes que devuelva las flores porque no sé dónde trabajas, y se supone que tú tampoco...

Niño rico:

No es difícil encontrarte cuando tu negocio me acecha todo el tiempo. Espero que te hayan gustado.

—Fue él. —dijo Oriana, mirando a Maddie que estaba sonriendo. —Maldito idiota.

Yo:

Gracias, Harry. No debiste x

Niño rico:

Me alegro que te hayan gustado

Y espero algo de vuelta, esta no es una relación "toma y no da" x

Yo:

relación? Creo que hablas de amistad, Harry.

Niño rico:

los amigos no cogen, Oriana

Sintió que su corazón se aceleraba ante su respuesta, poniendo una mano en su pecho.

Yo:

Nosotros tampoco.

Niño rico:

te llamo luego, vuelve al trabajo.

Bloqueó su teléfono y suspiró, sacando caderas y mostrando una expresión facial confusa que Maddie notó.

—¿Qué pasa? ¿No estás feliz porque te haya mandado esas malditas flores? ¿No te parece tierno?

Oriana sonrió, aunque no la miro a los ojos. —¿No crees que es un poco raro que se haya tomado la molestia de enviarme flores? ¿Y averiguar dónde trabajo?

—No. —Maddie se arrastró. —Me parece muy tierno. Obviamente quería alegrarte el día, felicitarte con flores, y tenerte en su mente es lo mejor cuando estás empezando a salir con alguien.

—¿Un buen consejo acaba de salir de tu boca? —bromeó Oriana. —Eso no está chequeado.

—Te odio. —Maddie susurró, volviendo a su computadora.

—Tienes razón. —Oriana sonrió. —Gracias. No debería pensar mucho en eso, solo agradezco las flores.

[...]

Oriana estaba a punto de abrir la ducha cuando su celular comenzó a sonar, haciendo que salte y cubra su cuerpo con manos torpes. Suspiró cuando se dio cuenta que era solo su celular, y de mala gana se apresuró a contestar.

—¿Hola?

—Hola. —le contestó y ella se mordió el labio. —No te estoy interrumpiendo, ¿no?

—No. —resopló, sentándose en el borde de su cama. —Bueno, una ducha. Pero puede esperar.

—Me siento halagado de que me hayas puesto delante de tu higiene.

—Deberías estarlo. —murmuró, doblando sus pies en la cama. —Estaba deseando tomar una ducha.

—Deberíamos vernos mañana. —dijo Harry y negó con la cabeza ante lo predecible que era. —Ven a mi oficina. Podemos almorzar. Dar un paseo.

—¿No tienes un negocio que dirigir? —reprendió.

—Tú eres más importante.

—Ay. —se rió. —¿Y si tu negocio tuviera vagina, sería diferente?

Se burló, riéndose de ella. —Qué inmadura eres. —arqueó las cejas. —No estoy tratando de meterme en tus bragas, aunque no perdería la oportunidad si-

—Cállate. —rió. —Está bien, iré al final del día.

—¿Por qué?

—Quiero aprovechar la salida. —Oriana rió. —Te quiero mostrar algo.

—¿Debería preocuparme?

—No. —dijo en voz baja. —Tal vez.

—Bueno. —susurró. —Al otro día, ¿vamos a almorzar?

—Bien, pero no tengo idea de dónde trabajas. —susurró, mirándose las uñas de los pies pintadas. —Sería buenísimo que me lo digas.

—Te enviaré un mensaje con la dirección mañana. —prometió. —O te enviaré un auto.

—Tomaré un taxi. —sonrió. —No me envíes un auto.

—Bueno. —dijo, pero no le creyó por su tono.

—¡No me envíes un auto!

—Bueno. —dijo en defensa. —Te mandaré una limusina.

—Te patearé la cara.

—Sería un honor que me pises con tu bota.

—Nos vemos mañana, Harry. —sonrió.

—Hasta mañana. —dijo suave como de costumbre.

Se sacó el teléfono de la oreja y miró la pantalla. Una sonrisa de incredulidad apareció en su rostro cuando cortó, lo tiró a la cama y finalmente fue a ducharse, su mente pensando sólo en él.

A Favor (español)Where stories live. Discover now