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Advertencia: Esta historia NO ES MÍA, es una adaptación del libro "La llamada del Deseo" de NALINI SINGH, por lo tanto todos los derechos de la historia son para ella, al igual que los personajes de Masashi Kishimoto usados en esta adaptación, ahora si disfruten de su lectura.


Kankuro entró en la enfermería la noche después del ataque y se encontró a Shizune saliendo de la habitación de Kisame.

—¿Cómo está?

Cuando Shizune se enfrentó a su mirada, sus marcadas ojeras delataron lo poco que había descansado desde que se despertó del sueñecito que se había echado la noche anterior.

—Bien. Sanando. Tengo que esperar a que su cuerpo se recupere de esta sesión antes de poder seguir. Aún va a estar aquí una temporada.

Al ver que Lucy estaba examinando la pantalla del monitor del cuarto de Riordan, le tendió la mano a la sanadora.

—Ven conmigo, Shizune. Necesitas hacer un descanso.

—No, no puedo...

La cogió de la mano e interrumpió sus palabras.

—O sales conmigo o me comporto como Sasuke y te saco yo. —También estaba pendiente de aquella situación, pero no había llegado el momento de que él hablara. Todavía no.

Shizune se quedó boquiabierta.

—Tú no harías eso —replicó. Kankuro esperó, dejando que sus ojos escudriñasen su rostro y vieran la verdad. Luego, roja como un tomate bajo su oscura piel, le dijo—: Sí que lo harías. —Dio un pequeño tirón para soltarse de su mano y falló—. Tengo que decírselo a Lucy.

—Ya lo ha visto. —Acto seguido, Kankuro echó a andar tirando de Shizune.

Ella dejó escapar un débil gruñido que nunca jamás nadie le había oído proferir.

—Soy una loba, no una perra.

—Tratarías a una mascota mejor de lo que te tratas a ti misma.

Ninguno dijo otra palabra hasta que no estuvieron a cierta distancia de la guarida, junto a una cascada que se congelaba en los meses de invierno, pero que en el presente caía con fuerza.

Después de soltarla, Kankuro señaló un saliente rocoso.

—Siéntate antes de que te desplomes.

—¡Arg! —Shizune le aporreó en el pecho con los puños—. Y ya que estamos, ¿no quieres que me ponga a dos patas y menee el rabo? —La ira oscurecía sus ojos ambarinos y fruncía su seductora boca.

—No —respondió, agarrándola de las muñecas; sus huesos eran delicados bajo su tacto—. Me gustaría que me permitieses cuidar de ti.

Aquella necesidad que tenía de asegurarse de que ella no se hacía daño a sí misma era una acuciante ansia. No lo entendía; nunca había sentido nada igual.

Shizune negó con la cabeza.

—No puedo hacer eso. —Con la respiración entrecortada, lo empujó—. Puedes ser mi amigo, Kankuro. Pero no tienes ningún otro derecho; no lo quieres.

—Shizune —comenzó a decir mientras la seguía sujetando, pero ella negó de nuevo con la cabeza.

—Tú fuiste sincero conmigo, así que voy a ser sincera contigo. El tipo de derechos que quieres, el tipo de derechos que intentas reclamar, son derechos íntimos. —Las lágrimas brillaban en la expresiva profundidad de sus ojos—. No puedo concedértelos a ti. Le pertenecen al hombre con el que construya una vida, con el que tenga hijos.

La Llamada del DeseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora